C A P í T U L O 32

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-Veo que llegas temprano.

-Llegar a tiempo es llegar tarde. -dijo él entregándole un ramo de flores rojas.

-Qué bonitas. Gracias.

-De nada, mademoiselle.

-¿Por qué no empiezas a llamarme por mi nombre? Así ya podemos tutearnos.

-Perdón, Viola-chuan. -ella rió encantada.

-Eres tan tierno.

-Tus palabras me enamoran. -Comenzaron a caminar agarrados del brazo. A veces de dirigían miradas tímidas y rápidamente apartaban la mirada sonrojados.

-Sanji-kun.

-¿Sí?

-Nada, solo quería decir tu nombre...

-Viola-chuan.

-¿Sí?

-Nada, solo quería decir tu nombre. -ambos estaban que no cabían en sí de gozo.

Una fuerte música comenzó a salir desde un local a su lado. Viola, motivada, empezó a mover las caderas delante de Sanji, que babeaba. Ella giraba, movía las muñecas y bailaba, y mientras el rubio aplaudía y cantaba la canción.

En un momento dado, él se unió al baile.

Sanji sentía que ella sería para siempre. Lo notaba cuando la miraba a sus claros ojazos y le sonreían. No ella, sus ojos. Le sonreían con una promesa de por medio. Una que no pensaban romper.

•••
DOS AÑOS DESPUÉS

Quedamos en el parque de debajo de casa en dos horas. Ponte guapa, como siempre eres ♥

La chica releía el mensaje con una sonrisa en sus labios. Habían pasado dos años. Dos años que a su lado parecían solo dos meses. Había terminado su carrera, tenía un trabajo estable, y vivían juntos en un bonito piso del centro de la Red Line.

Hizo lo que ponía en el mensaje con el corazón desbocado, como cada vez que iba a verle. Se duchó, se vistió, se peinó, y se maquilló un poco.

Salió a la calle con el corazón en la garganta. Sonreía. Se sentó en un banco a esperarle, pero no llegaba.
Una chica se acercó corriendo a ella. Lloraba y se limpiaba las lágrimas con la manga de su chaqueta.

-Ayúdame... -sollozó.

-¿Qué te pasa, cariño?

-Es que... Mi hermanito se ha caído... Y no se despierta... -su voz se quebró.

-No te preocupes, llévame hasta él. ¿Cómo te llamas? -le dijo cariñosamente.

-Me llamo Aisa.

-Qué bonito, yo me llamo Robin. -la chica sonrió. Agarró la mano de la mayor y la arrastró hasta un callejón. Allí pasaron delante del pub al que Zoro le había llevado dos años atrás.

-Está allí. -lloriqueó. Robin entró con curiosidad. Miró a todos los lados, pues estaba bastante oscuro. En el escenario había muchísimas rosas esparcidas por el suelo, y luces de Navidad mal colocadas. Se dio la vuelta al no encontrar a nadie ahí aparte de la gente tomándose algo, cuando de repente cerraron la puerta.

Robin estaba confundida. La gente le señalaba riendo y charlando. Entonces dos toquecitos en el micrófono la alertaron. Alzó la cabeza y vio allí a un hombre (su hombre) vestido con un elegante traje y sonriendo a más no poder. Se había peinado bien e incluso se había puesto una corbata él solo. Carraspeó y todos le aplaudieron.

Al rojo vivo [KidLaw]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora