Consecuencias

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I

Planeta Cuarenta y cuatro

Finalmente se hartó de esperar en ese solitario planeta, era tedioso ver pasar los días sin tener algo de diversión, ningún soldado pudo reemplazar a su más fiel vasallo, se encargaría de asesinar con sus manos a esos monos, ese maldito planeta no debería ni siquiera de existir; maldecía la hora en que se alió con Brolly, se había desatado un ataque de ira tan grande que estuvo a punto de asesinarlo de un momento a otro y no tuvo más opción que encerrarlo, como a una mascota, ahora el maldito aullaba por su libertad, pero no le importaba en lo más mínimo.

Ya su hermano Cooler estaba al tanto de la situación y él es quien daría el primer golpe en el planeta escarlata, al fin su sueño de tantos años, acabar con todos los monos se vería realizado. Pero, ¿Por qué quería acabar con ellos? ¿Qué fue lo que le hicieron?, sus ojos se llenaban de ira de tan solo recordar como su abuelo el Rey Ice, se encargó de infundir el miedo entre los suyos, de temerle a una raza poderosa, de nunca ir contra el Súper Saiyajin legendario pues ese mismo había acabado con su hijo Chill, desde que fue pequeño alimentó un odio solamente comparado con la muerte misma, se dedicó en vida a averiguar sobre ellos, a volverse cercano a ese imperio, al conocerlos quedó tan poco conforme, ¿Esos monos inferiores, esa raza primitiva vio nacer al Súper Saiyajin legendario?

Es posible que sólo haya sido una leyenda, pues ninguno incluso el Rey Vegeta o sus hijos daba la talla como para enfrentarse a él, tan débiles resultaron ser que hasta pudo tomar cautivo al pequeño príncipe mono, ese niño fue el chivo expiatorio de todas sus turbaciones y él siempre fue el verdugo, gozaba y reventaba de placer cuando veía al pequeño mono sangrar, llorar de impotencia y maldecir su suerte, fue un placer adictivo que vivió por años, hasta que el muy maldito logró escapar en una misión en donde pensaron que había muerto, sin duda alguna el maldito era muy astuto, estuvo planeando por años ese escape.

Pero sabía que en el fondo, el pequeño mono y él no eran tan diferentes, sólo querían demostrar quién era el más poderoso y quien merecía gobernar el universo, ese pequeño mono fue el único capaz de hacerlo desquiciarse y cegarse ante las ganas de matar, en aquella ocasión lo dejó al borde de la muerte pero lo que desconcertó su ser fue ver aquella sonrisa triunfante en su rostro, ¿Acaso se alegraba de morir? ¿Sonreía en vez de llorar? Hasta ahora era una gran incógnita dentro de su mente.

Vegeta era un ser exótico para él, pues aunque era un subordinado suyo, nunca dejó que otros soldados lo degraden, asesinó a muchos de sus hombres y eso lo divertía, ese orgullo incólume lo hacía delirar, era grandioso verlo, en algún momento de su vida, cuando el pequeño dejó de ser solo un niño y empezó a madurar, se sintió atraído hacia él, aunque nunca nadie lo supo, esa fue la gran razón por la que quería conservarlo, por lo que lo golpeó tanto haberlo perdido.

El Rey Vegeta se lo había arrebatado de su lado, ahora solamente deseaba verlos arder en el infierno, todos y cada uno no valían nada, eran sólo basura de la que se iba a deshacer y el día en que lo llevaría a cabo se encontraba muy cerca.

-Al parecer no contabas con esto, ¿Verdad Brolly? – Lo observó en una gran cúpula hermética, estaba siendo sedado con un líquido especial que crearon sus científicos a través de unos dispositivos especiales que lograban su estabilidad mental, reía de la suerte de este pobre infeliz, enloquecer por sed de sangre, era de reírse. Él gozaba los castigos y torturas, pero era otra cosa perder la razón y matar a diestra y siniestra, no era divertido si no se era consciente de eso – Todos los monos son tan patéticos, definitivamente Bills tuvo razón al pedirme que los extermine, son intolerables, incluso dormido me pareces repulsivo – La mueca de desagrado de su rostro, remarcaba los pliegues en su lechosa piel.

Tu, mi destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora