Capítulo 86.

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Sr Rodriguez: Él estará en mis oraciones, Tn. —Su voz titubea—. Ha sido bueno estar con él después de todos estos años. Se ha convertido en un gran amigo.

Tn: Lo sé. — Y con eso se van. Christopher y yo estamos solos. Acaricia mi mejilla.

Christopher: Estas pálida. Ven aquí. —Se sienta en la silla y me jala a su regazo, acomodándome en sus brazos de nuevo, y voy voluntariamente. Me acurruco contra él, sintiéndome agobiada por la desgracia de mi padrastro, pero agradecida que mi esposo está aquí para confortarme. Gentilmente acaricia mi cabello y sostiene mí mano.

Tn: ¿Cómo estuvo Charlie Tango (película)? —pregunto. Sonríe.

Christopher: Oh, ella estuvo perfectoa —dice, con algo de orgullo en su voz. Me hace sonreír apropiadamente por primera vez en muchas horas, y le doy una mirada, desconcertada.

Tn: ¿Perfecta?

Christopher: Es una línea de La historia de Filadelfia. Es el filme favorito de Grace.

Tn: No la conozco.

Christopher: Creo que la tengo en Blu-Ray en casa. Podemos verla y besuquearnos. — Besa mi cabello y sonrió una vez más. — ¿Puedo persuadirte para que comas algo? — Mi sonrisa desaparece.

Tn: No ahora. Quiero ver a Ray primero. —Sus hombros caen, pero no me presiona. —¿Cómo estuvieron los Taiwaneses?

Christopher: Tratables —dice.

Tn: ¿Tratables cómo?

Christopher: Me dejaron comprar su astillero por menos del precio que estaba dispuesto a pagar. —¿Compró un astillero?

Tn: ¿Eso es bueno?

Christopher: Sí. Eso es bueno.

Tn: Pero creí que tenías un astillero, aquí.

Christopher: Sí. Vamos a usar ese para hacer el muelle de alistamiento. Construir los cascos en el Lejano Oriente. Es más barato. —Oh.

Tn: ¿Qué sobre la fuerza de trabajo en el astillero aquí?

Christopher: Reorganizaremos. Deberíamos poder mantener las redundancias a un mínimo. —Besa mi cabello. —¿Deberíamos ver a Ray? —pregunta, su voz suave.

La UCI en el sexto piso es austera, estéril, una sala funcional con voces susurradas y maquinas emitiendo pitidos. Cuatro pacientes son hospedados en su propia habitación separadas con alta tecnología. Ray está en el otro extremo. Papi.
Luce tan pequeño en su enorme cama, rodeado por toda esta tecnología. Es impresionante. Mi padre nunca ha sido tan disminuido. Hay un tubo en su boca, y varias líneas pasan por gotas a una aguja en cada brazo. Una pequeña pinza está atada a su dedo. Me pregunto vagamente para qué será eso. Su pierna esta encima de las sabanas, recubierta por una escarola azul. Un monitor muestras su ritmo cardiaco: bip, bip, bip. Esta latiendo más fuerte y estable. Esto lo sé. Me muevo lentamente hacia él. Su pecho está cubierto por un inmaculado vendaje grande que desaparece debajo de la delgada sabana que protege su modestia.
Papi. Me doy cuenta que el tubo tirando en la esquina derecha de su boca lleva a un ventilador. Su sonido se mezcla con el bip, bip, bip, del monitor de su corazón en un ritmo de percusión. Inhalando, exhalando, inhalando, exhalando, inhalando, exhalando a tiempo con el bip. Hay cuatro líneas en
la pantalla del monitor del corazón, cada una moviéndose constantemente,
demostrando claramente que Ray aun está con nosotros. Oh, papi. A pesar de que su boca se ve distorsionada por el tubo de ventilación, se ve tranquilo, acostado ahí durmiendo. Una pequeña y joven enfermera se encuentra a un lado, comprobando sus monitores.

Tn: ¿Puedo tocarlo? —pregunto, tentativamente alcanzando su mano.

Enfermera: Sí. —Ella sonríe amablemente. Su insignia, dice: KELLIE RN, y debe estar en sus veinte años. Ella es rubia con ojos oscuros, oscuros.
Christopher se encuentra en el extremo de la cama, mirándome con cuidado mientras sujeto la mano derecha de Ray. Es sorprendentemente cálida, y eso es mi perdición. Me hundo en la silla junto a la cama, colocando la cabeza suavemente contra el brazo de Ray, y empiezo a sollozar.

Tn: Oh, papá. Por favor, mejórate —susurro—. Por favor. — Christopher pone su mano sobre mi hombro y me da un apretón tranquilizador.

Enfermera: Todos los signos vitales del señor son buenos —dice la enfermera Kellie dice en voz baja.

Christopher: Gracias —murmura. Echo un vistazo a tiempo para ver su boca abierta. Ella ha conseguido por fin un buen vistazo de mi esposo. No me importa. Ella puede quedarse boquiabierta por Christopher todo lo que quiera mientras haga que mi padre mejore.

Tn: ¿Puede escucharme? —pregunto.

Enfermera: Está en un profundo sueño. Pero, ¿quién sabe?

Tn: ¿Puedo sentarme por un rato?

Enfermera: Por supuesto. —Ella me sonríe, sus mejillas rosadas de un rubor revelador. Incongruentemente, me encuentro pensando que el rubio no es su verdadero color.

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Cortito pero ya hacía falta, ahorita les subiré otro 😘 ¿quieren? Las leo 👀

Mi esposo...el diablo. (Christopher Vélez y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora