Capítulo 94.

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Nuestras lenguas exploran y giran y se retuercen una contra la otra, mi sangre calentándose en las venas. Estamos sin aliento cuando Christopher se aleja.

Christopher: Vamos a la cama —murmura contra mis labios

Tn: ¿La cama?.— Él se inclina hacia atrás aun más y tira de mi cabello para que lo mire.

Christopher: ¿Dónde prefiere, Sra. Vélez?.— Me encojo de hombros, fingiendo indiferencia.

Tn: Sorpréndeme. — Él sonríe con suficiencia.

Christopher: Estás combativa esta noche. —Desliza su nariz contra la mía.

Tn: Quizá necesite ser controlada.

Christopher: Quizás así sea. Te estás poniendo enormemente mandona en tu edad avanzada. —Él entrecierra los ojos, pero no puede ocultar el latente humor ahí.

Tn: ¿Qué vas a hacer al respecto? —desafío. Sus ojos destellan.

Christopher: Sé lo que me gustaría hacer al respecto. Depende de si estás dispuesta a ello.

Tn: Oh, Sr. Vélez, has sido muy tierno conmigo estos últimos días. No estoy hecha de vidrio, sabes.

Christopher: ¿No te gusta tierno?

Tn: Contigo, por supuesto. Pero sabes.... en la variedad está el gusto. —Agito mis pestañas.

Christopher: ¿Quieres algo menos tierno?

Tn: Algo que refuerce los aspectos positivos de la vida. — Él levanta las cejas con sorpresa.

Christopher: Algo que refuerce los aspectos positivos de la vida —repite, estupefacto humor en su voz. Asiento. Él me mira por un momento. —No te muerdas el labio —susurra y luego se pone de pie repentinamente conmigo en sus brazos. Jadeo y me agarro de sus bíceps, temerosa de que me dejará caer. Se dirige al más pequeño de los tres sillones y me deposita en él. —Espera aquí. No te muevas. —Me da una breve, caliente e intensa mirada, y se vuelve sobre sus talones, dirigiéndose hacia el cuarto. Oh... Christopher.  Regresa unos momentos después, tomándome por sorpresa cuando se inclina hacia mí desde atrás.

Christopher: Creo que prescindiremos de esto. —Él toma mi camiseta y tira de ella sobre mi cabeza, dejándome desnuda excepto por mi panti. Tira de mi cola de caballo hacia atrás y me besa. —Ponte de pie —ordena contra mis labios y me libera. Obedezco inmediatamente. Él pone una toalla sobre el sofá.
¿Toalla? —Quítate la panti. —Trago pero hago lo que me pide, dejándola junto al sofá. —Siéntate. —Él toma mi cola de caballo una vez más y tira mi cabeza hacia atrás—. Me dirás que me detenga si se vuelve demasiado, ¿sí? — Asiento. —Dilo. —Su voz es severa.

Tn: Sí —chillo. Él sonríe con suficiencia.

Christopher: Bien. Así que, Sra. Vélez... por demanda popular, voy a controlarte. —Su voz desciende a un susurro jadeante. El deseo simplemente pasa como un rayo por mi cuerpo ante esas palabras. Oh, mi dulce Diablo... ¿en el
sofá?

Christopher: Levanta las rodillas —ordena suavemente—. Y siéntate atrás. — Apoyo los pies en el borde del sofá, mis rodillas justo frente a mí. Su mano va a mi pierna izquierda, y tomando el cinturón de una de las batas de baño, ata un extremo sobre mi rodilla.

Tn: ¿Batas de baño?

Christopher: Estoy improvisando. —Sonríe de nuevo y sujeta el nudo corredizo sobre mi rodilla y ata el otro extremo del suave cinturón de la parte trasera del sofá, efectivamente separando mis piernas.

Christopher: No te muevas —advierte y repite el proceso con mi pierna derecha, atando el segundo cinturón cordón al otro extremo. Oh Dios... estoy sentada, extendida en el sofá, abierta de piernas completamente. —¿Está bien? —pregunta Christopher suavemente, mirándome desde detrás del sofá. Asiento, esperando que también ate mis manos. Pero se abstiene. Se inclina y me besa.

Christopher: No tienes idea de cuan sexy estás ahora mismo —murmura y frota su nariz contra la mía—. Un cambio de música, creo. —Se pone de pie y se pasea informalmente hacia el adaptador del iPod.
¿Cómo hace esto? Aquí estoy, atada y caliente como el infierno, mientras él esta tan sereno y en calma. Apenas está en mi campo de visión, y observo como los músculos de su espalda se flexionan y estiran bajo su camiseta mientras cambia la canción. Inmediatamente, una voz femenina dulce, casi aniñada comienza a cantar acerca de mirarme.
Oh, me gusta esta canción.
Christopher se voltea y sus ojos se fijan en los míos mientras se mueve alrededor del frente del sofá y se hunde graciosamente en sus rodillas frente a mí.
Repentinamente, me siento muy expuesta.

Christopher: ¿Expuesta? ¿Vulnerable? —pregunta con su extraña habilidad para expresar esas palabras que no digo. Sus manos están en sus rodillas. Asiento. ¿Por qué no me toca? — Bien —murmura—. Extiende tus manos. —No puedo apartar la mirada de sus fascinantes ojos a la vez que hago lo que me pide. Christopher vierte un poco de líquido aceitoso de una pequeña botella transparente en cada palma. Está perfumado; un aroma rico, almizclado y sensual que no puedo identificar.

Christopher: Frota tus manos. —Me retuerzo debajo de su mirada pesada y caliente—. Quédate quieta —advierte. Oh Dios. —Ahora, Tn , quiero que te toques. Comienza en tu garganta y baja. No seas tímida, Tn. Vamos. Hazlo. —El humor y el desafío en su expresión son obvios junto con su deseo.
La dulce voz canta sobre que no hay nada dulce en ella. Coloco mis manos en mi garganta y las dejo deslizarse hacia abajo hasta la parte superior de mis pechos. El aceite hace que se deslicen sin esfuerzo sobre mi piel. Mis manos están tibias.

Christopher: Más abajo —murmura Christopher, sus ojos oscureciéndose. No me toca. Mis manos rodean mis pechos. — Provócate. — Oh Dios. Tiro suavemente de mis pezones. — Más fuerte —me exhorta Christopher. Está sentado inmóvil entre mis muslos, sólo observándome—. Como yo lo haría —agrega, sus ojos brillando de manera amenazante. Los músculos se tensan en lo profundo de mi vientre. Gimo en respuesta y tiro más fuerte de mis pezones, sintiéndolos endurecerse y alargarse bajo mi contacto.

Christopher: Sí. Así. De nuevo. — Cerrando los ojos tiro con fuerza, moviéndolos y retorciéndolos entre mis dedos. Gimo. —Abre los ojos. —Lo miro parpadeando. —De nuevo. Quiero verte. Verte disfrutando tu contacto. Manos. Más abajo.—
Me retuerzo. —Quédate quieta, Tn. Absorbe el placer. Más abajo. —Su voz es baja y ronca, tentando y persuadiendo a la vez.

Tn: Hazlo tu —susurro.

Christopher: Oh, lo haré... pronto. Tú. Más abajo. Ahora. —Christopher, rebosando sensualidad, desliza la lengua por sus dientes. Mierda... Me retuerzo, tirando de las correas.
Él sacude la cabeza, lentamente.

Christopher: Quieta. —Apoya sus manos en mis rodillas, manteniéndome inmóvil—. Vamos, Tn... más abajo. Mis manos se deslizan hacia abajo sobre mi vientre. —Más abajo —dice, formando las palabras en silencio con sus labios, es la carnalidad personificada.

Tn: Christopher, por favor.

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Heeeeeelou✌🏻 ¿qué onda? ¿Creen que esto es demasiado? ¿Debería omitir los detalles? Y la pregunta del millón... *redobles* ¿Quieren maratón? Ahorita aprovechando que tenemos tiempo gg.

Mi esposo...el diablo. (Christopher Vélez y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora