En multimedia: Say love - James TW
(Foto de Celeste Torres)
Entre más días pasan, más encuentros como éste suceden, más reacciones que jamás imaginé presenciar ni de su parte ni de la mía, menos entiendo qué está sucediendo con nosotros. Miro al suelo tratando de comprender aunque sea solo un poco su reclamo. No es normal, nada de lo que ha pasado desde que volvió es normal.
—Estoy esperando una respuesta —sus palabras salen como un perro rabioso. Está molesto, lo conozco demasiado bien para saber que quiere gritar hasta secar su garganta y quizás lanzar uno que otro guantazo a la pared.
Sam nunca ha sido una persona agresiva, pero recuerdo muy bien las pocas ocasiones en las que se enojaba a tal grado de perder su encantadora personalidad y se desahoga de esa manera tan alejada de su forma de ser.
—Samir... —Es la primera vez en toda mi vida en la que lo llamo por su nombre completo. Samir, fue así como lo nombraron sus padres. Siempre he creído que es un nombre precioso, sin embargo, yo lo he llamado Sam desde que tengo memoria, Sami en otras ocasiones. Jamás Samir.
Nota al instante que lo he llamado por su nombre completo y le causa una gran impresión, da un paso hacia atrás como si lo hubiera golpeado o empujado.
—Nunca me habías llamado por mi nombre —baja el tono de su voz.
—Samir —repito—, no sé qué demonios cambió. El domingo por la noche nos despedimos como cualquier día desde que somos amigos. Esta cosa rara que se ha desatado entre nosotros desde que nos vimos en persona nuevamente tiene que parar.
—Solo quiero saber qué fue eso que vi, ¿son novios ya? —me pregunta observando los autos que pasan sin detenerse por la calle.
—No, no somos novios, solo nos estábamos besando.
—¿Desde cuándo te besas con chicos sin ser su novia?
—Desde siempre, nunca he tenido novio. Lo sabes.
—Sí, sí que los has tenido, el hecho de que duraran horas no quiere decir que no lo fueran.
En cuanto lo escucho decir esa oración, lo que Bruno me había confesado regresa a mí; todo eso sobre Sam espantando a mis "novios", "pretendientes", "enamorados". Él tiene razón, nunca me había besado con nadie que no me hubiera hecho antes la pregunta del millón: ¿Quieres ser mi novia?
Ciertamente mis relaciones amorosas —si es que se le pueden llamar así—, nunca funcionaron, pero, es hasta hoy que pienso en que nunca funcionaron por más de dos o tres días. Siempre ocurría algo que hacía que los chicos decidieran replantearse el estar conmigo o provocaban que yo misma me alejara.
—Es verdad, eran mis novios pero no los considero de esa manera porque jamás he tenido una relación seria gracias a lo que hacías para que eso sucediera. Porque eras tú quien les decías quién sabe qué para arruinarlo, ¿no es así? —lo enfrento y su cara es todo un poema.