12 - Dudas

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Se puede ver un mundo. Un mundo muy diferente, donde criaturas, parecidas a los demonios, conviven. Es un mundo normal, con vida, sin nada perturbador. De repente, en un instante, el mundo empieza a cambiar. Las criaturas se vuelven locas, su oscuridad las posee, nada la retiene. La luz merma, la vida se agota.

La luz se ha ido. Ese mundo perdido, camina hacia su desesperación.

Ethan despierta, se siente extraño, ve marcas negras en su piel, marcas de infectado muy avanzadas. Se siente fuerte, realmente fuerte. Está en una celda. La puerta está abierta. Al otro lado, permanece sentado el Caído que lo encontró. Ethan se incorpora un poco, se da cuenta de que parece tener el control sobre sí mismo, de una manera extraña, de una manera... diferente. El Caído habla.

—Has visto mi mundo.

Ethan no contesta, pero el Caído sabe perfectamente que lo ha visto, él se ha encargado de ello.

—Es culpa de ella. De tu querida Lena. Bueno... de algo más grande que ella.

—No lo entiendo. —Ethan no puede digerir todas las sensaciones e información que han llegado a él tan rápido.

—Ya lo entenderás. La luz y la oscuridad siempre han estado juntos, siempre han convivido. Es el origen de todo. —El Caído se incorpora, su apariencia es imponente—. En un acto de egoísmo puro, ella se fue, nos abandonó, nos condenó a la destrucción. Tiene que volver.

Ethan se siente tremendamente fuerte, pero las sensaciones que tiene le están revolviendo el estómago.

—¿Y que tiene eso que ver con los humanos?

El caído sonríe, Ethan no ha dicho "nosotros".

—Los humanos son un error, la mezcla de la oscuridad y la luz. Si me preguntas a mí, son algo que nunca debería haber existido. —El Caído se acerca a la puerta de la celda—. Pero son su debilidad, y por ellos conseguimos llegar a ella. No obstante, nuestro señor está dispuestos a dejarlos libres, siempre y cuando ella vuelva a donde pertenece. Tiene que madurar y entender su responsabilidad. La culpa de todo, del sufrimiento humano y de su sometimiento, es de ella. Ya casi no recordamos desde cuando la buscamos. Podría haber acabado con esto hace tiempo, y los humanos no habrían sufrido.

Ethan parece confuso, no sabe qué pensar.

—Si eso es cierto, ¿Por qué se la ha protegido tanto? —Ethan, por un segundo, se recuerda a sí mismo, recuerda cuando peleaba por Lena, por la luz.

—Es una manipuladora, los humanos bajo su luz están ciegos. Pero vosotros... —Se refiere a los humanos infectados, sobre todo a los ejecutores—. Vosotros sois libres, podéis ver con claridad.

El Caído se aparta de la puerta. Ethan se levanta, y sale.


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Antes de llegar a Angelare, en la distancia, el grupo ve al ejército, avanzando. Un capitán sale corriendo a su encuentro. Les encuentra heridos y sucios. Jaina cojea, necesitan ayuda.

—Gracias a la luz, estáis bien. —El capitán hace señas desde lejos para que manden caballos.

—¿Se sabe algo de Ethan? —Jaina ni siquiera saluda.

—No, preguntaré. Pero sí apareció Gabriel de Tunesia, estamos informados. —El capitán comienza a dar parte, como si se sintiese obligado a ello—. Tenemos ordenes de ir al borde. No solo nosotros, todos los ejércitos, a las zonas por donde ellos podrían entrar, por si la luz merma. Todo se está movilizando. Ellos en su lado, nosotros en el nuestro. —El capitán parece un hombre curtido, pero se puede ver el miedo en sus ojos—. Los portadores van a Cúpula. Os esperan allí, hija de la luz. ¿Es cierto que la luz desaparecerá?

Hijos de la luzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora