Capítulo 112.

2K 72 6
                                    

Christopher: Oye —canturrea Chris. De rodillas frente a mí, saca mis manos lejos de mis mejillas llorosas y acuna mi rostro entre sus manos. Lo miro de frente, parpadeando mis lágrimas. —Estás a salvo. Los dos lo están —susurra. Blip y yo. Mis ojos rebosan de lágrimas otra vez. —Basta, ya. No puedo soportarlo cuando lloras. —Su voz es ronca. Sus pulgares limpian mis mejillas, pero mis lágrimas fluyen todavía.

Tn: Lo siento, Chris. Sólo lo siento por todo. Por hacer que te preocupes, por arriesgar todo... por las cosas que dije.

Christopher: Calla, nena, por favor. —Besa mi frente—. Lo siento. Se necesitan dos para pelear, Tn. —Él me da una sonrisa torcida—. Bueno, eso es lo que mi madre dice siempre. Dije cosas e hice cosas de las que no estoy orgulloso. —Sus ojos cafés lucen sombríos pero penitentes—. Vamos a desvestirte.

Su voz es suave. Me limpio la nariz con el dorso de mi mano y me besa en la frente una vez más.
Rápidamente me quita la ropa, teniendo especial cuidado cuando tira de la camiseta por encima de mi cabeza. Pero mi cabeza ya no está muy dolorida. Guiándome a la ducha, se quita su propia ropa en un tiempo récord antes de entrar en la bienvenida agua caliente conmigo. Me empuja en sus brazos y me abraza, me sostiene mucho tiempo, mientras el agua borbotea sobre nosotros, calmándonos a los dos.
Me deja llorar en su pecho. De vez en cuando besa mi cabello, pero no me deja ir, simplemente me mece suavemente por debajo del agua caliente. Para sentir su piel contra la mía, los vellos de su pecho contra mi mejilla... a este hombre que amo, este desconfiado hombre hermoso, el hombre que podría haber perdido por mi propia imprudencia. Me siento vacía y dolorida ante la idea pero agradecida de que él está aquí, sigue aquí... a pesar de todo lo que pasó.
Tiene algunas explicaciones que dar, pero ahora quiero disfrutar del contacto de sus brazos consoladores, protectores a mí alrededor. Y en ese momento se me ocurre; las explicaciones de su parte tienen que venir de él. No puedo obligarlo, tiene que querer decirme. No voy a ser catalogada como la esposa gruñona, constantemente tratando de sonsacar información de su marido. Es simplemente agotador. Sé que me ama. Sé que me ama más de lo que ha amado a nadie, y por ahora, eso es suficiente. La realización es liberadora. Dejo de llorar y doy un paso atrás.

Christopher: ¿Mejor? —pregunta. Asiento con la cabeza. —Bien. Deja que te mire —dice, y por un momento no sé lo que quiere decir. Pero toma mi mano y examina el brazo sobre el que caí cuando Jack me golpeó. Hay golpes en mi hombro y raspones en mi codo y muñeca. Besa cada uno de ellos. Agarra un paño y gel de ducha de la repisa y el dulce aroma familiar del jazmín llena mis fosas nasales. —Date la vuelta. —Suavemente, procede a labar mi brazo lesionado, después mi cuello, mis hombros, espalda y mi otro brazo. Me vuelve hacia los lados y desliza sus largos dedos por mi costado. Me estremezco cuando pasan sobre la gran contusión en mi cadera. La mirada de Christopher se endurece y sus labios forman una delgada línea. Su ira es palpable mientras silba a través de sus dientes.

Tn: No duele —murmuro para tranquilizarlo.
Sus radiantes ojos se encuentran con los míos.

Christopher: Quiero matarlo. Casi lo hago —susurra misteriosamente. Frunzo el ceño y luego tiemblo ante su expresión sombría. Él escurre más gel de ducha en el paño y con ternura, dolorosamente gentil, enjuaga mi costado y mi trasero y luego, de rodillas, se mueve por mis piernas. Se detiene para examinar mi rodilla. Sus labios rozan el moretón antes de regresar a enjuagar mis piernas y mis pies. Inclinándome, acaricio su cabeza, pasando mis dedos por su cabello mojado. Se pone de pie y sus dedos trazan el contorno de la contusión en mis costillas donde Jack me dio una patada.

Christopher: Oh, nena —se queja, su voz llena de angustia, sus ojos oscuros con furia.

Tn: Estoy bien. —Halo su cabeza hacia abajo a la mía y beso sus labios. Está reacio a devolverlo, pero a medida que mi lengua se encuentra con la suya, su cuerpo se mueve en mi contra.

Mi esposo...el diablo. (Christopher Vélez y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora