C A P í T U L O 10

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Veía a la menuda chica en la orilla de la piscina, riendo al ver a sus amigos. Tenía un brazo en la escalera para no ahogarse y la otra en el agua. Sintió que podía ver a través de ella, sentir lo que ella sentía. Entonces comenzó a sentirse muy solo. Muy solo cuando veía a la pelirroja jugando con el pequeño, al médico mirando a Kid, cuando pensaba en Ace... Se sentía muy mal por él.

Pensó en Thatch. Su vista se había vuelto negra, no veía nada. Solo pensaba. Y le invadió una enorme sensación de culpabilidad. Él había hecho que se conocieran. Sintió ganas de llorar y quiso abrazarle, pero no podía. Estaba dormido.

Ace... ¿qué estaría haciendo? ¿qué estaría dispuesto a hacer? ¿Por Sabo? ¿Y por él? Millones de preguntas le invadieron. Pero no podía responderlas. Nadie podía.

Se sobresaltó. Arrugó las mantas en sus puños mientras miraba la poca luz entrando en la habitación. El reloj marcaba las 16:45. Sí que había dormido. La cama, amplia y caliente. Las innumerables mantas le hacían sentirse seguro, protegido. No quería salir de allí. Escuchó golpes metálicos, seguidos de unos pasos. Se tumbó rápidamente y se hizo el dormido, justo a tiempo para ver la luz al abrirse la puerta.

Escuchó a Thatch suspirar. Se acercó y le dejó en la mesita una pastilla y un vaso de agua. Se sentó en el borde de la cama. Estuvo ahí unos segundos; a veces le dirigía la mirada o le acariciaba el brazo. En un momento dado se levantó y se fue, tan rápido como había llegado.

Marco, rojo como un tomate se tomó la pastilla y se volvió a acostar, pensando en el sueño que había tenido. Sentía que era él quien estaba solo; no Koala.

•••

-Ace. No me sigas. Lo arreglaré, te lo dije. Pero no podemos estar tan juntos o sospecharán.

-El abuelo ya nos hace dormir en cuartos separados.

-¿Y? Estoy a punto de arreglarlo.

-¿Quién será tu nuevo novio? ¿Eh?

-Cállate. Ya lo verás -Sabo apartó la mirada.

-Puff... -Ace resopló. Pasó su mano por el pelo y apartó la mirada.

-¿Cómo empezó a sospechar?

-No sé, tal vez éramos muy obvios.

-No creo.

-No lo sé, Ace.

-Tengo... Miedo. De que finjas tener otro novio y acabes enamorándote de él. -Sabo le miró con lástima. El mayor odiaba que hicieran eso. Lo llevaban mucho tiempo haciendo, sobre todo el rubio. Pero este último sabía que no podía controlar a quién amar. Claramente seguiría queriendo a Ace, son hermanos. Pero... Tal vez no de la misma forma. Y tenía miedo, él también.

-Yo no puedo elegir eso. -al pecoso se le rompió el corazón. Ambos estaban en el campo de fútbol. Ace se tumbó en la hierba, sintiéndose arropado por las estrellas, que poco a poco se iban viendo peor, ya que las nubes las tapaban. Sabo se sentó a su lado. - Lo siento.

-No lo sientas, tienes razón. No puedo obligarte a quererme -¿Por qué no podía? ¿Por qué tenía que estar tan perdidamente enamorado, mientras Sabo solo...?  No sabía. ¿Qué sentía Sabo? Ace estaba seguro que si le quisiera lucharía por él. Pero al rubio le daba miedo actuar. Solo quería que todo fluyese, sin decidir nada él. Era una de las personas que sí creían en el destino; no quería rebatirlo. Y por eso no se esforzaba tanto.

Al rojo vivo [KidLaw]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora