*Sara*
Tenemos mucho que hacer-dijo Lidia.
Lo sé-dije viendo la pinta de mi habitación completamente vacía.
Entre los empleados y yo subimos los muebles mientras Lidia colocaba los libros en las estanterías y demás cosas en su sitio.
Terminamos con todo en menos de cuatro horas.
Bueno... -dije limpiándome el sudor de la frente-hora de preparar todo para la inauguración de la semana que viene. Eran las tres de la tarde así que los empleados estarían comiendo.
Bajé al piso de abajo donde estaban mis nuevos empleados. Eran grandes trabajadores...Habian trabajado codo con codo conmigo para levantar la hacienda.
Dí unas palmadas para llamar su atención.
¡Bueno muchachos terminamos!-grité -¡tienen el resto del día libre!
Quiero agradecerles toda su ayuda. Sin ustedes no podría haberlo hecho, sin ustedes no habría podido salvar La Tormenta,mi nuevo hogar.
Hubo murmullos entre ellos.
¿Entonces se va a quedar patrona?-dijo Carlos, el jardinero.
Así es, pesele a quien le pese aquí me voy a quedar,asi que sus empleos aquí son fijos, no quiero a otros trabajadores que no sean ustedes además, como habrán visto en el linde del río mandé a construir casas -dije seria-esas casas son para ustedes y sus familias estoy arta de que vengan caminando desde sus casas bajo el sol-terminé y me quedé perpleja al ver como todos lanzaban al aire sus sombreros y empezaban a jalear.
¡Viva la patrona!¡¡VIVA!! -gritaron mientras abrazaban a sus mujeres.
Pedí silencio con las manos.
Solo les pongo una condición. -dije señalandolos con un dedo-los niños no trabajan, los niños van al colegio.
Mandé hacer la escuela junto a las casas y pronto vendrá un amigo mio que es maestro para enseñarle todo a los niños, aunque si alguno de ustedes quiere aprender, será bienvenido a las clases que hay después del trabajo.
Hubo un silencio sepulcral.
Entonces Eustaquio uno de los portavoces del grupo de acercó.
¿Patrona y los sábados y domingos? -dijo nervioso retorciéndose la camisa-los domingos hay misa.
Señores ustedes no trabajan los sábados ni los domingos esos días son libres -dije extrañada por la pregunta -y los niños tampoco tendrán que ir a la escuela.
Eustaquio abrió mucho los ojos mientras todos se miraban este ellos y murmuraban.
Bueno si no tienen nada mas que preguntar, yo los dejo, la semana que viene daremos una fiesta y tengo mucho que preparar.
Aaa... Por cierto. Se me olvidaba, todos ustedes y sus familias están invitados -dije y otra vez jalearon.-y nos falta un capataz, así que si saben de alguien agamenlo saber.
Subí a buscar a Lidia, cuando Esteban uno de los encargados de los caballos se me acercó.
Disculpe patrona -dijo y yo me dí la vuelta.
Si dime Esteban -contesté.
Es sobre lo del capataz, yo tengo un amigo que estaría muy interesado en el puesto-dijo mirando al suelo nervioso, al parecer tener patrona en vez de de patrón les ponía incómodos.
Se llama Hugo Castro y ea un muchacho muy responsable -dijo aun sin mirarme.
Los demás asintieron detrás de él.
Bueno... Si me viene tan bien recomendado díganle que venga mañana a hablar conmigo -contesté y todos me miraron como si fuera un bicho raro.
Bueno ahora ya si... ¿Porque me miran así? -dije con los brazos en jarras.
Bueno patrona es que usted no es como el resto de los gringos.-dijo Esteban -los gringos suelen tratarnos a las patadas y nunca nos ayudan como hace usted.
Una sonrisa se dibujó en mi cara.
Bueno será por que solo soy medio gringa¿a poco tengo el cuello tan estirado y la nariz tan levantada?-dije poniendo posturas y levantándome la nariz con el dedo-todos nos reímos.
Ándele ya a sus cosas -dije moviendo las manos como si asustaste gallinas.
*Franco*
Estaba con la boca abierta.
¿Donde quedó la gringa estirada de hace un mes?
Había estado escuchando como hablaba con sus trabajadores y no podía creerlo.
¿Disfrutando el espectáculo?-dijo una voz a mi espalda.
Me di cuenta la vuelta y allí había un hombre mayor con un traje negro y corbata.
Buenas tardes -dijo extendiendo la mano hacia mí-soy Raúl Elizondo.
Un gusto yo soy Franco Reyes-dije estrechando su mano-espere...¿a dicho Elizondo?
Si ahijado -dijo tirando de mí y abrazándome-¡como as crecido,la última vez que te ví llevabas pañales!
Lo abracé con cariño.
¿Como esta padrino? -dije sonriendo.
Pues aquí viendo como mi hija sigue los pasos de su madre... -contestó con una sonrisa-se cree que no se que se va a quedar...
Empezó a reírse.
La pobre no se atreve a decírmelo... -dijo moviendo la cabeza de lado a lado.
Bueno vamos muchacho ,ven acompáñame -dijo abriendo la puerta de la hacienda,y yo la cerré rápidamente.
Yo que usted no haría eso padrino -dije agarrando la puerta.
¿Porque no muchacho? Déjame yo se lo que hago-dijo y abrió la puerta.
Automáticamente Reina se lanzó contra él ladrando y enseñándole los dientes.
Ya estaba muy crecidita.
Era una enorme husky de enormes dientes.
Puse la mano por delante de mi padrino y Reina me mordió haciendo brotar sangre de mi brazo.
¡Reina suelta! -grité y Sara apareció bajando las escaleras corriendo .
¡Reina stop! -dijo y la perra me soltó en el acto. Come here, sit down -dijo y la perra se sentó.
¡La había enseñado ordenes en inglés!
¿Hija que clase de monstruo es ese? -dijo mi padrino señalando a Reina.
Es mi perro papá, esta entrenada para proteger la hacienda... Es lo que hacia, dado que no te conoce. -dijo rasgando la manga de mi camisa para ver la herida mientras yo la observaba, parecía preocupada...
No parece grave pero de todas formas llamaré a Héctor para que te vea... -dijo y nada mas nombrarlo vino a mi mente el día en que los encontré en mi casa.
Vamos -dijo ayudándome a levantarme y metiéndome en la hacienda cogiendome de la mano.
Mi cuerpo reaccionó a su contacto y mi estómago dio un brinco.Ya no podía negarmelo más a mi mismo...
Estaba enamorado de la mocosa.
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Mi malvado vaquero.
RomanceSara Elizondo, la única hija del matrimonio Elizondo Galvan, una de las familias de empresarios mas importantes del país , visita la antigua hacienda de la familia, dispuesta a venderla al mejor postor,para irse a vivir su vida a Nueva York. ¿Que p...