Revelaciones

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Los meses pasaron sin piedad en aquel planeta escarlata, se hallaba dormido y silencioso después de que la noticia de que su Rey había vencido, nada más y nada menos que al emperador del mal. Las muestras de apoyo y felicitaciones no tardaron, las ofrendas enviadas desde otros planetas cercanos, iban y venían desde aquel día. Tarble estaba ejerciendo el papel de gobernante temporal de Vegetasei ya que de su hermano no sabían nada, después de despertar de la inconciencia sin ver a nadie ni hablar con nadie, se había marchado. Nadie sabía de su paradero, habían enviado a varios escuadrones en su búsqueda pero simplemente parecía que había desaparecido. Aunque él sabía bien que aquello era imposible, la situación lo desesperaba pues él sabía que Vegeta debería estar ocupando ese cargo en ese momento.

Su vida también se había vuelto un caos, un completo caos pues ninguno de los seres más importantes se encontraban a su lado, aunque habían sido entrenados para no afianzar vínculos entre ellos, no podía mentirse a sí mismo. Extrañaba a su padre, él sabía que jamás fue un buen soldado, no era poderoso, para su padre no había excusa para permitir su existencia, pero sabía que su padre lo quería, sólo él lo sabía, pues sería una deshonra si los demás se enteraban. Vegeta siempre fue su meta, siempre fue el ser que lo impulsaba de una manera u otra a mejorar, a superar sus expectativas y aquella mirada de aceptación y orgullo que a veces le regalaba su hermano, jamás se habría comparado con nada; estuvo equivocado durante mucho tiempo queriendo rivalizar con él en cuestiones superficiales, era su hermano y también su mayor soporte.

Y finalmente ella, la humana que había puesto su mundo de cabeza tan sólo con una sonrisa o una mirada cálida, le costó varios meses darse cuenta de las cosas, ella nunca le había correspondido, se enteró por Bardock de que Bulma era especial para su hermano y en ese momento comprendió por qué se comportaba de esa manera, por qué estaba sufriendo tanto con su ausencia, lo supo. A pesar de no estar cerca de él, tenía el presentimiento de que estaba sufriendo por eso.

Se había comportado de una manera infantil y lo sabía, se había empecinado en conquistar a esa mujer sin darle lugar a sus verdaderos sentimientos. En las últimas semanas estaba frecuentando a una saiyajin de clase baja, la verdad que su fuerza era lo de menos, esa mujer poseía una sonrisa extraordinaria y aquellos ojos púrpura eran envolventes cuando lo miraban directamente, esa inocencia y ese desenvolvimiento tan natural y frágil, lo habían cautivado. El pequeño príncipe se estaba enamorando de aquella magnifica criatura. Y él sabía que no todo podía terminar así, su hermano merecía estar en su planeta, vivir plenamente y no huyendo de los recuerdos. Necesitaba ayudarlo, apoyarlo, demostrarle que no todo está perdido, pero Vegeta necesitaba tiempo para volver a respirar como lo hacía antes, sin miedo de perder el alma.

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Bardock estaba regresando a Vegetasei, venía junto a su hijo Raditz y Drein que era uno de sus soldados más cercanos, habían pasado ya meses y ninguno de sus hijos parecían ser los mismos, lo entendía de Kakarotto pues había perdido a su compañera, ¿Pero Raditz? ¿Qué estaba mal con él?, había intentado hablar con él miles de veces pero simplemente su hijo era una gran muralla impenetrable, había desistido de seguir intentándolo, tiempo. Sólo el tiempo les volvería las ganas de seguir viviendo a esos dos. Ya se había despertado pues había accionado el sistema de inducción del sueño solamente hasta dos horas antes de llegar al planeta. Era su costumbre. Necesitaba esos pequeños espacios de soledad en que podía pensar sin miedo de que alguna desagradable visión lo vuelva a atormentar, desde lo ocurrido con los humanos, no quería volver a tenerlas, estaban destruyendo su vida.

Un sonido lo hizo desviar su atención y fijarse en el panel de monitoreo, le indicaba que la nave de Drein ya había desactivado el sistema de inducción, su hijo en cambio lo había vuelto a activar. Posiblemente tratando de evitar que intente hablar con él nuevamente. No había nada que pueda hacer para ayudarlo. Quiso comunicarse con su soldado mediante el sistema de comunicación privada de los scouters, ese sistema que la humana científica había incluido en sus aparatos, la mujer de Vegeta, ya todo el planeta lo sabía.

Tu, mi destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora