20._ Relaciones y temores

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Hunter

Sus ojos verdes tan nerviosos y asustados completamente fijos sobre mí, su corazón latiendo desbocado con un sentimiento flotando de emoción, su mano cerrada con firmeza en la tela sobre mi pecho sin saber si soltarme o no, y su respiración demasiado cercana a mí por ese mismo impulso que me hace viajar a aquel momento en la playa a las cercanías de la quinta. Mi sorpresa tan inmensa por su accionar a modo de explicación por la dificultad del propio orgullo, mi respirar detenido por la simple incredulidad del momento y mi corazón tan acelerado como el de ella; mi imposibilidad de quedarme quieto y no volverla a atraerla a mí ausente de brusquedad, lleno de tranquilidad y pasividad.

Sus labios tan cálidos y diferentes a otros momentos faltos de correspondencia o aceptación, una potente necesidad de expresar los sentimientos enfrascados en lo más profundo de su corazón por quien sabe qué razón, su miedo deslizándose a nuestro alrededor que me hace viajar con ferocidad a todas esas veces que he escuchado de la promesa existente dentro de sus lazos familiares; un miedo y una ansiedad tan desgarradora que deja un sabor agridulce por la mezcla de mis sentimientos con los suyos.

No es mi sentir, pero es su transmitir el que me deja conocer todos los miedos habitantes dentro de su consciencia. El aroma que no ha bloqueado, dejándolo a la libertad para enlazarse entre nosotros, me informa de la misma forma como le informo yo a ella.

— Me harté de estarlo negando, pero tengo miedo de acabar sufriendo si te llegasen a usar para lastimarme —farfulla casi hasta llegar a un balbuceo sin forma.

Suspiro y sonrío pacífico, encunando su rostro entre mis manos con la duda presentándose en mí por no poder predecir su reacción o sus palabras en este preciso instante, pero a falta de su negación, me permito el viajar por cada una de sus facciones en busca de algo para poder sacarla del miedo diferente de motivos a los cuales he presenciado. Apego su frente a la mía y cierro mis ojos, queriendo sentir por completo su presencia, su esencia y su aroma.

— Por algo hemos formalizado a los firmantes, para que ningún peligro aceche cerca de ti y de las personas que más quieres —susurro, siéndome imposible introducirme dentro de la oración de forma directa por la verdad con la que inicié todos estos movimientos; mis intentos de introducirme en su corazón se encontraban mezclados, pero no eran parte principal—, por algo he hecho todo esto por ti, porque no quiero verte sufriendo por nada. —Deslizo mis manos detrás, llevando junto con ellas el cabello que rodea su rostro— Está bien, hagamos esto juntos, pero por favor, no encierres con tu orgullo tus sentimientos dentro de una caja de cristal.

Me separo lo suficiente como para poder besar su frente antes de limpiar las lágrimas angustiadas que comienzan a bajar lentamente por sus mejillas, y de nuevo, vuelvo a sonreírle con ese sentimiento ligeramente ácido saltando dentro de mi pecho con fuerza y constancia.

— Tú más que nadie eres quien puede evitar los males y lo sabes más que nadie.

Giro bruscamente hacia mi izquierda por el peso que se crea sobre mi hombro tan de pronto en forma de agarre, asustándome por completo hasta el punto de hacerme perder la respiración por unos segundos. Cierro mis ojos apenas caigo en cuenta de quién se trata antes de respirar hondo en un intento de volver a la tranquilidad en la que me encontraba desde hace rato, volviendo a abrirlos para subir mi mirar hacia esos ojos marrones que me miran con intensidad.

— ¿Me escuchaste? —pregunta, acercándose demasiado a mí con una sonrisa completamente traviesa, logrando intimidarme lo suficiente como para hacerme retroceder unos centímetros desde mi silla.

— Sí, sí lo hice, ¿por qué preguntas? —respondo como si realmente lo hubiese hecho, intentando no acentuar mi posición de tortuga al sentir su manos colocarse sobre mi cabeza.

Secreto entre lazos: DominaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora