Esperanza

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Vegetasei

Tres días habían pasado desde que sintió aquella poderosa energía fluyendo por todo su cuerpo, esa misteriosa energía fluía por su sangre, se adentraba a su alma y se afianzaba a pasos impensados, esa extraña sensación se posó en su pecho y no volvió a salir de allí, así que cada vez que despertaba del sueño podía sentirla tan presente y a la vez tan distante, era un sentimiento nuevo y contradictorio pues jamás en sus veinticinco años creyó sentir algo semejante, y es que estaba seguro que aquella energía, aquella presencia le pertenecían a un descendiente.

No había otra explicación, por más absurdo y extraño que parezca.

Se desesperaba pensando en quién será ese ser, ¿De quién habrá nacido? Porque si bien aquello no importaba, estaba el hecho de que no podía ignorar aquella sensación, si es que aquel en verdad era su hijo, tendría que buscarlo y reconocerlo como tal. La mujer de la que haya nacido no importaba pues estaba seguro de que la había conocido antes que a su única y verdadera mujer, por ende no significaba absolutamente nada, pero un hijo; aquello era distinto. Como saiyajin de la realeza estaba en la obligación de reconocer a sus herederos, aquello había sucedido siglo tras siglo desde que su especie empezó a evolucionar, tenía un hijo y jamás pensó que eso ocurriría.

Siempre se empecinó en jamás dar su brazo a torcer ante los viejos del consejo, en aquel afán de conseguir una esposa y así asegurar su descendencia, pero si había tenido un hijo con cualquiera de esas mujeres, ya no importaba, era la excusa perfecta para que esos vejestorios lo dejen en paz de una buena vez, ¿Querían un heredero? Ya lo tenían, así que se encargaría de encontrarlo y darle el lugar que merecía en la realeza. Sabía que era inmensamente poderoso pues la energía que sentía era sorprendente.

Aunque no quiso aceptarlo en un primer momento peroestaba demasiado orgulloso de su progenie.

Ya se encontraba ingresando a la atmosfera de Vegetasei, aquel hermoso planeta escarlata que estuvo a punto de desaparecer por causa de ese tirano, trató de no recordar aquello pues sabía que la herida aún estaba abierta y sabía que debía mostrar entereza ahora que estaría al mando de su planeta, aún tenía un asunto que tratar con los kempellianos, esos malditos que osaron traicionar a su padre, no los perdonaría jamás por esa afrenta. Esos lunáticos eran débiles en cuanto a fuerza pero eran capaces de controlar el tiempo, aquello les daba una ventaja considerable ya que los saiyajins no tenían poderes psíquicos sino de combate, no importaba; idearía la manera de cobrar venganza. Ya que gracias a ellos cayó bajo su responsabilidad un cargo que no quería, aún no deseaba ser el Rey, pero debía conformarse con los designios del destino.

Preparó todo y se dispuso a enviar la alerta de aterrizaje a la base central del palacio, ya se aproximaba y dejó a la nave hacer su propio trabajo, aterrizaría sin problemas gracias al piloto automático que su terrícola había equipado, dentro de su armadura conservaba un estuche repleto de capsulas hoi poi, recordó que cuando fue la Tierra aquella vez en que encontraron a la familia de su mujer, lo había tomado. Nunca observó que había dentro pero, ahora que regresara al palacio lo haría. De alguna manera aquello seguro serían recuerdos y solo él sabía cuánto deseaba mantener aquella mirada oceánica grabada a fuego en su memoria.

- Príncipe Vegeta, bienvenido al planetala plataforma número siete está disponible para su aterrizaje, ya enviamos la señal a la nave, aterrizará en quince segundos – Se oyó la voz de uno de los soldados de la base por el altavoz de la nave, cerró los ojos y esperó el descenso.

La nave aterrizó sin ningún inconveniente en la plataforma, se tomó unos minutos para salir; al bajar un grupo de soldados le daban la bienvenida, se sentía fastidiado, él quería que todo esto sea lo menos protocolar posible, de hecho aún se sentía extraño de ser el nuevo Rey del planeta. Aunque aún debían de realizar la dichosa ceremonia de coronación, que absurdo resultaban ser todos estos procedimientos. Observó a los soldados y entre ellos pudo distinguir a su fiel soldado Nappa, a Drein que también era un soldado allegado y a Turles. A los demás no lograba distinguirlos, la verdad jamás había sido bueno entablando algún tipo de trato con nadie.

Tu, mi destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora