En multimedia: Just a friend to you - Meghan Trainor.
(Foto de rita901 )
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No sé cuánto tiempo pasa realmente hasta que el beso termina. A mí me ha parecido que he envejecido cinco años. Apenas y he parpadeado, solo podía fijar mi mirada en la forma intensa en la que todo ha ocurrido. ¿Quién es esa chica? Estoy tan desorbitada y no por las razones que alguien con la mente muy creativa pensaría. NO. Lo estoy porque sé que esa chica no es de la ciudad, jamás la he visto y no es que conozca a cada persona de este lugar, pero, tratándose de Sam sabría de sobra quién es y mejor aún, qué relación tiene con él y, sin embargo, ignoro cualquier información.
Mi sorpresa también es provocada porque si Sam ha salido corriendo de forma tan dramática y romántica y la ha tomado entre sus brazos como si no la ha visto en años, solo puede significar una cosa. Cuando dijo que ha cambiado y ya no es un Don Juan, es porque ha encontrado a la indicada y yo debería saberlo. SOY SU MEJOR AMIGA. ¿Cómo ha podido ocultarme durante seis meses que tiene novia? Porque estoy tan segura de que lo es, jamás traería a casa a una de sus conquistas cotidianas.
Me paso las manos por el cabello nerviosa y me debato entre entrar de una vez a casa o acercarme disimuladamente y presentarme.
¿Y qué dirás Misty?
<<Hola soy la mejor amiga de Sam, ignoraba tu existencia pero bienvenida a la familia.>>
¿Y por qué tendría que decir "bienvenida a la familia? Sami y yo no somos familia, bueno, bueno, casi... de acuerdo es como si lo fuésemos. ¡Dios! Estoy delirando.
Alterada decido entrar a la casa pero justo estoy por abrir la puerta cuando el ingrato de mi amigo recuerda que no estaba solo hace diez minutos.
—¡Misty espera! —Vaya, cuánta emoción en su voz. No recuerdo la última vez que lo escuché tan contento.
Giro disimulando mi evidente molestia y trato de sonreír. La chica sin nombre aún camina detrás a paso lento. Es bonita, no voy a negarlo. Tiene la piel perfecta, cabello rubio, ojos color miel y es más delgada que un alfiler, sin embargo tiene sus atributos muy bien puestos en su lugar. No me intimida, ya dije que tengo curvas de escándalo, ¿cierto? Eso no importa. No es una competencia, solo quiero encontrarle defectos porque se me ha ocultado su existencia.
—¿Todo bien? —me pregunta.
—¿Por qué me haces esa pregunta?
—Tienes mala cara —me explica, ¿qué diablos dice? Estoy sonriendo.
—¿Qué?
—Estás fingiendo esa sonrisa. —Esta es otra desventaja de ser un libro abierto para alguien aparte de ti mismo.