Secreto entre lazos: Dominación

11._ Incomodidad

Hunter

Aunque desde un principio mis intenciones no iban dirigidas a molestarle, logré hacerla enojar con una simple frase, consiguiendo que actuara bastante a la defensiva, con una seriedad demasiado contrastante con su anterior gesto facial que incluso siguió presente al momento de seguir con su tranquilo movimiento; no quería ofenderla de ninguna manera, pero ella malinterpretó todo con premura.

Tan solo dije eso para tener con qué comenzar una conversación, pero fue su reacción la que volvió complicada toda la situación, tanto así que no supe qué hacer por un instante; por lo menos ya tenía algo preparado con antelación por si nada funcionaba, tal y como es de costumbre con Akira. Fue fastidioso y molesto cuando no me dijo nada, tan solo siguió columpiándose hacia delante y hacia detrás como si yo no estuviese presente, ignorándome.

Voy hacia ella con intenciones positivas, nunca con ganas de hacerle algún mal o algún daño, pero muchas veces actúa como si fuese lo peor, como si no le soportara, incluso hay otras ocasiones en las que se acerca a mí con alguna intención oculta cuando yo no he hecho eso desde hace mucho tiempo. Desde mi punto de vista, siempre he dicho que nunca me ha visto como un amigo sino como una persona con la cual contar cada vez que necesite, aprovechándose de mi buena voluntad; me tiene a su lado porque no le hago mal, porque le conviene, porque sabe que soy incapaz de traicionarla aun encontrándome completamente furioso con su persona.

Siempre soy yo el que va hacia ella; solo llama a mi nombre cuando es realmente necesario, pero ahí siempre estoy yo, completamente fiel. Y aquí estoy yo, con toda la decisión de centrarme en las cosas que quiero para alcanzar finalmente algo con Akira por muy complicado que sea, porque con el tiempo me ha dejado de bastar con mantenerme cerca aun si no puedo encontrarme bien si ella no se encuentra. Siempre me encuentro en situaciones sentimentales tan complicadas cuando ella acaba involucrada en serios asuntos y esto no cambiará hasta que me vea por lo menos como un amigo, no como su guardaespaldas, y para lograr eso tengo que dedicarme; no voy a rendirme ahora que tengo el pensamiento a mil, no lo haré.

No se trata de toxicidad entre los dos, sino que existen situaciones sentimentales tan contrarias que se nos hace muy difícil llevarnos con el otro. No nos soportamos mutuamente cuando estoy en mi ciclo hipomaniaco bastante concentrado y cuando el principal desencadenante es el estrés, si mal no recuerdo, el año pasado nos insultamos porque vi demasiada ridiculez de su parte, pero fue la única vez después de tanto tiempo. Ha habido ocasiones en las que hemos discutido por estupideces y soy yo el principal causante y es siempre cuando me encuentro en ese estado. Claro, de esos tiempos para acá, hemos aprendido a mantenernos en la raya y hemos aprendido a sobrellevar al otro por obvias necesidades: el escolta debe llevarse bien con el líder y viceversa.

Llegué a ella con la intención de hablar, de sacarme el impulso de dentro y acercarme por simple gusto, pero comenzó con ella ignorándome, cosa que nunca me ha gustado y eso debería saberlo desde el primer día que nos conocimos; odio que me ignoren, pero la diferencia de ese día con estos es la actual existencia del autocontrol y del reconocimiento del actuar correcto o incorrecto. Por eso solo me límite a hablarle tal y como lo hice, para llamar su atención sin ser grosero, pero dejando en claro lo que me molesta y lo que no.

¿Quién lo diría? Con un pequeño gesto y una pequeña pregunta, mis sentimientos fueron cambiando poco a poco hacia una triste curiosidad. Fue su mirada inquisitiva la que logró transformar mi enojo de forma tan inesperada, sin siquiera un signo de aviso. Lo extraño en todo eso es el simple hecho de ella haber bloqueado el aroma de sus sentimientos apenas me puse a su lado, dejando que el residuo de estos se esfumara poco a poco con el viento de madrugada y la fragancia de las flores de la temporada.