C A P í T U L O 1

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TORMENTA.

Gordas gotas de agua se deslizaban por su pálida cara. Un amago de sonrisa apareció en su rostro, mientras sus lágrimas y la tormenta se hacían una sola.

-Supongo que tenía que pasar. No podía tener un simple año de buena suerte, todo va mal... -pocos segundos después de desplomó de rodillas en el suelo, sujetándose la cara con las manos y a punto de gritar. En frente suyo, una gran llamarada iluminaba su cara, y el pelo rojo de su amigo se parecía pintado con la sangre que le bajaba de la sien. Su mano en el pecho, su mirada serena y su boca ligeramente torcida hacia abajo recordaban al Caballero de la mano en el pecho, de El Greco.

Su semblante debería haber sido afectado por el alarido que segundos después escuchó pero no podía. No lo escuchó. En su realidad, su último recuerdo era la gran llamarada imitando a su cabello alzándose delante suyo.

•••

Tal vez era el destino. Un solo destino. Siempre parece que cuando una palabra lleva tilde se le está dando demasiada importancia, ¿no? Bien, entonces ese "un" debería llevar tilde, demostrando que sí importaba.

No muchos creen en el destino. Él mismo no lo hacía, no era susceptible ni optimista, ni siquiera era creyente. Ahora se arrepentía; quería rezar. Solo por probar. Su rodilla, que no paraba de moverse de arriba a abajo, temblaba también. Sus manos tatuadas, sus labios. Estaba en una sala de espera. Una puta sala de espera, teniendo en cuenta la situación en la que estaba.

-Familiares de Eustass Kid- dijo una enfermera demasiado gorda para su aguda voz.

-Sí.

-Sígueme.- Law lo hizo. Le siguió hasta una habitación oscura, fría y casi vacía. Se palpaba la serenidad y a la vez tensión en el aire. En el centro de la sala, un hombre con demasiadas vendas en todo su cuerpo. Una máquina conectada a su brazo, junto a un gotero también enganchado y pequeños círculos pegados en su pecho desnudo. Un brazo... No, su brazo. Ahora solo tenía uno. Su brazo descansaba sobre la camilla, hacia arriba, enseñando el tatuaje que llevaba en ella, que ponía:

When scum rules the world, only more scum is born.

Law le había advertido de ello, le dijo que no se lo hiciera. Él tenía tantos tatuajes que sabía perfectamente lo que era arrepentirse de uno.

Se acercó a la camilla a paso lento. Cogió su mano. No supo porqué pero miró por la ventana. Solo había una rendija de luz, las persianas estaban casi bajadas. Un pequeño haz de luz calentaba el rostro del pelirrojo, y otro, clavado en el ojo gris como la niebla de Law le hacía cerrarlo, incómodo. Se fijó en su cara. Descendió por su cuello, viendo gasas algo empapadas de sangre. Pasó a los hombros y cuando quiso bajar por el brazo algo fallaba.

-O-Oye... Su brazo... ¿Y su brazo?

-Lo siento mucho, chico. Tuvimos que amputarle, la infección estaba demasiado avanzada...

-¿Infección? ¿Qué infección? Soy médico, podían haber hecho algo, lo sé -dijo con lágrimas en los ojos.

-Tampoco era muy recomendable, no tenemos la certeza de que vaya a despert...

Al rojo vivo [KidLaw]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora