En multimedia: Cyndi Lauper - Time After Time.
(Foto de perlitaaa_29 )
~*~
No continúo caminando, me quedo muy quieta observando la forma enérgica en la que hablan, Bruno se ríe irónicamente, conozco esa sonrisa y Sam lo arrincona contra el cristal. Mi primer impulso es detener la posible pelea a puñetazos, sin embargo continúo quieta. Hasta aquí no se escucha nada lo que se están diciendo y decido dar unos cuántos pasos escondiéndome detrás de autos y el alumbrado público. Necesito saber de qué demonios hablan. Diez pasos más y ahora los escucho, no sé si sea mi proximidad o que han empezado a gritarse.
—Es la última vez que te lo advierto, aléjate de Misty —bufa Sam.
—¿O qué Sam? ¿Qué me harás? Te estás muriendo de miedo, ¿no es así? Sabes lo que pasará, ¿cierto?
—Eres un enfermo —Sam está alterado, muchísimo, tiene le rostro enrojecido y la mirada transformada.
—Tú eres el enfermo, temes tanto decepcionar a la dulce Misty que vienes a amenazarme como si eso fuera a detenerme. Fue lo que hiciste con Donna, ¿no? La amenazaste para que se largara y no arruinara tu estúpido capricho. Ella tiene razón, tienes dos caras Sam.
Aprieto el bolso con fuerza y dejo de respirar.
—Misty no es ningún capricho. Dile lo que quieras, anda, habla con ella en cuanto llegue. No te tengo miedo porque ella me conoce. Invéntale la historia que quieras pero si le haces daño, si le pasa algo, eres hombre muerto. ¿Me escuchaste imbécil?
Bruno se suelta a reír como si tuviera problemas mentales y Sam intenta golpearlo, pero algo lo detiene y finalmente entra a su auto. Bruno hace una llamada en cuanto se queda solo y agita las manos con rapidez. Parece molesto. Mucho.
Pasan varios minutos para que recupere la lucidez y me obligue a caminar. Doy pasos lentos y una vez en la cafetería, digo un buenos días tan amable en busca de que sea muy molesto y eso haga que Bruno suelte lo que recién ha pasado en la calle. Para mi sorpresa no hace nada, no me contesta, no me mira, aparentemente ni me ha escuchado y se dedica a hacer lo suyo.
Un poco herida por su comportamiento y lo que he conseguido escuchar me escondo en la pequeña oficina en donde pocas veces el dueño de este lugar se encierra y tomo el teléfono. Me sé el número de Sam de memoria, así que no tengo ningún problema en marcarlo desde el teléfono fijo y llamarlo. Espero unos cuantos tonos y su voz inunda mi oído.
—Buenos días, desaparecido —inicio casual, no voy a explotar molesta.
—Misty. Lamento mucho no haber regresado a tiempo.
—¿En dónde estabas? Desperté y estaba sola.
—Salí por el desayuno, pero olvidé que entras al trabajo muy temprano.