C A P í T U L O 13

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-No sé qué ponerme.

-Así que al final vienes. -dijo Zoro tumbándose en su cama. Miraba a Robin delante de su maleta, sacando y metiendo ropa.

-Sí pero no sé qué ponerme.

-Cualquier cosa te quedará bien.

-Gracias, Zoro. ¿Qué te parece este? -dijo poniéndose delante del cuerpo un vestido blanco, largo hasta las rodillas y con un escote prominente, de tirantes y cuello de gargantilla.

-Me gusta, pero...- se levantó y se puso a buscar ropa en la maleta de la chica. -Me gusta más esto. -sacó una camiseta azul marino de cremallera y manga corta, junto a un largo pareo rosa con flores y unas bonitas gafas blancas y rojas.

-Tienes buen estilo -comentó. -Podrías aplicártelo.

-Qué mala eres. -rió el mayor.

Más tarde, los tres iban en el coche de Sanji, camino a Baratie.

-Luffy no viene -anunció Zoro.

-¿Por qué?

-Ni idea.

-Colémonos en su casa después de cenar. Le llevamos carne. -sugirió el mayor.

-Me parece bien. ¿Qué opinas, Robin? -ella sonrió y asintió, agarrando la mano del peliverde. Este último se sonrojó.

Cuando llegaron al Baratie, en la puerta se encontraban Usopp y Nami.

-¿Y Luffy? -preguntó la pelirroja guardando su móvil.

-No viene. Pero después de cenar iremos a su casa a llevarle algo de comer.

-No está en su casa.

-¿Cómo?

-Acabo de venir de allí -dijo Nami.

-Vaya. Pues...

-¿En casa de su abuelo? Siempre comen allí el primer día del año. -sugirió Sanji.

-Podría ser. No está muy lejos de aquí, y menos si vamos en coche.

-¡Vamos, pues!

-Pero ¿y la cena? -inquirió Usopp.

-Cenemos allí. Nos colamos y cenamos todos juntos. -añadió Zoro.

-Me parece bien. -asintió el narizotas.

Todos se metieron en el coche de Sanji. Muy apretados, pero cabían. El rubio apretó un botón y dejó que el techo del vehículo se pusiera en la parte trasera, dejando ver las estrellas.

-Vamos, nenas. -gritó Sanji. Gritaron como críos y encendieron la radio, a la vez que notaban el aire nocturno en la cara.

-¡Mira, Robin, nuestra canción! -chilló Zoro. En la radio se escuchaba la misma que comentaron el día de la fiesta. El peliverde se puso a cantar agarrando a Robin de la mano, mientras ella reía. -¡Antes de morir quiero el cielo~! Vamos, canta.

-Vale... ¡El ciento por ciento, por cierto! -el resto del grupo les miraba asombrados. Les extrañaba que al fin Zoro supiera estar con alguien y poder reír, quitando su típica cara seria y enfadada.

-Zoro, ¿estás bien? -preguntó Usopp fingiendo preocupación.

-Estoy feliz. -dijo simplemente.

Cuando llegaron a casa de Garp, el pequeño se asomó a la ventana al escuchar el ruido que sus amigos estaban causando. Cuando vio a Nami ahí, con su melena naranja recogida, sus brillantes ojos y esa sonrisa que tanto le gustaba, no pudo evitar sonreír.

Al rojo vivo [KidLaw]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora