En 1984, en un pueblo pequeño y tranquilo, llegando a ser muy aburrido, es conocido bajo el nombre Northem, fue encontrada una joven pálida, con los labios morados y su cuerpo frío, ya sin vida. Su ropa sucia y desgarrada daba indicios de haber sido comprada en sitios foráneos donde se encuentran las piezas de más alta costura. La chica poseía un rostro tan bello que ni los golpes que había sufrido habían logrado transformarlo, la razón de su muerte es evidente que fue un estrangulamiento, por las marcas dejadas por el asesino en su cuello.
Quizás el dato más extraño sea que, junto al cuerpo inerte se encontraba un ramillete de girasoles, flores poco comunes en la zona, a modo de adorno. Qué habrá querido decir el asesino con esta escena expuesta, quién era esta bella joven, y por qué la matarían, siendo este un pueblo muy tranquilo.
Durante semanas el pueblo se llenó de temor tras el horrendo crimen, no queriendo abandonar sus casas temiendo por ser la próxima victima.
El alguacil del pueblo, persona responsable de llevar a cabo la investigación, ordenó de manera inmediata que las jóvenes por ninguna razón y bajo ninguna circunstancia debían salir de sus casas, tomando esta medida en la búsqueda de que toda doncella estuviera a salvo, mientras él seguía las pocas pistas que había dejado el asesino.
Mientras transcurría el tiempo, el pueblo se impacientaba por respuestas que no llegaban y el alguacil no conseguía ninguna conclusión. Con el pasar del tiempo aún sin respuestas comenzaron a aparecer girasoles en la puerta de la casa del alguacil, sin explicación aparente.
Entonces en el pueblo se decía que era ella misma, quien las dejaba en modo de protesta por no descubrir a su asesino.