Capítulo 6

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A las cinco de la mañana sonó el despertador. Me moría de sueño y mi único deseo era quedarme más tiempo entre las sábanas calientes un montón de horas más. Sin embargo, era cuestión de trabajo y no podía faltar. Tenía que estar a las nueve de la mañana allí, ya que comenzaba la visita guiada a las nueve y media. Pero como siempre hay que ir con tiempo por si acaso, fui a las seis de la mañana para estar en Milán sobre las ocho. Así tenía tiempo para llegar al hotel y dejar mi maleta e incluso poder tomarme un café en el punto de encuentro, la Piazza del Duomo.

Os acordaréis, que antes de contaros mi historia, comencé hablándoos de un americano llamado Harvey Sanders. Pues a partir de aquí, es cuando comienza lo que yo llamo "giro inesperado". Un antes y un después en mi vida. Desde este momento, nada volvió a ser igual. Mi vida cambió de la noche a la mañana, sin yo quererlo. Un cambio muchísimo más brusco que el que tuve que dar tras romper mi relación con Giovanni.

El viaje a Milán se me hizo muy corto, ya no sólo porque eran tan sólo dos horas, sino porque fui todo el viaje escuchando el disco Prometo de mi cantante favorito, Pablo Alborán. Siempre me encantó su música y de hecho, me desplacé una vez a Barcelona y otra a Valencia para verlo en concierto. Un concierto mágico y lleno de alegría. Por eso me dediqué a estudiar español. A parte de que me resultaba más sencillo que otro idioma, ya que hay cosas que se parecen al italiano, Pablo Alborán fue una de las razones principales por las que decidí estudiar español, además que era casi necesario para mi trabajo. Entre el español y el alemán, estaba claro cual iba a ser mi preferencia.

A las ocho y cuarto de la mañana ya estaba en la habitación del apartamento Da Vinci donde me iba a alojar esos cuatro días.

La visita guiada fue una auténtica pasada, los americanos estaban muy contentos con ella y además el día ayudaba mucho, ya que hacía un magnífico y soleado día con una temperatura calurosa. Corría una suave brisca que agradecías a cada paso que dabas. La Plaza del Duomo estaba abarrotada de gente, de familias, de niños, de turistas, fotógrafos... como solía estar casi todos los meses. Fue entonces cuando al acabarla, un americano, de pelo negro y ojos verdes intensos, se acercó a mí y con su acento americano me preguntó si quería tomar una cerveza con él en las dos horas libres que tenía la visita antes de irnos a visitar Bérgamo, a tan sólo una hora de Milán.

—Yo te recomiendo comer aquí.—El Ristorante il Paiolo tenía muy buena fama en Milán y tenían unos menús exquisitos.

—Pues allá vamos.—Harvey estaba decidido a hacer caso a mi sugerencia y probar la comida a la toscana. Nos sentamos en una mesa para dos y pedimos lasaña para él de primero y raviolis para mi y de segundo, el optó por pescado y yo por un plato de carne.

—¿Harvey, verdad?—El chico asintió mientras devoraba su lasaña al forno y se bebía una cerveza.—¿Qué te ha traído por aquí? Porque por lo visto, has venido tu solo de viaje.

—Pues ni tengo pareja ni hijos, y mis amigos no podían viajar en estas fechas, que es justo cuando me daban una semana de vacaciones. Me apetecía cambiar aires y dejar Manhattan un rato.

—Guau, Manhattan debe de ser una pasada. Yo nunca he visitado los Estados Unidos y eso que me encanta conocer mundo. Pero viajar desde aquí a los Estados Unidos son muchas horas.

—Pues las mismas que he tenido que hacer yo, ¿no crees?—Me reí ante su pregunta, parecía un chico bastante majo, así que empecé a preguntarle por su vida. Tenía curiosidad sobre ella y como es que había venido solo desde tan lejos. A mí no me gusta viajar sola si no es por cuestiones de trabajo. Siempre prefiero que venga alguien conmigo y me haga compañía y que por supuesto, disfrute viajando tanto como yo.

Cuestión de prioridades.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora