MUERTE A TATSUMI

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CAPÍTULO 20. MUERTE A TATSUMI

Fue por una larga semana en la que el veneno siguió causándole latigazos de dolor y temblores por todo su cuerpo, el primer día la coloración negruzca de la piel a causa del veneno se extendió, pero después de ahí solo comenzó a disminuir hasta terminar como una pequeña mancha negra de apenas un centímetro en su cuello, ahí donde la aguja había penetrado su piel. Contra todo pronóstico logró eliminar la mayoría del veneno de su cuerpo gracias a constantes sangrías que le realizaban con sanguijuelas, aquello causo que durante un mes estuviese bastante debilitada y no pudiese por si misma alimentar a su hijo, pero ahora se sentía mucho mejor que antes y según el médico era seguro para ella y su hijo que le diera seno materno ya que el veneno no atravesaría hacia la leche, comenzó a darle pequeñas muestras, primero retirándose la leche y dándole con pequeñas cucharadas con el fin de poder ser capaz de percibir si rastros de veneno afectaran el cuerpo de su pequeño, por suerte no mostró señales de ser afectado. Cuando estuvo totalmente segura de que su leche no tenía veneno permitió que su hijo se pegara a su pecho y succionara directamente, el succionaba con hambre y mientras lo hacia Esdeath acariciaba sus cabellos celestes, podía sentir entre sus brazos como su pequeño cobraba fuerza y crecía día con día.

Habían pasado ya tres meses desde que ella dio a luz y del día en que Tatsumi la traicionó para marcharse con Night Raid, una gran ira y dolor cubría todo su ser, no podía esperar el día para encontrarse con él y arrancarle la vida con sus propias manos, no sin antes arrebatarle a su pequeña hija. Tatsumi se había marchado con la pequeña, dejando al otro gemelo y a ella a su suerte, pero al menos agradecía que no se los hubiese llevado a los dos, que de haberlo hecho se habría asegurado de destruir el mundo entero si no se los traían de regreso. Realmente odiaba a Tatsumi, pero aun con todo el odio y coraje que sentía acumulado en su interior una parte de ella aun lo amaba, recordaba su sonrisa, sus palabras y cuando él le dijo "gracias" cuando nacieron sus pequeños sabía que su mirada era sincera, que no planeaba lastimarla en ese momento, pero aun así él se había marchado. Cada noche, cuando dormía en lo único que soñaba era en Tatsumi y los momentos que pasó a su lado durante todo el embarazo, casi podría jurar que el amor era mutuo, pero, aun así, él se había ido con sus enemigos. Se encargaría de matarlos a todos.

Con todos esos meses de recuperación ya se sentía totalmente segura de regresar al campo de batalla y su necesidad por hacer sufrir a alguien aumentaba con cada día que pasaba, más aún cuando se enteró de que Wave y Kurome habían sido emboscados por Night Raid y asesinados, eran sus preciados subordinados, ella formó el grupo de los Jaegers, pero actualmente solo quedaba un miembro, Seryu y su Teigu con forma de perro. Hace una semana que ella y el grupo Wild Hunt se habían marchado siguiendo algunas pistas de Night Raid, esperaba que no ocurriera nada malo y que aquella soldado regresara, pero tenía un mal presentimiento, especialmente porque no confiaba en el hijo del primer ministro, quien recientemente estaba saliéndose con la suya por toda la capital, queriendo además aprovecharse de la debilidad que ella había tenido durante el primer mes luego de haber dado a luz, cada que él estaba cerca podía sentir que la vida de su hijo estaba en riesgo.

Terminando de alimentar a su hijo y habiendo cambiado su pañal, lo recostó en su pequeña cuna, en ese momento escuchó golpes en la puerta principal, segundos después sirvientas llamaron a la puerta de su habitación informándole que el primer ministro había acudido a verla. Tomó a su hijo en brazos y bajó al recinto para recibirlo. El ministro era un hombre grotesco, gordo y de mal olor, pero un hombre tan sádico y retorcido que a ella le agradaba.

—Hola general, he recibido malas noticias por lo que he considerado propicio comunicártelas de manera personal —dijo, y aunque decía que eran malas noticias mantenía una sonrisa repulsiva.

¿Un hijo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora