Designios

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Debía de olvidar a esa mujer de una vez por todas, no era conveniente que alguien sepa que se apareaba con alguna hembra saiyajin; podrían obligarlo a afianzar alguna unión y eso no estaba ni en el más lejano de sus planes. Él aún no se sentía y quizás se sienta preparado para tomar una compañera, como le exigía el Consejo.

Por la noche intentó dormir pero su cuerpo no se lo permitió, necesitaba desquitarse con algo y acudió a su sala de entrenamiento personal, estuvo allí cerca de dos horas y la rojiza madrugada ya se mostraba en su total expresión, pero su rastreador detectó un poder de pelea cercano. Aquella Saiyajin que lo había molestado anteriormente en su habitación aún merodeaba los pasillos del castillo, a esas altas horas de la noche. Su cuerpo respondió a los estímulos de su mente, recordaba el apetecible cuerpo de aquella hembra y supo en ese instante que no sería tan mala idea tomarla, sólo hasta saciar su latente deseo. Hubiese tomado a cualquier otra, pero era Lenussy la que estaba allí cerca de él y aprovecharía esa cercanía.

Salió rápidamente de la sala de entrenamiento y la ubicó merodeando las habitaciones de sus escoltas. Aquello llamó mucho su atención pues todos sus subordinados sabían que él tomaba usualmente a esa hembra y a algunas otras más. No le gustaba compartir a las mujeres que poseía. Por eso fue sigiloso al observar cuidadosamente hacia dónde se dirigía esa mujer. La vio abrir cuidadosamente la puerta de la habitación de uno de sus guardias personales, pero al instante salió de allí, la hembra seguía sigilosamente su camino y nuevamente se detuvo frente a una puerta, era la habitación de su hermano Tarble. ¿Qué hacia Lenussy merodeando en la habitación de su hermano?, ¿Acaso él también tomaba a esa mujer? Si fuese así, decidió no volver a tocarla; el simple hecho de saber que su hermano también había usado su cuerpo lo llenaba de asco.

Quiso matarla en esos instantes pero no lo concretó, se dio cuenta de que sería una pérdida de tiempo y energía sin un verdadero motivo; esa mujer no le importaba en lo absoluto, regresó a su habitación y decidió hacer a un lado la lujuria que aún invadía su cuerpo.

Despertó muy temprano en la mañana, ansioso por ir nuevamente hacia un enfrentamiento; la misión era muy peligrosa, pero él amaba aquello, la adrenalina recorría cada una de sus terminaciones nerviosas. Salió desperezándose de la cama y se dirigió al cuarto de baño, preparó el agua y se dispuso a tomar un rápido pero relajante baño. Lo necesitaba, necesitaba erradicar de su cuerpo aquellas sensaciones que lo pertubaron durante la noche. Recordaba que hace unas semanas el Consejo y su padre le habían exigido que tomase cuanto antes a una compañera, que ya tenía la suficiente edad como para aumentar la progenie, pero no estaba dispuesto ni de broma a tomar a alguna por ahora.

Ninguna llenaba siquiera una pizca de las expectativas que tenía. Ninguna sin excepciones.

Se enfundó el traje spandex azul y su armadura, la elegante capa roja caía por su espalda. La insignia real adornaba el lado izquierdo de su armadura; salió rápidamente de su habitación y se dirigió hacia la arena, donde se hallaban todos los guerreros saiyajin convocados para la misión, esperando por sus indicaciones. Al llegar ahí observó a por lo menos un ciento de guerreros, entre élites y de menor rango. No era lo que esperaba, esperaba un ejército mucho más numeroso. No entendía qué estaba pasando, ¿Acaso estaban desobedeciendo una de sus órdenes?.

– ¿Dónde se supone que están todos los demás?, ¡Acaso se están burlando de mí! – Espetó colérico captando la atención de todos los guerreros presentes.

– Príncipe Vegeta, son todos los guerreros que apoyan ésta misión – Contestó Nappa nervioso – Muchos de ellos no quisieron unirse ya que el Rey no está autorizando el ataque.

– Me importa una mierda lo que opine el Rey, ¡Di una maldita orden y no pudieron cumplirla como era debido! – En sus ojos podría verse arder el mismo infierno, no cabía en sí y tenía unas inmensas ganas de matar a todos los presentes.

Tu, mi destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora