*Sara*
Hoy hacia ya un año que Franco y yo éramos novios.
Parecía que había sido ayer...
Lidia y yo habíamos Estado llendo a la capital para ir a las citas del especialista y ya iba muy avanzada, pues ya iba con muletas.
Dentro de un par de meses ella se casaría con Héctor y si seguía así podría ir caminando al altar...
Jamás había sido tan feliz pero mi felicidad la empañaba solo una persona... Mi padre.
El al enterarse de mi relación con Franco había puesto el grito en el cielo.
¡Incluso intentó obligarme a volver a casa con él y casarme con Maximiliano!
Desde ese día no nos hablamos...
El timbre del horno me sacó de mis pensamientos.
Saqué la cena y emplaté mientras iba tarareando por la cocina.
Puse la mesa con velas y todo...¿quien lo iba a decir?
Yo tan consentida que ni siquiera mi cama hacia...
Puse algo de música mientras terminaba de poner las cosas en la mesa y empecé a bailar moviendo sensualmente mis caderas. Hacia mucho que no bailaba y me apetecía muchísimo.En ese momento alguien me agarró por detrás.
Ahora entiendo porque ese tal Maximiliano estaba de baboso, si le bailabas así... -dijo Franco mordiendo mi cuello.
¡Franco! -dije dando un salto-¡me has asustado!
Me sonrió pegandome a él, mientras bailaba al ritmo de la música.
Te amo amor... -dijo en mi oído, para después besarme.
Me agarré a él pegandolo más a mí, ya que el bailecito me había subido la temperatura y, a juzgar por el bulto que notaba contra mi cadera, no era la única...
De pronto se separó de mí.
Me muero de hambre... -dijo tocando mi labio inferior-¿cenamos?
Lo miré acalorada y confundida.
Me sonrió.
Haber... mi patroncita bella... Yo también muero por tí, pero no quiero desaprovechar todo esto que te tardaste todo el día en hacer amor... -dijo mientras yo lo miraba enfurruñada.
Cenamos entre besos y palabras de amor, mientras estaba distraído se me ocurrió algo para molestarlo, ya que aún estando un año de novios se negaba a acostarse conmigo... Según él ¡quería que me reservara para la noche de bodas!
¡Y no me daba la gana!
Esa misma mañana había tirado a la basura la Carta de Maximiliano(de la que Franco no sabía nada), así que recogí la mesa y al ir a tirar los restos de comida la cogí sin que se diera cuenta y la metí en mi bolsillo trasero de mi pantalón corto, la dejé suficientemente fuera del bolsillo para que la viese o se cayera lo que primero pasase...
*Franco*
La miraba de reojo mientras lavaba los platos y yo los secaba.
Había cambiado mucho aquella mocosa... Se había convertido en toda una mujer... Estaba muy nervioso, no sabía cómo empezar a hacer lo que tenía pensado...
Aquella pequeña cajita en mi bolsillo parecía pesar una tonelada...
Terminamos con la vajilla y la abracé por detrás.
Amor... ¿que es eso que suena? -dije escuchando un ruido y notando un pinchazo de algo.
¿Una carta?
Leí el remite
«Maximiliano Torrealba»
Ah... Eso... -dijo intentando quitarme el papel de la mano.
Leí la Carta y la furia y los celos se apoderaron de mí.
¿Cuando pensabas decirme que te carteabas con él? -grité rompiendo el papel en mil pedazos.-¿quieres volver con él? ¿Es eso?
Temblaba de furia mientras que ella me miraba con las cejas levantadas.
¡¡CONTESTAME SARA!! -grité a todo pulmón haciéndola dar un salto.
Sabes... No es mala idea... Él no tendrá ningún problema en hacerme suya... -dijo tranquilamente y ya no aguanté más.
¿¡Maldita sea Sara, solamente por eso Vas a dejarme?! ¡¿Por no querer acostarme contigo?! -grité agarrandome el pelo entre los puños.
De pronto la miré... Yo conocía esa cara... Estaba aguantando la risa...me estaba mintiendo, estaba tratando de enfadarme...
Bueno si eso es lo que quieres... -dije y su cara se puso blanca.
¿Q-que?-tartamudeó
Si quieres a ese tal Maximiliano... Pues que sean muy felices... -seguí y ví como sus ojos se ponían vidriosos.
Franco... -dijo y un sollozo se escapó de su garganta, tapándose la cara con las manos.
Me quedé impactado y después corrí a abrazarla.
Ehh... Shhh.... Estaba bromeando, amor tranquila... -dije pegandola a mi cuerpo.
Estúpido...! -dijo pegada a mi pecho.
Tú empezaste... -dije acariciando su pelo-ven.
La senté en la silla y me arodillé delante de ella.
¿Me perdonas? -dije y ella me Miró secándose las lágrimas.
Si... Pero ni se te ocurra volverme a decir algo así.
Vale... Entonces, te diré algo mejor-dije sacando la cajita -¿quieres casarte conmigo?.
Miró el anillo y luego a mí.
¡Si! -dijo lanzándose a mis brazos-¡SI! ¡SI!
La abracé mientras ella reía sin parar.
Si... Pero quiero algo antes... -susurró empezando a morder mi cuello.
Sara... -dije intentando separarme de ella.
Se apoderó de mi boca, metiendo su lengua en ella, encendiendome como nunca.
Sara... Dios... Para.... -susurré.
Me abrió la camisa y acarició mi pecho... Su mirada se conectó con la mía y perdí el control.
La tumbé sobre la mesa y me coloqué entre sus piernas sujetando sus manos sobre su cabeza con una mano y levantamdo su camiseta con la otra, mientras la besaba.
Me detuve a medio camino.
Vamos-dije levantadola en mis brazos-no vamos a hacer esto aquí...
Caímos en la cama, basándonos, mientras nos desnudabamos uno al otro.
La sentía temblar bajo mis caricias.
Acaricié su cuerpo desnudo, admirando cada centímetro de piel, besé sus pechos mientras ella gemia mi nombre.
Acaricié su sexo e introduje un dedo en su interior, haciéndola arquearse y gemir.
Mordió mi labio inferior pegándose más a mí.
¿Estas segura? -dije sintiendo su humedad en mi mano.
Asintió decidida con los ojos cerrados.
Por favor... -gimió mirándome a los ojos.
Me introduje en ella lentamente, sin apartar mi mirada de la suya.
Me detuve, con esfuerzo, para después penetrarla de una sola estocada, arrancandola un grito de dolor.
Eres mía... -dije en su oído moviendome sobre ella-Te amo, mi amor-susurre acariciando su cara, quedandome lo más Quieto que pude, hasta que su rostro se relajó.
Te amo-jadeó moviendo la caderas, para que yo me moviese.
Comencé a moverme sobre ella mientras nuestros gemidos resonaban junto con el sonido de nuestros cuerpos al chocar uno contra el otro.
Mordí su hombro mientras ella clavaba sus uñas en mi espalda, ella gemia mi nombre y de pronto me lanzó a la cama subiendose sobre mí.
Era un diosa desnuda sobre mí, acaricié sus pechos mientras ella se movía sobre mí.
Subí el ritmo agarrando sus caderas y tumbandola debajo de mí, embistiendola una y otra vez, hasta que llegamos al orgasmo a la vez.
Caí sobre ella sin aliento aún en su interior, mientras ella me abrazaba con la respiración agitada.
Me tumbe en la cama abrazandola contra mi pecho, acariciando su espalda.
Te amo mi vida-dijo haciéndome abrir mucho los ojos, ella nunca hablaba así....
No me mires así... -dijo acariciando mi mejila-que no sea empalagosa siempre no significa que no sepa serlo.
La abracé entre risas, viendo como miraba el anillo en su dedo.
¿Te gusta? -dije besando su cabeza.
Muchísimo... Pero más me gustas tú. -dijo abrazandose a mí bostezando.
Parecía una niña abrazando a su osito. Tiré de la sabana poniéndola sobre los dos junto con la manta y la colcha.
Al cabo de unos minutos Sara estaba profundamente dormida entre mis brazos.
Buenas noches mí vida-susurré antes de caer también en un placentero y dulce sueño.
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Mi malvado vaquero.
RomanceSara Elizondo, la única hija del matrimonio Elizondo Galvan, una de las familias de empresarios mas importantes del país , visita la antigua hacienda de la familia, dispuesta a venderla al mejor postor,para irse a vivir su vida a Nueva York. ¿Que p...