Capítulo 30 : Estrellas en el techo.

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En multimedia: The Irrepressibles - In This Shirt.

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—Espera, por favor, espera —me pide y no detengo mis pasos—. Misty, por favor, por favor, por favor —suplica con la voz inestable. Consigue tomarme de los brazos. Lo empujo con tanta fuerza que logro distanciarlo.

—¡No te atrevas a tocarme! —Lo señalo furiosa—. No te atrevas a hablarme, jamás, Sam, jamás.

—Mis yo te juro que esto tiene una explicación. No estaba aquí por Donna, no he venido a verla a ella. Te lo juro, te lo juro, te lo juro —repite sin parar, pero cada palabra que dice empeora mi sentir, mi rabia, mi dolor, esta jodida sensación de haber sido traicionada por la persona más importante en mi vida.

—No me jures nada, Sam, se acabó ¿me escuchas? Esta estupidez de nosotros dos juntos se terminó.

Su rostro está pálido, cierra sus ojos unos segundos y los abre. Su pecho sube y baja con violencia y dice que no con su cabeza y vuelve a sujetarme de los brazos. Lo hace con tanta fuerza que no importa cuánto lo intente, no puedo zafarme, incluso me está lastimando.

—Tú no puedes dejarme. No puedes, tú eres lo único verdadero en mi vida, lo único estable.

—¿Sí Sam? Pues ahí tienes a Donna, ella puede ser ahora tu novia y tu mejor amiga porque a mí me has perdido —digo en un hilo de voz.

—Misty, solo te pido que me escuches.

—¡Suéltame! —le exijo.

—Escúchame, por favor, tenemos que hablar, esto tiene una explicación —insiste. Hay desesperación en su voz, sin embargo yo ya no le creo nada.

—Sí, lo sé, hay una explicación muy coherente y ¿sabes cuál es? Que soy una imbécil que creyó en tu palabra, esa es la única explicación lógica y ahora por favor suéltame.

—Mis esto no es lo que parece, no estaba pasando nada entre Donna y yo y no iba a pasar, solo he venido a hablar con ella porque... porque... —espero a que diga algo razonable, pero detiene sus palabras ahí.

—¿Quieres que te ayude? Porque te acostaste con ella todo el tiempo que estuviste en la universidad, porque te acostaste con ella todo el tiempo en el que supuestamente fingías estar con ella para hacerme reaccionar, porque la hiciste tu novia y la trajiste a conocer a tus padres pero cuando me viste con Bruno quisiste convertirme en una más en tu larga lista, ponerme en tu estante de trofeos. Nada fue cierto, nada, nada, nada. Toda esa estúpida historia de que has estado enamorado de mí desde siempre, que ocultabas tus sentimientos es mentira. Todo fue una mentira, ¿qué querías comprobar? Que en efecto ninguna se salva de ti, felicidades, ninguna lo hace.

Sus manos empiezan a descender por mis brazos hasta que se aparta de mi piel y me deja libre. Da un paso hacia atrás. Su labio inferior empieza a temblar ligeramente y por increíble que parezca algunas lágrimas se le escapan, las cuales limpia inmediatamente. Abre su boca un par de veces y la cierra otro par de veces. No va a defenderse y eso me duele más que cualquier palabra que dijo Donna, que sus acciones y sus mentiras.

Estrellas en el techo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora