Los guardias de Lena visten como soldados normales, no como la guardia de la hija de la luz. Lena ha viajado con una túnica sencilla que la cubría todo el cuerpo, incluida la cabeza. Ha querido pasar desapercibida todo lo posible. Hay rumores, la gente hace preguntas. Unos dicen que se está recuperando en Cúpula, otros que se marcha para siempre, y otros, que ha muerto.
La ruta no es directa. Podrían haber continuado hacia Antaia por zona segura, pero se desvían a Olmena, en zona desprotegida. En su camino, salen de la esfera de luz de Angelare. Justo en el borde pasan por una zona donde tuvo lugar una de las muchas batallas de la Naedra. El ejército aún no ha abandonado el lugar, está recogiendo, preparando y dando sepultura. Se puede respirar el aire a guerra, a muerte. Desde bien lejos ya se pueden ver, cientos de estatuas de demonios, muchas destrozadas, indican que los humanos que estuvieron ahí habrían estado perdidos de no ser por la explosión de luz de Lena. La explosión debió llegar bien lejos, no debe haber demonios cerca. Cada vez se dan más cuenta del enorme golpe que se ha llevado en este mundo la oscuridad. Lena intenta pasar desapercibida, mientras Airo habla con algunos del ejército, se ponen al día. Al poco, aparece Gabriel.
—Menos mal que os encuentro, llevo unos días esperándoos, me dijeron que pasaríais por aquí.
Airo parece sorprendido, pero se alegra de verlo, está levemente herido. Él peleó en Ursia, no debió ser fácil tampoco. Gabriel y Ethan se miran, pero ninguno dice nada al otro.
—Hola Gabriel, me alegro de que estés bien, ¿Por qué nos esperabas? —Airo se fija en la bolsa que lleva al hombro Gabriel, se imagina lo que va a decir.
—Me voy con vosotros.
—¿Seguro?, ¿Te has informado bien? —Jaina no sabe si Gabriel sabe que lo más probable, es que no haya retorno.
—Sí, muy bien, ¿Vamos? —Gabriel no da más explicaciones, pero tiene sus motivos.
Gabriel se une al grupo se ponen al día y continúan, hasta que dejan la sobrecogedora escena de la batalla a sus espaldas, camino a Olmena.
Tardan unas horas. Cuando están llegando a Olmena todos van tranquilos, saben que no puede haber demonios gracias a la explosión de Lena, aunque no estén bajo una esfera.
—Me siento extraña caminando por aquí de esta forma. —Filo mira a los lados, como esperando que algún demonio la pare para controlarla—. Es una suerte que la luz haya llegado tan lejos, en Olmena van a poder respirar aliviados, quizás puedan ir a alguna esfera, si alguien les convence.
En ese preciso instante, Filo se percata de algo, ¿cómo no se había dado cuenta? La cara le cambia, y sale con su caballo a la máxima velocidad que le permite. La llaman, pero no contesta, así que todos la intentan seguir.
Cuando Filo llega, sin parar, salta del caballo y baja por el camino que da a la casa del arroyo, a su casa. Entra, la puerta estaba abierta. No hay nadie, así que sale fuera, y en la lejanía lo ve.
—No.... ¡¡No!! —Filo sale corriendo, ve a la mujer que siempre cuidaba de su hermana en su ausencia, sentada al lado de una tumba. Cuando llega se tira de rodillas. Mira la tumba, hay un palo de madera con el nombre de su hermana inscrito en él. Reconoce el collar colgado, se lo trajo en una de sus incursiones a la luz. Grita, de la forma más desgarradora posible. La mujer a su lado habla.
—No pudo soportar la luz cuando llegó. —La mujer parece fuerte, pero ver a Filo en ese estado hace que se eche a llorar—. Ya puede descansar, por fin puede descansar.
El grupo ya ha llegado, pero se mantienen de pie, a una distancia prudencial, dejando intimidad a Filo, que llora agarrada a la tumba, con el collar en la mano. Llora como una chica normal, que no puede contenerse, que no le da vergüenza, que no esconde su enorme dolor. Llora como nunca se habrían imaginado que esa chica tan fuerte podría hacer. Cuando se recupera, se levanta, no deja el collar en la tumba, se lo quedará, es todo lo que le queda de ella. Todos lo han estado presenciando, nadie necesita que les digan que ha pasado, lo entienden, sobre todo Lena, que está quieta, impactada, sin saber que decir, la hermana de Filo ha muerto por su culpa, se siente tan mal que caen lágrimas por su mejilla. La llama.
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Hijos de la luz
FantasyHace mucho tiempo que la oscuridad invadió este mundo. Unas estructuras antiguas, que los humanos relacionaban con sus dioses, se abrieron. Nadie sabe cómo, nadie sabe el porqué, se abrieron y la oscuridad llegó. Y fueron sometidos, todos. Y así, e...