Había pasado más de una semana desde el beso con Salva. No quería darle vueltas porque había sido sólo un juego. Sin embargo, mi mente se empeñaba en recordarlo una y otra vez, como si fuese una secuencia de fotogramas.No se volvió a hablar del asunto, ni tampoco lo había vuelto a ver, por lo que me limité a seguir con mi vida, trabajando diariamente, enseñando a miles de turistas los encantos que tenía Génova día a día. Y aunque generalmente siempre explicaba lo mismo y me movía por los mismos sitios, me apasionaba lo que hacía. Quería que toda esa gente que visitaba Génova, se enamorara de ella tanto como yo lo estaba. Intentaba que las visitas guiadas fuesen experiencias divertidas, apasionantes y excitantes. Ansiaba que la gente mantuviera en sus retinas la calle histórica del Strade Nuove, la famosa catedral de Génova y la Piazza de Ferrari, por no hablar del increíble paisaje costero que teníamos aquí. Quería que cada uno al llegar a su país de origen o a su país de residencia, les contaran a sus familiares y amigos lo precioso que había sido viajar por Italia. Ese era mi reto diario.
Por semana apenas veía a mis amigas, ya que cada una estaba demasiado ocupada en su vida laboral. Sylvana, como ya mencionaba, la habían cogido de auxiliar de enfermería y aunque todavía no cobraba mucho ni tenía un gran puesto, agradecía que tal y como están las cosas ahora, pudiera tener un trabajo y un sueldo con el que vivir cada día. Nicole, que había estudiado magisterio, ahora impartía clases como interina en un colegio cerca de donde vivía enseñando a los más pequeños de la escuela. Si a Sylvana y a Nicole las veía poco, a mis amigos; Salva y Manu, menos todavía. Manu no había encontrado plaza en ningún centro médico, pero mientras estudiaba para opositar, se apuntó a voluntariado para ayudar a las personas mayores con los medicamentos, acompañarlos al médico e incluso hacerles la compra. A Salva quizás era al que mejor le iba de mis amigos, aunque todavía no tenía trabajo, estaba a punto de sacarse las oposiciones para policía, es decir, que iba a dedicar su vida a lo que siempre quiso desde bien pequeño. Una suerte, no todo el mundo puede decir lo mismo. Y aunque le estaba costando bastante sacarse las oposiciones, le apasionaba todo aquello que estudiaba. Y no hay nada mejor que eso, disfrutar con lo que uno hace.
Eran las siete de la tarde de un domingo y tras haber ido al gimnasio y darme una ducha, me encontraba en casa haciendo las maletas para irme a Milán, sitio al cual siempre me encantaba regresar y hacer de guía turística. Me habían llamado y querían que fuera la cabecilla de un grupo de americanos. De repente sonó el timbre. Al principio me sobresalté, porque los domingos no hay correo y no esperaba ninguna visita, a no ser que fuera un vecino quejándose por algo o pidiéndome sal o huevos.
Abrí la puerta y me encontré a Salva con dos botellines de cerveza y un paquete de pipas en la mano. Sonreí. Lo invité a pasar y nos sentamos en la mesa del salón.
—No te esperaba. Pensé que iba a ser el vecino cascarrabias de arriba que se queja por todo.—Salva esboza una sonrisa.
—Pues aquí me tienes. Creo necesario volver a recuperar los domingos. Nuestros domingos.—Salva abre el botellín de cerveza y me tiende una.
—Pues bienvenidos sean.—Los dos brindamos y bebemos un largo sorbo de cerveza. Nos quedamos callados y noto como la mirada de Salva quiere decirme algo, que sin embargo, prefiere decirlo con palabras.
—Tenemos que hablar de lo del otro día.—Trago saliva. Esperaba que no hubiera que hablar de eso, porque no sabía muy bien que decir, ni como reaccionar. Me había hecho a la idea de que había sido solo el juego, hasta que me obligué a borrar esa imagen de mis pensamientos y centrarme en otras cosas.
—¿Qué del otro día? No te entiendo.—Intentaba hacerme un poco la loca a ver que es lo que decía Salva.
—Joder, Diane. ¿Pues que va a ser? Lo del juego. El beso. No sé.
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Cuestión de prioridades.
Teen FictionDiane es una chica italiana que sufre violencia de género tras los cuatro años de relación que lleva con Giovanni. Tras una fuerte paliza, Diane comienza a replantearse la vida sin Giovanni hasta que un americano, Harvey Sanders, se cruza en su cami...