38.- Incertidumbre

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   Soñaba, estaba seguro de eso. ¿Que cómo lo sabía? Pues porque volaba, o flotaba más bien; sostenido sobre un grupo de personas vestidas de oscuro, mojadas por la lluvia que caía copiosa sobre ellos, aguacero que extrañamente no lo empapaba a él. Podía ver el agua y la olía, pero no podía sentirla en su piel; al intentar atrapar las gotas con su mano, pudo percatarse que estas lo atravesaban como si no estuviera ahí. Comenzó entonces a examinarse, veía sus manos, brazos y piernas, se tocó y sentía su cuerpo, era tan bizarro. Habría seguido analizando la situación si no hubiese sido porque escuchó una voz melodiosa venir desde abajo; entonces su atención volvió a las personas que había visto al inicio, las había olvidado por completo.

 Habría seguido analizando la situación si no hubiese sido porque escuchó una voz melodiosa venir desde abajo; entonces su atención volvió a las personas que había visto al inicio, las había olvidado por completo

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La voz entonaba una armonía muy hermosa, pero a la vez muy triste, lo que hizo que se enfocara en darle un rostro a aquella voz. Al momento que lo pensó, se acercó al grupo de gente, entonces solo pudo notar que eran unos cuantos, quizá unas diez o doce personas, todas lloraban. Flotó sobre ellos siguiendo el sonido de la voz, hasta que dio con la fuente de aquel cantar; era un hombre de tez tostada, enfundado en un abrigo de lana por el cual el agua corría en cascadas. Tenía los ojos cerrados y su rostro se veía cansado, triste y desolado. El hombre que flotaba se acercó más al cantante, intentando reconocer sus facciones. No sabía por qué, pero aquel hombre lo llamaba con su voz, algo dentro de él se removía con ansiedad cada que emitía una nueva nota. Quiso tocarlo, sentir su piel bajo el roce de las yemas de sus dedos, pero tal como pasó con el agua simplemente no pudo. No era que lo traspasara, sencillamente su forma no era compatible con la del hombre. Acarició de igual manera su frente, el puente de su nariz, sus mejillas y sus párpados aún firmemente cerrados. Sin pensarlo se acercó para depositar un suave beso en esos labios ya violetas por el frío. De pronto todo se detuvo. Sintió una corriente eléctrica recorrerlo completo, y al mirar al hombre que aún besaba éste abrió los ojos de golpe y dejó de cantar. Sus ojos, de un azul imposible, le miraban como si pudieran verle frente a él.

Dean se sentó en la cama agitado, como si hubiera corrido a toda velocidad, y al mirar a su lado, Cas no estaba en la cama

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Dean se sentó en la cama agitado, como si hubiera corrido a toda velocidad, y al mirar a su lado, Cas no estaba en la cama. Se calmó lo mejor que pudo para luego levantarse y dirigirse a la cocina. A medida que se acercaba, fue sintiendo murmullos de voces y risas, además del obvio agitar de cubiertos; eso ayudó a que su corazón dejara de latir desbocado, ralentizando también su respiración.

A través de las nubesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora