¿Un día normal?

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Palacio de Vegetasei

Al despertar el cuerpo le dolía muchísimo. No se sentía nada bien y sabía a qué se debía, aquella lluvia helada y el frío la maltrataron mucho, si él no hubiese llegado...él. Sentía una gran confusión y no lograba entender su manera de ser, parecía un saiyajin frío y hostil, pero ayer pareció tan normal, tan él mismo que no podía dejar de pensar en esos ojos oscuros que la miraban como interrogándole qué sucedía, al parecer estaban tan perdido y confundido como ella. Si tan sólo supiera que hay dentro de sus pensamientos, si tan sólo encontrase la manera de acercarse más a él, quizás algún día, no lo sabía.

Ya había amanecido nuevamente en aquel planeta tan ajeno, se apresuró a levantarse, ingresó al pequeño baño que había en la habitación a darse un rápido baño con agua caliente ya que su cuerpo se sentía helado y realmente lo necesitaba finalmente a cambiarse para seguir con sus labores modificando y mejorando las naves del ejército.

Se vistió rápidamente colocándose unos pantalones azules, unas botas elásticas muy parecidas a las que usaban las mujeres saiyajin y una bata blanca, ella misma la había confeccionado para no sentirse tan diferente de como en la tierra. Amarró su largo cabello azul en una alta coleta, tomó alguna de las anotaciones que tenía en unas hojas sobre la mesa baja que tenía y salió asegurando su puerta, no le gustaba que quizás algún entrometido entre a husmear entre sus cosas, aún no confiaba del todo en esos guerreros.

Se apresuró en ir hacía las salas médicas antes para poder saludar a su amiga Milk, quería contarle lo que había pasado, no todo; pero sí una buena parte de la historia, después de todo era mujer y la podría entender o al menos eso creía. Antes de eso pasó rápidamente por el comedor, encontrándose con algunos saiyajin, algunas de las mujeres la miraros de pies a cabeza e hicieron muecas de asco, si tan solo tuviese la fuerza para ponerlas en su lugar.

Se disponía a servirse algunos vegetales cuando se sintió invadida por una mujer, era una saiyajin de cabello negro azulado y tez clara, los ojos negros que la miraban fijamente y a la vez con odio, no lograba entender qué les sucedía a estos lunáticos, ella solo quería estar en paz.

-Tú eres una de las humanas....me resultas familiar - Le dijo aquella mujer, no le quitaba la vista de encima.

-Dudo mucho que nos hayamos visto antes, permiso estoy ocupada - Quiso retirarse pero la mujer la tomó del brazo.

-Espera, no debes huir...no pienso lastimarte...aún - Una sonrisa perturbadora se asomó en su rostro.

- ¿Qué es lo que quieres? No te conozco, no sé qué es lo que estás intentando - Le decía ahora enojada, ¿Tan difícil era poder estar tranquila?

- Tu olor se me hace muy familiar...mmm...ya sé, es el olor del Príncipe Vegeta, como si no lo conociese tan bien - Ésta vez la mujer invadió su espacio personal, se acercó mucho más a ella, se sentía sofocada y muy incómoda.

-¿Del Príncipe Vegeta? ¿Y si fuese así a ti qué te importa eso? - No toleraba más los arrebatos de ésta idiota, no era nadie para abordarla de ésta manera.

-¡¿Cómo te atreves maldita imbécil?! Todos aquí saben que yo seré la compañera del Príncipe Vegeta, soy la élite más poderosa, merezco serlo, por derecho...así que no tolero que te le acerques - Le dijo furiosa, tenía ganas de quebrar ese delicado cuello.

- ¡Tu principito no me interesa! Todos son unos salvajes, tengo demasiadas cosas que hacer y en qué pensar...no tengo tiempo para perderlo hablando con una idiota - Le dijo, quiso marcharse y dejarla hablando allí sola, quería marcharse pero sintió un fuerte agarre en su cuello, casi inmediatamente sintió que el aire le faltaba y daba manotazos y patadas tratando de zafarse pero nada podía hacer, aquel agarre era demasiado fuerte para ella.

Tu, mi destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora