Akira Berglind
— ¿Qué vas a hacer entonces para evitarlo? —Tomo su mano contraria, cerciorándome de que no vaya a intentar atacarme con ella al encontrarse incapacitado desde una.
— Lo que tuvimos que hacer la primera vez de nuestro encuentro.
— ¿Y entonces qué harás con el infierno sin un líder dispuesto al acuerdo, a los espíritus haciendo de las suyas y con los ángeles de la muerte perdiendo organización? —Le miro de reojo, alzando una de mis comisuras por su evidente reacción.
La verdad, podrían llegar a un acuerdo con los ángeles de la muerte y otorgarles la información necesaria, pero con los espíritus es casi imposible, sin contar que el simple contacto con los demonios podría generar una guerra desfavorable para los humanos.
Su ataque efectivo gracias a mi intención de dejarle suceder le da la oportunidad de armar distancia de mí y expandir su área de protección, tomando la seguridad de que no le heriré por cercanía. Sus aliados en pie a pesar de la intervención y revelación de Asim, Lis y Hunter al momento de haber reavivado los canales de comunicación, rápido hacen formación a sus costados, colocando sus sentidos en alerta.
Río para mis adentros y me levanto como si nada, dejando caer mi recta postura. Alzo mis hombros en un gesto desinteresado y extiendo mis manos a los lados en otro gesto del mismo sentimiento.
Parece que mi última oportunidad de intentar llevar las cosas mediante un acuerdo acaba de ser desechada antes de siquiera dejarla saber, acaban de perder semejante oportunidad de evitar una pelea aunque mi último objetivo sea atacarlos.
— Aíslame de aquellos a mi espalda y mantenme en el mismo plano con mis contrincantes. No deformes ante palabras ajenas ni caigas hasta que mi consciencia lo haga.
El dedo índice de mi mano izquierda dibuja en el aire con lentitud el inicio del centro de energía y continua su trazo en una circunferencia, mi mente transforma la principal idea y la expresa en su forma física mientras mi voz en susurro aumenta y sella su fuerza. Ambos extremos se tocan y entrelazan, eliminando la división de unión y final justo al instante de dar por finalizadas las palabras en mi boca; como un latido expresado por el movimiento de mi mano dominante y con el vivo objetivo de apartar de mi campo a aquellos encontrados a mi lado y dejarme en el interior con cada uno de mis contrincantes, alzo la primera barrera según el improvisado plan de mi cabeza.
Con cuidado de no ser demasiado brusca conmigo misma, a ojos cerrados, pero atenta a mi entorno y con mi mano ahora fija en mi pecho, divido una mínima porción de mi alma y la dejo salir para reunirse con los ángeles que se encuentran a mi apoyo gracias a las palabras de mis escoltas con tal de informarles de mi plan a suceder y evitar su confusión por mucho tiempo.
Suave, lento, creciente y constante; así entre mis pies siento deslizarse y espesar el humo que alguien ha evocado. Delicado, casi silencioso, pero también progresivo y cada segundo yendo en aumento; las voces del fondo entonan un conjunto melodioso capaz de desplazarse con soltura y delicadeza a pesar del bajo volumen con el que se expresan. Un movimiento regresivo, y el sonido de un objeto en tensión retenida llega a mis oídos con claridad a pesar de lo mínimo percibido auditivamente por ser tan pequeño.
Tal y como lo practicado con mi abuelo Thomas, tal y como lo enseñado por mi abuela Lisa, tal y como me hicieron practicarlo de forma individual y también en conjunto, retrocedo los pasos completamente necesarios para salir ilesa del ataque y bloquear un futuro movimiento con la reciente espada en mi mano sin depender de mi visión.
Segura en mi posición de defensa alta y lo suficientemente estable en mis sentidos activos en su totalidad, abro mis ojos en busca del rostro de mi primer atacante justo como a quien esperaba verlo siendo el primero en accionar.
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Secreto entre lazos: Dominación
FantasyLos actos precipitados y descuidados de todos han hecho enojar al monstruo oscuro en el corazón de Akira Berglind. En ella surgió la duda de saber si las personas a su alrededor son realmente de fiar. Se acabaron los buenos actos, las buenas palabr...