—No haré nada, bonita..., nada que no quieras —explica y tentada a vivir cada cosa que pueda a su lado tomo ciertas decisiones.
—Quiero que me acaricies —le pido con una voz muy rara.
Él simplemente enrolla mi pelo en una de sus manos, acerca mi rostro al suyo y me besa de una manera tan desorbitante y placentera, mi boca se llena de su esencia, sus dientes mordisquean mis labios. Suelta mi pelo y yo aprieto mis piernas a su alrededor.
Hace lo que le he pedido, me acaricia, pero no de forma superficial, rápida y altanera. No, lo hace tan despacio, con un cuidado excesivo y el corazón se me hincha de felicidad, no quiere ser grotesco, sé que ha estado con muchas chicas antes de mí y realmente está siendo diferente conmigo. Sus manos primero recorren mi figura, desde mis brazos hasta mis rodillas y se siente tan jodidamente bien.
Me coge por la espalda y mis pechos rozan sus pectorales. Su camiseta mojada hasta este punto se ha pegado tanto a su piel que cada línea que define la parte superior de su cuerpo queda a la vista siendo una tentación para cualquiera, se aparta unos segundos de mí únicamente para quitársela y mostrarme lo que tan entretenida me tenía hace un momento. No sé cómo me armo de valor, con uno de mis dedos le doy seguimiento a una gota que se ha formado en su quijada y ha caído en su clavícula para luego bajar y bajar, aunque mi dedo recorre su piel mucho más despacio que la gota de agua, le hago un pequeño círculo alrededor de su ombligo y me detengo en el inicio de ese short deportivo que se ha puesto hoy.
Estoy a centímetros de su intimidad que se nota incómoda debajo de la ropa, y las yemas de mis dedos picotean con una intensidad salvaje, quieren continuar, tocar la zona prohibida, experimentar la aventura de ser consciente piel con piel de la excitación de otra persona, de mi Sam.
<<Oh cielo santo>>
¿No que muy inocente Misty? Sin saber bien qué hacer a continuación, subo mi mirada en busca de una reacción agradable, mas lo que me encuentro me vuelve loca, respira agitado, se muerde los labios sin parar y ataca mi cuello sin miramientos. Cierro mis ojos y me dejo llevar por el momento; el aire que nos golpea, el agua que nos mece, sus besos atrevidos, sexys y deliciosos.
Sus pulgares juguetean con las orillas de mis bragas y juro mis astros que algo que jamás había sentido en mi vida entera ocurre en mi parte íntima, una punzada seguida de cierta filtración que nada tiene que ver con la humedad que el agua puede provocar.
Sus manos suben rozando mi estómago y en el momento en el que presiona mis labios con mayor fervor, las palmas de sus manos se acoplan al contorno de mis pechos, se cierran poco a poco, el rose constante de un lado a otro, apretando, amasando y acariciando otro tanto me ensordece, ahora solo escucho el sonido de nuestras bocas besándose con arrebato.
