En multmedia : ZAYN - There You Are
(Foto de Lisdey Sánchez)
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Soy la primera en buscar la necesaria distancia para aminorar un poco el dramatismo de la escena. Giro hacia Donna, quien tiene la cara más seria que alguna vez he visto. Sam mira al suelo y nuestros padres, Ashly y su prometido observan desde atrás la novela que seguramente se está formando en sus cabezas.
Me toco constantemente las manos, no soy muy buena reaccionando ante la presión y tampoco soy una mentirosa experta. Busco en Sam una solución rápida. Asiente comprendiendo que alguno de los dos debe hacerle creer a todos los presentes que nada raro estaba pasando en el porche de su casa hace cinco segundos. Se aclara la garganta y vuelve a acercarse más a mí. No entiendo qué pretende pero trato de relajarme y respirar con tranquilidad.
—¿Ya te sientes bien, Misty? —Su pregunta me descoloca, ¿qué si estoy bien? —, lamentamos la tardanza, Misty se ha sentido mareada. Si no la he sostenido a tiempo estaría en el suelo.
Confirmo su versión, aunque no comprendo por qué está mintiendo de esa manera, digo, entiendo que es algo impresionante encontrarnos tan cerca uno del otro, no es lo normal entre nosotros, sin embargo podría haber dado una explicación más cercana a la realidad.
—¡¿Cómo que te has mareado?! —mamá se escandaliza, y papá corre hasta mí. Sí, mis padres son los reyes de la exageración, como la vez que Sam y yo nos caímos de una bicicleta y me hice un pequeño hematoma en la pierna derecha, me llevaron a emergencia y lloraban desgarradoramente. Creo que el hecho de ser la única hija que pudieron tener los afectó.
—Estoy bien mamá —le doy continuidad a la mentira de mi amigo.
—¿Estás segura cariño? —me pregunta papá.
—Que sí, que sí. ¿Entramos?
—Sí, entremos —me secunda Sam.
Donna acribilla a Sam con la mirada y lo detiene antes de que pueda entrar como el resto. Incluso cierran la puerta para que no podamos escuchar, lo cual tiene mucho sentido tomando en cuenta lo que ha visto.
¿Y qué ha mirado? A un par de mejores amigos demasiado cerca para ser solamente amigos, compartiendo un momento sin precedentes ni una explicación viable. ¿Qué ha sido eso? ¿En qué momento se volvió tan íntimo? ¿Sam realmente pretendía... besarme? Es una locura, una total y rotunda locura. Jamás, jamás, jamás. Eso no pasará ni en un millón de años.
Me doy pequeños golpecitos en la cabeza con mi mano tratando de ordenar toda la avalancha de pensamientos que se están acumulando y uniéndose unos con otros. Y me repito mentalmente un par de veces que debo controlar mis nervios o todas las personas reunidas esta noche notarán que algo no anda bien.