Capítulo 14

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—¡Oh dios mío! ¡Qué horror!—Nicole mira con terror el cuerpo de Giovanni boca abajo en el suelo con un gran charco de sangre a su alrededor. Observa la cama que también estaba ensangrentada.—¿Esta sangre es de Giovanni también o es de otra persona? ¡Dime que esta no es la sangre de Diane por favor!—Ante su repentino ataque de histeria al ver la situación en la que se había visto envuelta sin quererlo, Sylvana coge a Nicole y la abraza.

—Tranquila, Nicole, tranquila. Él ya no puede hacer daño a Diane, quédate con eso. Pero si Giovanni está muerto, ¿dónde está Diane? ¿Y qué es todo esto? —Sylvana observa la cantidad de pétalos rojos tirados por la cama y por el suelo y el ramo de rosas totalmente desecho en una esquina de la habitación.

—En la casa no está.—Salva tras ver el percal no había dudado ni un segundo en ir con su pistola sin balas a inspeccionar la casa. No había rastro de Diane.—Pero he encontrado esto.—Salva extiende sobre la palma de su mano una pulsera de plata.

—¡Es suya! ¡Esa pulsera es de Diane! ¿Dónde estaba?—Nicole estaba entrando en una crisis de ansiedad. Toda esa situación la sobrepasaba por completo.

—Sí, es suya. Tenemos las tres la misma.—Sylvana le muestra la pulsera que tiene en la muñeca derecha a su amigo Salva y Nicole la imita.—Nos la compramos las tres en el viaje de fin de curso de bachillerato.—Salva asiente, aprieta con fuerza la pulsera y se la guarda en el bolsillo de su pantalón.

—Estaba en lo que parece el sótano, la bodega o lo que sea de la casa. Estaba todo muy oscuro y no encontraba la luz, pero con la linterna del móvil me las apañé y fue donde la encontré. Pero no hay rastro de Diane. Y si Giovanni está muerto, no sé vosotros, pero aquí hay algo que no me cuadra. Diane no ha podido matar a Giovanni, de eso estoy seguro. No es capaz de hacer daño ni a una mosca.

Sin embargo, por muy seguro que estuviera de que Diane no había asesinado a Giovanni, las esperanzas de Salva se esfumaron por completo. Giovanni estaba muerto, sí. Pero Diane no estaba y eso no entraba dentro de sus planes. ¿Había huido sola? Y si es así, ¿por qué no los había llamado? ¿O es qué realmente lo había asesinado e intentaba huir para que nadie la localizara? Salva niega con la cabeza. Ésta última hipótesis le resultaba imposible. Diane no es tonta, y sabe de sobra que aunque fuese en defensa propia, si mataba a Giovanni su futuro iba a estar más negro que la oscuridad. Salva coge su teléfono y pulsa el contacto de Diane para llamarla. A lo lejos, todos escuchan una vibración procedente de la habitación de esa casa. Abren cajones y armarios y buscan debajo de las almohadas, sin éxito. Salva vuelve a llamar y dirigiendo sigilosamente sus pasos hacía donde le llevaban sus oídos, encuentra el móvil de su amiga en una mochila de color negra detrás de la puerta del baño que se encontraba dentro de la propia habitación. Localiza una agenda con un montón de fotos de Diane en múltiples ocasiones. Coge el móvil de Diane y rechaza la llamada procedente de su móvil. Observa cada una de las fotos con detenimiento enseñándoselas a sus amigos. Hay fotos de miles de instantes inmortalizados. ¿Por qué quería tener todas esas fotos? Una de ellas es en el centro comercial con la madre de Diane, otra con sus amigas en un pub en Génova, otra es en el Porto Anticuo dónde se celebró la boda del hermano de Sylvana y cómo esa hay miles de fotos hasta que se detiene en una en particular. Es de Diane y él en el parque al que solían ir los domingos. Salva llevaba una camiseta amarilla con un muñeco agradable en el centro, cosa que le hace ver que esa imagen tiene mucho tiempo, puesto que hace un montón que no tiene esa camiseta entre su ropa. Esa imagen podría ser de los primeros meses de relación que llevaba Diane con Giovanni. En ella Diane y Salva parecían estar riéndose a carcajadas. Se detiene en la melena negra de Diane, que por aquel entonces la tenía muchísimo más larga que ahora, casi le llegaba por la cintura. Sonríe con amargura.  No hay nada en el mundo que desee más que encontrar a su amiga y poder decirle que él pensaba cuidarla como nadie la había cuidado antes. Se merecía a alguien que la respetara, que la dejara con total libertad hacer su vida mientras disfrutaba compartiéndola con alguien a quien amara y Salva, se encontró imaginándose lo bonito que sería formar parte de la vida de Diane de esa forma.

Cuestión de prioridades.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora