El dolor del brazo me estaba desgarrando por dentro. Sentía la sangre caliente fluyendo por mi piel. El muy imbécil me había agarrado con fuerza haciéndome un corte con su navaja. Quería estar seguro de que sus acciones me hacían sufrir. Y el problema más grande de todos es que no sabía donde estaba, y para colmo, estaba sola. ¿Qué habría sido de Harvey? Estaba segura de que se habría ido, asustado por lo ocurrido, o quizás hubiera ido corriendo a llamar a la policía. Pero eso conllevaba un riesgo enorme. Él no sabía nada de Giovanni. Al llevar un pasamontañas no le había visto la cara y no podía juzgar por la expresión de su rostro si lo que decía iba totalmente en serio.
Me encontraba rezando mentalmente, para que por favor no hubiera llamado a la policía. Si Giovanni se enteraba, el futuro de Harvey Sanders estaba más negro que el carbón. Conocía a Giovanni. Cuatro años de relación dan para mucho. Pondría la mano en el fuego a que seguramente él estaba metido en alguna banda o mafia peligrosa y que la gente con la que se juntaba no era para nada de fiar. Seguro que se reunía a diario con tipos de enorme estatura, macizos y con falta de empatía. Tal y como era Giovanni.
Estaba ensimismada en mis pensamientos cuando de repente sonó un teléfono. Giovanni contestó alejándose un poco de mi lado.
—Sí, si. Tranquilo. Todo controlado.—Giovanni no paraba de mirarme, y yo intentaba permanecer atenta pero había partes de la conversación que no llegaba a entender. —Necesito más tiempo. Tengo cosas más importantes que atender.—Vi como Giovanni tragó saliva y se quedó con el teléfono en la mano. Me miró y gruñó.
—A ver morena, tenemos problemas. Me voy a tener que ir, y voy a tener que dejarte aquí.
—¿Cómo qué te vas? ¿A dónde? No puedes dejarme aquí encerrada. Necesito comer, necesito ir al baño, necesito descansar, ¿entiendes? ¿O es que se te ha olvidado ser persona?—La risa de Giovanni antes mis preguntas fue toda un gran estallido. Actuaba como si lo que le acabara de preguntar fuera el mejor chiste del mundo. Claro está que estaba hablando con un trastornado mental, porque viendo lo que me había hecho y lo que me estaba haciendo ahora, no tenía otro nombre. Estaba loco. Totalmente pirado de la cabeza.
—Mira niña. Comerás los restos que me sobren a mi de comida. Es decir, dos migajas de pan para comer y otras dos para cenar—Giovanni se acercó más a mí hasta juntar su frente con la mía.—Si tienes que mear, levantas la patita y meas y si te cagas, lo haces en tus pantalones. Y ¿descanso? ¿Qué te crees que es esto? ¿un hotel de cuatro estrellas?—Giovanni volvió a reírse y apretó fuertemente los dientes cogiéndome por el cuello.—Voy a acabar lo que tenía que haber hecho hace tiempo. Lástima que fui idiota y no me aseguré de que ya no respirabas.
—Eres un imbécil, Giovanni. ¡Estás mal de la cabeza!
—Piensa lo que quieras, niña. Pero esta vez te juro que no me va a temblar el pulso y te voy a clavar esta preciosa navaja hasta que te desangres.—Giovanni volvió a sacar su afilada navaja y me la enseñó, pasándola lentamente por el brazo por el que no me había herido antes. Sentí el frío de la navaja contra mi piel y contuve la respiración. No quería que volviera a lastimarme como había hecho con el otro brazo. Había perdido bastante sangre, ya que el corte era demasiado profundo. Sentí sus ansias de clavarme de nuevo la navaja, pero de repente pareció pensarlo mejor y se puso en pie. Suspiré aliviada, al menos no me tocaba sufrir por el momento. Si se marchaba quizás tuviera tiempo de encontrar una posible solución o una salida.
—Se lo que estás pensando, morena. Pero me temo que va a ser imposible salir de aquí. Como ves no hay ventanas y sólo hay una puerta de acceso que da a la parte de atrás de la cabaña. Y esta puerta esta cerrada con llave y con candado.—Me atreví a mirarlo a los ojos. Estaba disfrutando viéndome sufrir así.—No me pongas esa cara, Diane. Te estoy ahorrando trabajo. Deberías darme las gracias por avisarte. Cualquier intento que hagas será un sacrificio en vano.
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Cuestión de prioridades.
Teen FictionDiane es una chica italiana que sufre violencia de género tras los cuatro años de relación que lleva con Giovanni. Tras una fuerte paliza, Diane comienza a replantearse la vida sin Giovanni hasta que un americano, Harvey Sanders, se cruza en su cami...