Capitulo 1

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Tiempo antes de conocer a Harvey Sanders yo salía con un chico llamado Giovanni. Conocí a Giovanni el verano en el que había terminado los estudios que me llevarían a empezar primero de bachillerato. En principio tan solo éramos amigos. Pero con el tiempo acabamos teniendo una relación. Es un chico alto, sobre metro ochenta, rubio y con ojos azules. Todo un encanto. Los primeros cinco meses de relación fueron los mejores de mi vida, pero al cruzar el medio año, cuando dicen que la confianza se va consolidando un poco más, fue cuando empezaron los problemas. Un infierno del cual no sabía salir de él, un infierno que me había durado cuatro largos años. Os contaré el episodio más reciente, lo acontecido este último año.

31 de diciembre 2017.

—¡Quítate eso! ¡No voy a consentir que salgas así delante de todos mis amigos!
—Me da igual lo que me digas, es mi vestido y a mi me gusta.
—Diane, no te lo vuelvo a repetir. Ese vestido es demasiado corto, y muy escotado y va cargado de brillo. Vas a llamar muchísimo la atención.
—¡Es nochevieja! Todas van a llevar algo con brillo, es la moda. Y además es bonito, queda bien.
—¿Sabes lo que va a ser bonito? Ver cómo te quedas en casa mientras tú novio sale a celebrar con sus amigos la última noche del año. Y tú, por bocazas te quedas aquí, solita y muriéndote del asco.
—Giovanni, no serás capaz de hacer eso.—le estaba mirando a los ojos, como suplicando que por favor no hubiera dicho eso en serio, pero su mirada de desprecio y de mal humor indicaban que para nada estaba bromeando.
—Tú sal así y vas a temer las consecuencias. Luego no digas que no te avisé. Cámbiate. Te espero en el coche dentro de quince minutos. Ni uno más ni uno menos, ¿entendido?—Se fue dando un portazo de la habitación. Yo no sabía que hacer. Por una parte me sentía frustrada, me encantaba ese vestido y realmente quería ponérmelo aquella noche. Era un hermoso vestido rojo de lentejuelas de tirantes que realzaba totalmente mi figura, me veía bien con el y me sentía a gusto conmigo misma. Sin embargo, no quería tener una discusión con Giovanni en la última noche del año, así que fui al armario y cogí algo con lo que pudiera pasar más desapercibida. Me puse un mono negro largo de manga corta que me tapaba todo el pecho y me llegaba más allá de las rodillas. Iba a bajar las escaleras para salir y meterme en el coche con Giovanni pero lo pensé bien, y no dudé ni un segundo en coger el vestido y guardármelo en el bolso. Él iba a estar con sus amigos, pero yo había quedado a las dos de la mañana con mis dos amigas, Sylvana y Nicole y varios amigos suyos de la facultad de enfermería. Estaba harta de hacerle caso a Giovanni, a él y a sus tonterías. Y esa noche, era mi noche. Y nadie me la iba a estropear.

Cuando llegamos estaba la discoteca repleta de gente. La fiesta era en uno de los hoteles de Génova más lujosos de la ciudad. El Meliá llenaba sus espacios con gente vestida de gala, de etiqueta, de brillo, de alcohol, de felicitaciones, de alegría. Me sentía realmente avergonzada, no llevaba el atuendo perfecto para esa noche, no me sentía cómoda conmigo misma. Quería llevar ese vestido, ¿por qué tuve que hacer caso a Giovanni, por qué? Pero la respuesta era siempre la misma. La misma respuesta para las múltiples de preguntas que me hacía con respecto a Giovanni. ¿ Por qué le hice caso, por qué? ¿ Por qué no le dije lo que pensaba? ¿ Por qué? Por miedo. Me atemorizaba pensar en las amenazas constantes que recibía de él, y sabía que con el no debía tomarme las cosas a cachondeo. Bastaba con ver su mirada, la tensión de sus músculos y la agresividad en sus palabras, para entender que como le llevara la contraria era mujer muerta. Pero esa noche era especial, era la primera noche que se salía de lo común. Nunca antes había pasado la nochevieja en uno de los hoteles más lujosos de Génova y por supuesto que eso merecía una celebración por todo lo alto. Esa noche era mi noche y nadie me la iba a estropear. Por lo que cuando llegamos, sobre la una de la madrugada, entramos en el local y me encontré con todos los amigos de mi novio que ni si quiera me saludaron, unos me miraron con asco y otros ni si quiera tuvieron la amabilidad de dedicarme una mirada o sonrisa cordial. Estaba realmente aburrida acompañando a mi novio y a sus estúpidos amigos, porque eran realmente estúpidos. Se pasaban la vida fumando, drogándose, bebiendo cerveza y no hablaban de otra cosa que no fueran chicas y fútbol. El aburrimiento se apoderaba tan rápidamente de mi que antes de que dieran las dos, me excusé para ir al baño y allí fue donde me encontré con mis amigas.

Cuestión de prioridades.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora