pelea

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*Franco*
Estábamos muy emocionados por las noticias de la carta.
Mis padres insistieron en que Sara se quedase a comer, aún no sabían que ahora eramos novios, Sara no quería decirlo y por una vez no quería hacerla enfadar...por ahora iba a ser un secreto entre mi hermana, ella y yo.
Franco, Sara sé que ustedes dos no se llevan muy bien bien que digamos,pero les pido que se comporten en la mesa  -dijo mi madre -asi que siéntate aquí mijita.
Señaló la silla junto a la mía
Estaba a punto de sentarse a la mesa, cuando apareció Rosario .
Si ella no quiere sentarse junto a Franco con gusto  yo lo hago... -dijo apartando su larga melena castaña.
Hola, linda te tardaste... -dijo mi madre.
¿Mamá que hace ella aquí?-dije más que molesto,levantandome de la mesa.
Yo la invité -contestó  mi madre-ustedes tienen que hablar.
Yo no tengo nada que hablar con esta... Señora... -dije por no llamarla otra cosa que le pegaba más.
¡Franco! -gritó  mi madre.
Bueno si... Si tengo algo que decirle a ella... y a todos ustedes.
¿Así,y que es? -dijo Rosario mirando mal a Sara.
La razón por la la que no voy a volver con Rosario. -dije y mi hermana y Sara me miraron expectantes.-es por que hay otra mujer en mi vida, eso es Rosario...tengo novia.
Mis padres me miraban con la boca abierta y Rosario era la indignación en persona.
Se levantó furiosa.
¿¡Quien es!? -gritó apretando los puños -¿¡por que fulana me has cambiado!?
Sara iba a hablar pero yo fui mas rápido.
Dí un golpe en la mesa.
¡Aquí la única fulana que hay eres tú! -grité -¡no le llegas mi a la sombra a mi novia, ella es todo lo que tú nunca fuiste ni serás en mi vida! ¡Ella me a hecho sentir por ella lo que nunca sentí por ti... AMOR!
Eres un imbécil y un patán, ojala y te mueras Franco Reyes, es mas me encargaré de convertir tu vida en un infierno -dijo lanzándose sobre mí, empujando a mi madre dispuesta a arañarme la cara.
No llegó a alcanzarme... *Sara*
Cogí a la cantantucha por el pelo alejandola de Franco.
¡Ni se te ocurra ponerle tus cochinas manos encima!-dije lanzandola lejos de Franco, mientras su madre me miraba sorprendida. Se chocó con la silla de ruedas de Lidia.
Apártate de mí lisiada -gritó y ya no me pude contener.
!Fuera de nuestra  casa! -gritaron los padres de Franco,ain darse cuenta de que yo iba directamente hacia Rosario.
¡Lisiada tu abuela!-grité abofeteandola con tal fuerza que acabó de cara en el suelo.-¿que no oiste a Doña Clara y a mi padrino?
¡Lárgate o te saco a patadas! -grité, mientras ella se levantaba.
¡Me las va a pagar Sara Elizondo -dijo para luego señalar a Franco y tu noviecita no la va a contar, nadie me quita lo que es mio,esa tipa no se va a quedar contigo, antes la mato!¡ambas me las van a pagar!
Empecé a reírme y ella me miró con furia.
Sabes que Franco, tienes razón tus padres tienen derecho  a saberlo... - dije y él me sonrió con complicidad.
Puedes ahorrarte el investigador Rosario, aquí me tienes, ¡yo soy la novia de Franco! -dije y sentí su mano en la mía.
¿¡Que!? ¿Me cambiaste por esta....?-dijo Rosario pero la madre de Franco la interrumpió
¡Eh! ¡Cuidado con lo que llamas a mi nuera, mal bicho!-dijo doña Clara agarrándola por el brazo y llevándola había la puerta -no se como no me di cuenta la clase de mujer que eres.
Porque eres una vieja estúpida -dijo intentando sacudirse de encima a doña Clara.
Esto era el colmo.
Salí con todos detrás y me agarré  a golpes con ella, lanzandola al suelo, la agarré por el pelo y la arrastré por el suelo de tierra, hasta fuera de la hacienda.
Hay esta la Vikina en persona -escuché decir a doña Clara.
Abrí la puerta y lancé a Rosario al montón de estiércol de caballo,haciendo que todos se llevasen las manos a la la boca y que Lidia llorase de la risa.
Cerré la puerta mientras la loca se metía en su coche y se iba.
Me limpié las manos aún furiosa y con la respiración agitada.
Bueno... ¿Comemos? -dijo Franco y todos empezaron a reírse, hasta yo me uní a su risa,aunque era mas una risa nerviosa.
Franco agarró mi mano y entramos juntos al salón seguidos de sus padres.
¿Después de todo lo que has hecho, ahora te volviste muda Sara? -dijo doña Clara mientras comiamos.
Mamá... déjala -dijo Lidia -ves Sara no tendrías que haberles dicho...
Me guiño un ojo.
Sara nena, no entiendo porque no nos dijeron nada... Además nos hicieron creer que se llevaban mal... Hasta yo me La crei.-dijo doña Clara.
Es que se llevan como perro y gato mamá es verdad... -dijo Lidia-yo no los entiendo... Discuten y a los cinco minutos se adoran...
Mi padrino y su mujer se miraron sonriendo.
Eso es bueno... Es lo típico en las mejores parejas... -dijo mi padrino.
¿Y cuanto tiempo tienen de novios? -preguntó mi madrina.
Franco y yo nos miramos.
Desde, hoy en la tarde así que unas... Seis horas... -dijo Franco agarrando la mano que yo tenia sobre la mesa .
Entonces... ¿Nadie sabe? -dijo emocionada mi madrina, ya que era muyyy cotilla y le gustaba ir contando chismes.
Yo sí sabia-dijo Lidia y sus padres la miraron.
Terminamos de cenar entre risas y después de ver todos los álbumes de Franco de bebé,me despedí para irme a casa.
¿Ya te vas?-dijo mi madrina, mirando su reloj-¡uuu! Pero si es tardísimo...
Tranquila mamá yo la acompaño- dijo Franco cogiendo su chaqueta.
Aún me resultaba raro poder tocar y abrazar a Franco.
Salimos de la casa camino a la mía, cuando estábamos fuera de la vista de su familia, me agarró y me apretó contra el muro,besandome con pasión.
Nos separamos con la respiración agitada .
Ni quiero separarme de tí  nunca... -dije abrazándolo.
Será mejor que te deje en casa, porque si no no sé de qué sería capaz -dijo mordiendo mi hombro.
Llegamos a la hacienda y no solo me acompañó a la puerta ¡sino hasta la misma habitación!
Bueno ya me trajiste. -dije nerviosa por su cercanía.
¿No te vas a poner el pijama? -preguntó acercándose a mi armario, sacando su camisa.
¿Crees que seria la primera vez que me desnudo delante de un hombre?-dije y se puso muy serio.
Será mejor que me vaya ... -dijo dandose la vuelta .
Ay ya Franco... -dije agarrando su mano,para detenerlo.
Sara, aquí no es igual que en la capital... Allá pueden hacer esas cosas, porque los capitalinos no son tan posesivos como nosotros... -dijo Franco y sentí dolor en sus palabras. -sé que no soy tan fino ni hablo lindo pero te quiero y si tengo que irme   ahora mismo para no volver a discutir contigo lo aré.
Lo abracé,sentí sus brazos a mi alrededor.
Cogí la camisa y la olí, pero ya no olía a él, olía a mi perfume.
Puse mala cara.
Ya no huele a ti... -dije algo triste.
Sonrió de lado.
Espera -dijo y se quitó la camiseta dejándome ver su torso, haciendo que se me secase la boca.
Me lanzó la camiseta y su olor llegó a mi nariz.
¿Mejor? -dijo poniéndose la camisa qu yo había estado usando de pijama. Empecé a desabrocharme la camisa, cuando de pronto se acercó a mí poniéndome la camiseta encima de la ropa y dándome un suave beso .
Ahora si,puedes cambiarte tranquilamente.-dijo besando mi cabeza.
Me deshice de mi camisa ,pantalón y sujetador quedándome solo con su camisa y unas bragas negras de encaje, su camiseta me llegaba a la mitad del muslo,dejando ver una parte de mi trasero.
Franco me miraba como un león hambriento, me asustaba esa mirada, pero no iba a admitirlo...
Era la primera vez que estaba con un hombre a solas y  con tan poca ropa, por lo que estaba muy nerviosa.
Aquí estaba, Sara Elizondo, la mojigata de la universidad, el ratón de  biblioteca, la santurrona,la única chica virgen de Harvard, delante de un hombre y casi desnuda...
¿Tienes frío?-dijo Franco interrumpiendo mis pensamientos.
No... ¿Porqué? -dije alzando mi mirada hacia él.
Era tan alto...
Estas temblando... -dijo agachándose poniendose las manos en las rodillas, para que nuestros ojos quedasen a la misma altura.
Miró mis rodillas temblorosas y abrió mucho los ojos.
Así que es eso...-dijo besándome -nunca lo hubiese imaginado...
¿El que? -susurré sin saber por qué hablaba tan bajo.
Que eres virgen... -contestó.
¿¡C-c-como lo sabes!?-grité dándole la espalda.
¿De verdad quieres que te conteste? -dijo y yo negué con la cabeza.
Era obvio que había desvirgado a muchas mujeres y  sabia distinguirlas....
Me hervian las tripas de solo imaginarlo con otra...
Bueno ya deja de maquinar con esa cabeza tuya...¡A la cama!-dijo cogiéndome en brazos y metiéndome en la cama.
Cierra cuando salgas no vaya a ser que me secuestren... -dije y se agachó para besarme.
Te devolverian...no te soportarían, gringuita.-dijo y mordí su labio inferior.
Rió por mi reacción -Hasta mañana,mi amor-dijo besando mi frente y me derretí.
¿Era bipolar o qué?
salió y al rato escuché la valla de fuera.
Me levanté y cogí la carta de Maximiliano de mis vaqueros.

«Mi querídisima Sara, cuando recibí la triste noticia de que re habías ido,mi corazón latió con gran pesar...
Te ruego que regreses amor mio o de lo contrario no respondo de lo que mi alocado corazón me lleve a hacer»
Siempre tuyo:
Maximiliano Torrealba.


Hay Dios mio....
Tan empalagoso...
No entendia ,como había podido gustarme este tipo.
¿Ahora se interesaba por mí? Siempre tenía varias mujeres a su alrededor, y yo no estaba dispuesta a ser segundo plato de nadie...
Guardé la carta en el bolsillo de mi chaqueta.
Ya mañana,le diría que se fuese al cuerno.
Ví como se encendía la luz del cuarto de Franco, le ví meterse en la cama y yo hice lo mismo, me quedé dormida mirando, desde lejos, como dormía.

Mi malvado vaquero. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora