41.-Te amaré por siempre

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-¡Los encontraron!- Gritó Gabriel mientras corría por las escaleras rumbo a las habitaciones. Sam y Jack salieron de las suyas, sus rostros lívidos llenos de asombro por la noticia -. Acaba de llamar el agente Collins diciendo que Cas y Dean han sido trasladados al Yorkshire eye Hospital, que nos verá allá. -Gabriel entró a su habitación sin esperar confirmación de los otros, luego cogió con rapidez sus documentos, dinero, y una chaqueta. -. ¿Están listos? - Preguntó con impaciencia desde el pasillo.

- No estamos en condiciones de manejar- Dijo Sam.

- No te preocupes, Fergus nos llevará- Dijo Jack cerrando la puerta de su cuarto. Luego de aquel escueto intercambio de palabras los tres hombres salieron de la casa, donde un solícito Fergus los esperaba para trasladarlos al hospital.

OoO

Dean no sabía dónde estaba, ni por qué se sentía tan adolorido hasta que abrió los ojos y vio el blanco en las paredes, el techo y las ventanas; en ese momento todo volvió a su memoria. El secuestro, las heridas en su cuerpo, la mujer golpeando a Castiel; todo regresaba con abrumante rapidez, llenando su mente de imágenes oscuras, bañadas por una luz amarilla. quiso sentarse, pero sus brazos no tenían fuerzas. En ese momento comenzó a sonar un pitido espeluznante y agudo, que provenía de una máquina a su costado, la cual descubrió, estaba conectada a él. No pasaron ni dos minutos, cuando una enfermera entró a su habitación, con una mirada preocupada.

- Señor Winchester, que alegría verlo consciente- Dijo la mujer mientras apagaba el molesto pitido.

- Gracias- Dijo Dean con una voz extraña que no se parecía en nada a la suya -. Donde esta... -Una brutal tos interrumpió sus palabras, haciéndolo temblar por el dolor.

- Tome, beba- Dijo la enfermera, acercando un vaso a los labios de Dean; quien bebió sin chistar-. En unos minutos vendrá el doctor para aclarar todas sus dudas.- Dean asintió despacio, regalándole una sonrisa a la enfermera que salió de la habitación suspirando.

Dean sentía una opresión en su pecho, no recordaba mucho de los últimos minutos en cautiverio, incluso pudieron haber sido horas, en que su conciencia iba y venía. La incertidumbre de no saber nada de Cas era abrumante, jamás en su vida había sentido tanto miedo de perder a alguien, exceptuando a su hermano, por supuesto. El amor que sentía por Castiel sobrepasaba sus sentidos, su conciencia y su vida; era algo que no podía explicar, no habían palabras suficientes. Así estaba, orando internamente, apelando a toda su fortaleza cuando alguien entró a la habitación.

- Señor Winchester- Dijo un hombre enfundado en una bata blanca -. Soy el doctor McLaren. - Seguido tomó un expediente que se encontraba adosado a los pies de la cama donde descansaba un inquieto Dean.

- Doctor... mi novio... - Dijo Dean con voz rasposa, tosiendo una vez más; el doctor se movió a su lado y le acercó el vaso con agua -. Castiel Novak- Logró decir Dean apenas bebió un sorbo de agua.

- Está en cuidados intensivos- Respondió el doctor, a lo que Dean reaccionó moviéndose angustiado en la cama, lo que causó que todo su cuerpo doliera, y que la máquina a su costado volviera a emitir ese pitido infernal -. Tranquilícese por favor. - El hombre apretó unos botones en la máquina haciendo que dejara de sonar -. Él estará bien. Recibió una herida de bala en la pierna derecha, por lo que debió ser sometido a cirugía. - Dean gimió bajito, a pesar de haber escuchado el "estará bien" él no lo creería hasta que viera a Cas con sus propios ojos.

- ¿Está seguro?- Preguntó Dean, la angustia palpable en su voz.

- Lo estoy- Dijo el doctor y Dean exhaló el aire que contenía en sus pulmones -. Pero, es usted quien me preocupa en este momento, sus heridas y contusiones son múltiples; además perdió mucha sangre. - Fue en ese momento que Dean se permitió pensar en sí mismo, en cómo se vería su cuerpo -. La herida más difícil fue la de su pierna, tan profunda que casi llega al músculo. - Dean tocó el lugar señalado sobre las cobijas de su cama, sintiendo un gruesa venda envolver el sitio -. Las heridas de su rostro sanarán bien, y con el adecuado tratamiento no quedarán cicatrices. -Dean palpó su rostro, notando tres mini vendajes; uno en su pómulo izquierdo, uno bajo su labio inferior y el último arriba de su ceja derecha. No recordaba muy bien como los había obtenido, supuso que debido a los golpes de puño que el hombre encapuchado le había dado.

A través de las nubesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora