03. Prólogo parte III

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Un arbusto en particular, de entre todos los que se encontraban en el lugar, comenzó a agitarse sacudiendo de manera tenue sus hojas y ramas.

Del mismo arbusto, por la parte superior, se asoma un extraño objeto color rojizo. El objeto termina por salir del arbusto mostrando la cabeza de Ralts quien era la que se asomaba con una de sus mejillas un poco abultada y moviendo un poco su quijada al estar masticando algo.

—¡E-encontré una baya, Riolu! —dijo emocionada mientras dividió la fruta—. A-aquí tienes la mi... —dijo sin encontrar a Riolu por ninguna parte—, ...tad. ¿R-Riolu? —preguntó nerviosa al sentirse abandonada y no encontrar a nadie a su lado.

Sus ojos —aunque no podían apreciarse—, comenzaron a humedecerse y procedió a esconderse dentro de su mismo arbusto. Sentada, abrazando sus rodillas y con las mismas cubriendo su rostro, aislándose del exterior.

Pensando en qué hacer sola, en el por qué había sido abandonada por sus padres. Sus propios padres, que la abandonaron siendo apenas un huevo sin ninguna señal de ellos por ningún lado. Y ahora, el único pokémon que había conocido y que parecía saber cómo se sentía ella, porque también había sido abandonado siendo un huevo, la había abandonado.

«¿Por qué me abandonan?»

«¿Qué he hecho mal?»

«¿Por qué estoy siendo castigada?»

Eran las preguntas que rondaban por su mente.

Sin notarlo, el arbusto donde se encontraba se sacudió un poco y una manzana entró rodando hacia ella. Seguido de la manzana, Riolu se asomó observando a Ralts cerrada y totalmente sumida en sí misma.

—¿Ralts? —dijo acercándose, pero se detuvo al sentir una extraña aura en el lugar.

Las protuberancias a los lados de su rostro vibraron y comienzó a observar el cómo Ralts es rodeada por una aura sumamente extraña de color morado.

—¡Ralts! ¿¡Estás bien!? —le preguntó tomándola de un hombro.

En ese momento el aura se disipó en el aire en su totalidad y Ralts levantó la cabeza observando a Riolu.

—¿Riolu? —se cuestionó al creer que no fuera el verdadero y fuera solo una simple ilusión.

Riolu la observó detenidamente mirándola por un pequeño espacio entre el flequillo de Ralts por el cual se asoma uno de sus ojos. Su ojo, rojo y cristalino por el llanto, le preocupó.

—¿Qué pasó? ¿Qué tienes?

—¡¡Riolu!! —Intentó lanzarse a él, pero su timidez la frenó—. P-pensé que t-te habías i-ido.

—Sí. Fui por unas manzanas en lo alto del árbol —respondió enseñándole la manzana—. Esta es para ti —dijo tomando uno de sus brazos para entregársela en su mano.

Ralts recibe la manzana con languidez sujetándola con ambas manos mientras la contempla en total silencio salvo por los remanentes de su llanto. Su vista se fue tornando cristalina cada vez más hasta que lágrimas comenzaron a caer sobre la manzana.

Al notar sus lágrimas se acerca a ella y, apoyándose sobre una de sus rodillas mientras coloca su mano sobre su hombro, le habla con una voz suave.

—¿Por qué lloras?

—N-no q-quiero... e-estar... s-sola —decía entre sollozos—, n-no q-quiero... que te... v-vayas.

Riolu la mira esforzándose por limpiar sus lágrimas y con un gesto suave la acerca a él para abrazarla.

—No te dejaré sola nunca.

Al sentir su cálido abrazo y escuchar sus palabras, Ralts se sintió segura tranquilizándose poco a poco logrando que sus lágrimas disminuyeran y brotando un poco más por el alivio y la alegría que por el llanto.

—Estamos juntos en esto.

—Sí —fue su respuesta con una sonrisa en su rostro adornado con brillantes lágrimas en las comisuras de sus ojos.

Riolu la separó de él y con su mano le limpió las lágrimas de forma muy delicada mientras Ralts lo miraba fijamente y aprovechaba para sentir las caricias en su rostro.

—Vamos. Tenemos que averiguar por qué está muy solo aquí —dijo al levantarse y estirarle la mano para ayudarla a levantarse.

—Sí —respondió aceptando su ofrecimiento y escondiendo su rostro notablemente ruborizado.

Tras salir del arbusto, los sentidos de Riolu se activaron indicándole peligro. En un acto de reflejo detuvo a Ralts antes de que saliera y saltó esquivando una pequeña ráfaga incandescente que golpeó el suelo donde se encontraba.

—¿¡Quiénes son y qué hacen aquí!?

Riolu y Ralts escucharon una voz con un tono infantil pero autoritario. Ambos voltearon en la dirección de donde llegó el ataque.

—Lo repetiré solo una vez más.

Lentamente de entre las sombras, sobre una de las ramas de un árbol cercano, fue saliendo a la luz un pokémon posando con firmeza y orgullo mientras los observaba detenidamente.

Con plena atención miraron la figura de aquel pokémon. Con una forma como la de un pequeño zorro y un pelaje marrón que cubre por completo su cuerpo. Un estético fleco luce sobre su cabeza y dos elegantes colas color blancas ondean a su espalda.

Con las siguientes palabras que pronunciaría ambos se miraron entre sí para después regresar a verle.

—Identifíquense o aténganse a las consecuencias.

Extra:

Buscando en los arbustos hasta que logró encontrar unas bayas.

—¡Qué bien!

Lamentablemente no alcanzarían a llenarse ambos ya que solo había encontrado dos bayas. El estómago de Ralts rugió violentamente.

«Primero tendré que probarla para ver si están ricas», consideró.

Sin pensarlo mucho se devoró una de las bayas.

«¡Sí! ¡Están deliciosas!»

Saliendo de los arbustos con la otra baya en mano la miró y pensó.

«¿Esta estará igual?»

Le dio una pequeña mordida y procedió a partir el resto en dos.

—¡Encontré una baya!

...

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