Alianzas

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Los días en el planeta escarlata pasaban deprisa, dentro de sí se lamentaba de eso pues, cada día era intolerable e insufrible de ésta manera, se empezaba a arrepentir de haber hecho lo que hizo, durante su vida en el planeta Tierra jamás vivió el rechazo de algún hombre y ahora mismo él lo único que hacía era despreciarla, rechazarla y en muchas ocasiones simplemente olvidar que existía y no soportaba un día más ésta situación, saber que fue solo una distracción para el príncipe la llenaba de rencor, pero se sentía tonta, después de todo ¿Qué más esperaba? ¿Qué venga y le diga cosas románticas o se aferre a ella? No estaba loca, sabía cómo era el, pero simplemente no estaba preparada para lidiar con su rechazo.

Pero era una mujer fuerte, sobreviviente del exterminio de su raza y su planeta, no se iba a derrumbar pensando en un príncipe engreído y detestable, tenía muchas otras cosas en qué pensar y en qué ocupar su tiempo, estos últimos días había pasado mucho tiempo junto a Tarble, sin duda no había sido justa al haberle hecho caso a Vegeta, su hermano sí que sabía cómo tratar a una dama, era educado, comprensivo, amable y eso le parecía de lo más interesante, después de todo era un buen amigo suyo y estaba feliz por eso.

Su amiga Milk le había confesado que mantenía una relación con un saiyajin, al instante supo de quién se trataba y no podía estar más contenta por ella, Gokú era un gran hombre, algo despistado pero, bueno al fin y al cabo. Su padre se empecinó en ir hacia unos lagos alejados del palacio aquel día y aunque no quiso que lo hiciese pues nunca se sabe cuándo puede suceder algo malo, era tan testarudo que se fue junto a su hermana Tighs, también había notado la cercanía de ésta y del soldado Raditz. ¿Pero quién era ella para meterse en sus asuntos?, aunque Raditzno sabía si era de confiar.

Sus días desde aquella vez en que sintió sobre su piel el calor y el tacto de las manos de ese saiyajin se habían vuelto aburridos y monótonos, por un momento cruzó por su mente la idea de marcharse de allí, podría hablar con su padre y hermana para irse junto a las humanas que quieran acompañarlos, ¿Qué la ataba a Vegetasei? Estaba por finalizar el trato que tenía con el Rey Vegeta y sentía que ya no podía más en ese lugar, cada día observada las miradas lascivas de los guerreros sobre su cuerpo y mucho peor que antes, ahora se atrevían a insinuarle cosas demasiado groseras.

Se había enterado por Irsus de que Vegeta se había ido del planeta hacia uno cercano para mejorar su entrenamiento, no sabía por qué pero se sentía demasiado sola, aunque buscaba a Tarble durante su entrenamiento para buscar alguna conversación o simplemente tratar de recordar a Vegeta a través de sus ojos, eran tan parecidos. Pero la culpa la golpeaba en los minutos siguientes, nunca serían iguales, Vegeta era un desgraciado que sólo la utilizó.

- ¿Qué sucede Bulma? ¿Estás bien? Te ves demasiado pálida – Los brillantes y sugerentes ojos del príncipe menor se posaron en su rostro sacándola de aquellos pensamientos.

- Me siento bien, no me pasa nada Tarble – Le dirigió una sonrisa leve – Gracias por preocuparte.

Él tomó una de sus manos y sintió una pequeña ola de calor recorrer su cuerpo, ¿Acaso esto sucedería con cada saiyajin que la tocara?

- No puedo evitar preocuparme por alguien que me importa – Él le devolvió la sonrisa, al instante notó su sonrojo y aunque no se sintió cómoda, no tuvo el valor de romper en pedazos aquel momento, que aunque extraño era bastante agradable, hace mucho no sentía el verdadero interés de alguien en ella, alguien que no fuese su familia.

- Tarble, ¿El Rey se encuentra en el planeta? –Cuestionó tratando de cambiar un poco el rumbo de aquel momento – Necesito hablar con él.

- No se encuentra en Vegetasei en estos momentos, se está llevando a cabo un protocolo importante para nuestro planeta – Le sonrió.

Tu, mi destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora