Amalia era una joven que anhelaba casarse con su novio Eduardo. La joven había estado en una relación con Eduardo por 15 años y no veía el momento en que Eduardo le propusiese matrimonio, hasta que una noche él la invitó a cenar. Ella sabía que había llegado el momento que tanto deseaba.
Esa noche, Amalia lució un vestido elegante y esperó puntual a Eduardo. Sin embargo, esa noche Eduardo no llegó. Amalia se preocupó de que algo le hubiese pasado y llamó a su teléfono, mas no obtuvo respuesta alguna. Esto aumentó aún más su preocupación.
Amalia recorrió todas las calles del pueblo en busca de Eduardo hasta dar con él, y lo hizo para su infortunio. Eduardo estaba con otra mujer en un bar reconocido de la zona. Amalia no lo podía creer, ese hombre por el que había dado lo mejor durante 15 años, ahora la estaba engañando con otra.
La joven se llenó de tristeza, pero la combinó con un profundo odio hacia Eduardo, y se propuso vengarse de quien la había hecho sufrir.
Amalia se dirigió a la casa de los padres de Eduardo y la llenó de gasolina mientras dormían, incendiándola. La noticia recorrió el pueblo y rápidamente Eduardo estaría enterado. En ese momento el joven volvió a su casa para ayudar a sus padres, sin embargo, era demasiado tarde.
Amalia lo estaba esperando con lágrimas en el rostro pero con un rostro lleno de odio e irreconocible. La joven se abalanzó en los brazos de Eduardo y con un cuchillo afilado penetró su corazón, dejando sin vida al joven que tanto amó por tantos años para luego quitarse la vida.
Años después, el espíritu de Amalia aún sigue rondando por las calles del pueblo, con lágrimas en los ojos y perturbando a los que transitan cerca del lugar en el que se encontraba la casa de los padres de Eduardo, el mismo lugar en el que se quitó la vida.