ACERCÁNDOSE AL FINAL

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Acercándose al final

El vientre de Esdeath era cada vez más grande. Realizaban una visita al Doctor cada semana y cada semana Tatsumi notaba aquel vientre más hinchado, a pesar que el Doctor mencionaba que no había grandes cambios desde la última vez que habían ido, Tatsumi era capaz de detectar hasta el mínimo detalle que ocurría en el cuerpo de la mujer, incluyendo los cambios en otras partes del cuerpo como los senos y el trasero. Pensar en ello lo emocionaba, aunque también lo ponía muy nervioso.

— En un mes. — Informó Esdeath orgullosa.

Todos los Jaegers se encontraban sentados en el comedor de su sala de reuniones, incluido por supuesto Tatsumi. Esdeath estaba radiante, tenía ya ocho meses de embarazo y el día del parto podría ocurrir en cualquier momento.

— ¡Felicidades Jefa! — Habló Wave sonriente, el resto del equipo hizo lo mismo. Las felicitaciones también eran dirigidas para Tatsumi, que solo asentía con una sonrisa chueca.

— Estos dos bebés... los entrenaré para que se conviertan en los guerreros más poderosos del reino. — Esdeath tocó su vientre con suma felicidad.

Ese pequeño festejo duró poco, tan solo había sido un brindis por la familia que estaría por formarse y su futura felicidad. Aquello ocasionaba asco en Tatsumi, quien no podía permitir que ese sentimiento tan agradable lo envolviera, de ser así comenzaría a dudar de su propia lealtad.

Regresaron a su hogar escoltados por todos los Jaegers que protegían a Esdeath quien últimamente no podía ejecutar sus habilidades de hielo de manera eficiente, de hecho cada que intentaba algo terminaba agotada y en una ocasión había perdido la consciencia solo por querer crear una cuna para sus hijos. Al parecer aquellas dos criaturas consumían toda la energía de su madre y según palabras del doctor eso era algo bueno, ya que cabía la posibilidad de que nacieran con ciertas habilidades especiales. Eso atormentaba a Tatsumi, imaginar que sus hijos nacieran con el poder de controlar el hielo sin una Teigu sonaba ridículo, pero cabía la posibilidad ya que nunca antes había ocurrido una situación así.

— Nos quedaremos vigilando, descansen. — Run se inclinó respetuosamente. Esdeath entró y Tatsumi les agradeció por sus cuidados. No podían entrar a la casa, pero estarían a fuera cuidando el perímetro con más soldados cuidando las murallas del palacio.

Tatsumi cerró la puerta tras de sí y soltó un gran suspiro. La presión que sentía era increíble, quedaba poco tiempo antes de su resolución y no llevaba ningún avance, ni siquiera había hablado con ella.

— Esdeath... — Se acercó a ella quien se había sentado en la orilla de la cama.

— Es increíble. — Comentó. Tatsumi arqueó la ceja sin entender a qué se refería la expresión de la mujer. — Ahora eres un poco más alto.

— ¿Eh? ¿De verdad? — Tatsumi tocó su cabeza mirando hacia arriba como si eso le permitiera comprobar aquellas palabras.

— Mira... — Esdeath se levantó y se colocó frente a él comparando sus estaturas. Era cierto que anteriormente Esdeath era cinco centímetros más alta que él aunque aparentaba serlo mucho más debido a su estilizada figura y sus tacones. Ahora medían lo mismo y gracias a su cabello alborotado aun con tacones seguían aparentando la misma estatura. — Incluso ahora tienes más musculo.

Tatsumi se atragantó.

— Tienes razón. — Dijo sonrojado. Aun ese tipo de palabras lo hacían sentir nervioso y más aun dándose cuenta que Esdeath estaba descalza. Su corazón se contrajo.

— ¿Querías decirme algo? — Interrumpió sus pensamientos volviendo a sentarse en la orilla de la cama. Tatsumi reaccionó y se sentó a su lado. — ¿Qué te molesta?

— ¿Recuerdas lo que te dije la primera noche que pasamos juntos? — Preguntó apoyando sus manos en sus rodillas.

— ¿Sobré qué exactamente? — Interrogó Esdeath sin recordar del todo su charla de aquella vez.

— Mi posición sobre el imperio y el ejército revolucionario. — Dijo. Cerró los ojos respirando profundo sin que ella lo notase. — No he cambiado de opinión.

— Ni yo. — Sentenció Esdeath sin inmutarse un poco. — Como te dije aquella vez, no cambiaré y seré yo quien te cambie.

— Eso no... — Replicó Tatsumi, pero Esdeath volvió a interrumpirlo.

— Al igual que aquella vez sigues siendo igual de necio. — Sonrió acariciando su mejilla. — Descansemos, volveremos a dejar ese tema ahora que estés más tranquilo.

— Bien. — Contestó Tatsumi girando su cabeza hacía otro lado, apretaba con fuerza sus puños. Esdeath tomo uno de ellos y lo llevó hacia ella.

— Siéntelos. — Colocó su mano en su vientre. Tatsumi sintió un ligero movimiento proveniente de aquel lugar, su hijo le había avisado que estaba ahí. — Están felices de que estés con ellos y yo también estoy feliz de que estés conmigo.

Tatsumi se relajó. Sus musculosos dejaron de estar tensos y por unos minutos se permitió que esa sensación y calor familiar lo envolviera. Sonrió. Su sonrisa era sincera y pura, no tan abierta como cuando Esdeath lo vio por primera vez, pero era agradable tanto que logró que ella sonriera también.

En ese momento, Tatsumi comprendió que sus intentos por hacer cambiar de opinión a Esdeath sobre sus principios tan solo serían en vano y que cuando el momento del parto llegará, él tendría que matarla. Aun así, aunque fuese solo por este mes, podría disfrutarlo y hacerla disfrutar de la compañía mutua. No había cambiado tampoco de opinión y al igual que ella él era muy necio. Quizá de haber llegado a esta situación estando ignorante de la verdad del reino hubiese aceptado la propuesta de Esdeath sin pensarlo ni un poco, pero estaba agradecido de que no fuese así aunque este momento fuese perfecto.

— Te amo.

Los ojos de Esdeath que habían permanecido cerrados con una sonrisa se abrieron súbitamente al escuchar aquellas palabras salir de la boca del chico. El jamás lo había dicho aun cuando ella se lo repetía todos los días y todas las noches, después de tanto esfuerzo por fin Tatsumi la reconocía. Su felicidad fue inmensa, pero se contuvo.

— Yo también te amo. — Respondió. Estaba sonrojada y una lágrima se formaba en sus ojos, pero sonreía. Quizá ahora podría atreverse a cambiar un poco, tan solo por escucharlo decir eso una vez más.

¿Un hijo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora