Cuando se atraviesa un portal, la reacción del cuerpo del que la pasa puede ser muy diferente, desde vómitos, desmayos, e incluso la muerte, hasta un simple mareo. Pero todo el que ha traspasado una puerta coincide en lo mismo: la sensación de vacío, de soledad, de perdición. Te ves rodeado de la nada, una nada que presiona. Aunque no existe el sonido, puedes oír un pitido en tu interior, un pitido desquiciante. Te sientes pequeño. Te das cuenta de la inmensidad del todo, y de tu valor infinitesimal en ello, es tan abrumador que es posible que tu cerebro no lo aguante.
Y eso es lo que siente Gabriel al pasar. Han llegado a alguna especie de espacio interior, no ven casi nada, no hay casi luz. Gabriel deja de sujetar a Lena, dejando que Jaina se ocupe de ello, para poder vomitar. Annete y Gerd pronto se reúnen con ellos.
Ethan está intentando reconocer el terreno. Sigue cojeando levemente, ya ha dejado de pensar en sus secuelas, se ha convencido de que será su estado normal.
El techo de esta zona es muy alto, se puede ver algún tragaluz por el que entra una luz muy tenue. Debe de ser de noche. El lugar parece una especie de nave industrial grande. En un extremo está la puerta, y casi toda la sala es diáfana a excepción de los laterales, donde hay terminales, mesas y cosas extrañas para todos. Ethan se percata de lo descuidado que está el lugar. Se agacha para tocar el suelo, está muy deteriorado, muy arañado. Reconoce el porqué, muchos demonios han debido de estar ahí en la Naedra, para pasar al otro lado. Mira a su alrededor, por ahora no ve ninguno.
Ethan se da la vuelta.
—Y ahora, ¿Qué?
Annete está investigando por toda la zona. Todo funciona, pese a haber pasado cientos de años todo funciona y eso la tiene asombrada. La energía de estas instalaciones es sostenible, y pese a haber deterioros y deficiencias, muchas de las cosas parecen funcionales. Encuentra documentación y unos planos colgados en una pared, los apunta. Mientras los demás discuten, Jaina habla.
—Deberíamos buscar un lugar seguro, hasta que Lena se recupere.
Todos se miran, Lena está despertando. Se incorpora.
—Estoy bien. —Se toca la cabeza, como si le doliese—. Pero no tengo luz, y aquí, no la tendré más.
Todos se miran con aire de preocupación. De repente, Lena cae de rodillas, empieza a gritar. Todos van con ella.
—¡¿Qué le pasa?! —Jaina intenta descubrir qué está produciendo esa reacción en Lena. Lena deja de gritar y se abraza a sí misma.
—No es a mí... Liam, o algo, otra luz, está sufriendo. —Lena se levanta, intentando controlarse, con evidente preocupación, mira al resto—. Está sufriendo mucho.
En este mundo la luz es muy escasa, tanto, que la poca que hay se siente la una a la otra. La luz de Liam, y otra desconocida, perturban a Lena, y eso la preocupa.
Jaina se mueve hacia la salida.
—Movámonos, esta zona no debe de ser muy segura.
—Deberíamos ir hacia la puerta central, es por donde cayó Liam. Si está igual de lejos que en Salvación, tardaremos días. —Annete está echando cuentas.
Antes de salir, oyen algo. Al mirar atrás ven a Filo, y después a Airo. Nada más llegar, Airo mira hacia arriba, y comienza a blasfemar todo lo que puede. Gerd se acerca a Airo y lo mira con tono de duda, no entiende nada.
—Es una larga historia... —Airo cierra los ojos y respira, tranquilizándose—. Os la contaré por el camino. —Airo se rasca la cabeza, aún le cuesta aceptar lo que ha pasado.
Todos se juntan. Cuando salen de la nave, lo pueden ver perfectamente, en la distancia, a no demasiados kilómetros, está la puerta grande. Mucho más cerca que en Salvación.
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Hijos de la luz
Viễn tưởngHace mucho tiempo que la oscuridad invadió este mundo. Unas estructuras antiguas, que los humanos relacionaban con sus dioses, se abrieron. Nadie sabe cómo, nadie sabe el porqué, se abrieron y la oscuridad llegó. Y fueron sometidos, todos. Y así, e...