Capítulo 113.

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Tn: Christopher, yo lo haré. Estoy bien. Demonios, quiero sexo... ciertamente puedo cocinar. —Me siento torpemente, tratando de esconder el estremecimiento por mis costillas resentidas.

Christopher: ¡Cama! —Los ojos de Chris destellan y señala la almohada.

Tn: Ven conmigo —murmuro, deseando estar usando algo un poco más atractivo que pantalones deportivos y una remera.

Christopher: Tn, métete en la cama. Ahora.—
Frunzo el ceño, me pongo de pie y dejo que mis pantalones se caigan al piso sin ceremonias, mirándolo todo el tiempo. Su boca se tuerce con humor mientras tira de vuelta el edredón.—Oíste a la Dra. Singh. Ella dijo reposo. —Su voz es apacible. Me deslizo en la cama y cruzo mis brazos con frustración—. Quieta —dice, claramente disfrutando.
Mi ceño se profundiza.

La sopa de pollo de la Sra. Jones es, sin duda, uno de mis platos favoritos. Christopher come conmigo, sentado en el medio de la cama con las piernas cruzadas.

Tn: Eso estaba muy caliente. —Sonrío y él sonríe. —Estoy llena y soñolienta. ¿Ese era su plan?

Christopher: Pareces cansada. —Recoge mi bandeja.

Tn: Lo estoy.

Christopher: Bien. Duerme. —Me besa—. Tengo un poco de trabajo que necesito hacer. Lo haré aquí si eso está bien para ti. — Asiento... luchando una batalla perdida con mis párpados. No sabía que el caldo de pollo podía ser tan agotador.
Es el crepúsculo cuando me despierto. Luces rosa pálido inundan el cuarto. Christopher está sentado en el sillón, mirándome, sus ojos grises luminosos en la luz natural. Tiene unos papeles. Su cara está blanca.
¡Mierda!

Tn: ¿Qué está mal? —pregunto inmediatamente, sentándome e ignorando las protestas de mis costillas.

Christopher: Welch acaba de irse. — Oh, mierda.

Tn: ¿Y?

Christopher: Viví con el maldito —susurra.

Tn: ¿Viviste? ¿Con Jack? — Él asiente, sus ojos grandes. —¿Están relacionados?

Christopher: No, por Dios, no. — Me arrastro y aparto el edredón, invitándolo a la cama a mi lado y para mi sorpresa no duda. Patea lejos sus zapatos y se desliza a mi lado. Envolviendo un brazo a mi alrededor, se enrosca, descansando su cabeza en mi pecho. Estoy atónita. ¿Qué es esto?

Tn: No entiendo —murmuro, deslizando mis dedos por su cabello y mirándolo. Chris cierra sus ojos y frunce el ceño como si se esforzara por recordar.

Christopher: Después de que me encontraran con la puta drogadicta, antes de ir a vivir con Carrick y Grace, estuve al cuidado del Estado de Michigan. Viví en una casa hogar. Pero no puedo recordar nada sobre aquel tiempo. —- Mi mente se tambalea. ¿Una casa hogar? Esto es nuevo para nosotros.

Tn: ¿Por cuánto tiempo? —susurro.

Christopher: Dos meses más o menos. No tengo recuerdos.

Tn: ¿Has hablado de ello con tu madre y tu padre?

Christopher: No.

Tn: Quizás deberías. Tal vez ellos puedan llenar los espacios en blanco. — Me abraza fuerte.

Christopher: Toma. —Me entrega los papeles, que resultan ser dos fotografías. Me estiro y enciendo la luz de al lado para poder examinarlas en detalle. La primera es de una casa en mal estado con una puerta amarilla y una gran ventana en la azotea. Tiene un pórtico y un pequeño jardín delantero. Es una casa mediocre. La segunda foto es de una familia, a primera vista, una familia ordinaria de clase obrera, un hombre, su esposa, creo, y sus hijos. Los dos adultos están vestidos con desaliñadas y desteñidas remeras azules. Deben estar por sus cuarenta. La mujer tiene pelo largo y rubio con una raya y el hombre el pelo rapado, pero los dos están sonriendo cálidamente a la cámara. El hombre tiene su mano sobre una malhumorada adolescente. Miro a cada uno de los chicos: dos chicos, mellizos idénticos de alrededor de 12 años, los dos con el cabello color arena, sonriendo a la cámara; hay otro chico, que es más pequeño, con cabello rojizo, frunciendo el ceño; y oculto detrás de él, un pequeño chico con cabello cobrizo y ojos cafés. Ojos grandes y asustados, vestido en ropas sin combinar y agarrando una manta sucia. Maldición.

Mi esposo...el diablo. (Christopher Vélez y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora