En multimedia: Just The Way You Are - Bruno Mars
(Foto de Liiz Morales)
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En la vida de una chica siempre hay una mejor amiga, esa con la que te la pasas todo el día, todos los días, haciendo tonterías, riendo, comiendo, saliendo, criticando, durmiendo, y hasta yendo al baño al mismo tiempo. Es esa amiga con la que pasas los mejores y peores momentos de tu vida. Si sientes que tu mundo se cae a pedazos es esa amiga la que te consuela, si ganas la lotería o besas al chico de tus sueños, es esa amiga quien brinca y grita contigo importándole poco que media plaza las esté mirando.
Lo cierto es que no importa qué demonios se te ocurra hacer, esa amiga lo hará contigo. El punto aquí es que yo no tengo a esa mejor amiga... Tengo a Sam Baker, el mejor amigo que una chica puede tener. Y es que con Sam todo es más sencillo. Él ha estado conmigo desde que nacimos, sí, sus padres y mis padres estudiaron juntos toda la vida porque los padres de nuestros padres también lo hicieron y los padres de los padres de nuestros padres de igual forma... demonios, eso ha sonado a trabalenguas.
No sé si ha sido el destino, la vida, algo celestial o suerte, lo que sí sé es que no hay un solo recuerdo en mi memoria sin que Sam no esté presente. Cuando digo que está en todo, es porque lo está, incluso esa vez que mi periodo decidió hacer una entrada triunfal en una feria de la escuela, tomé una mala elección al ponerme un pantalón blanco que se tiñó de rojo en unos segundos traumáticos, durante el resto del año me llamaron: "Sangrona" y Sam golpeó a cada estúpido niño al que escuchó llamarme de esa manera, con las chicas utilizaba otra clase de reprimendas más amables.
Aunque en la escuela hice un par de amigas, la verdad es que nunca me he sentido realmente cómoda, tranquila y confiada de la misma forma en la que me siento cada segundo que paso con él.
Al cumplir trece años la escuela entera empezó a creer que éramos novios, lo cual representaba un serio problema porque lo último que Sam y yo haríamos es cometer tal estupidez y arruinar nuestra amistad, fue algo que prometimos cuando notamos que estábamos creciendo y que todos, incluidos nuestros padres pensaban que había algo romántico entre nosotros.
—Jamás, Misty, jamás nos veremos con otros ojos —dijo entonces muy serio.
—Ni siquiera cuando tenga curvas y sea una chica muy sensual —lo molesté.
—Ni siquiera cuando sea el tipo más popular de la escuela y todas quieran besarme —bromeó también.
—Ni siquiera cuando te confiese que he besado al chico de mis sueños —continué.
—Ni siquiera cuando por error nos confundamos y sintamos celos —agregó sonriendo. Le di un golpe en el brazo porque estaba muy segura de que eso nunca nos pasaría.