Subí las escaleras junto con mí mejor amiga, estabamos reventadas habíamos salido recién de educación física y todavía nos faltaba una hora de clase.
—¿Entonces hablaste con Aaron?—pregunté mirándola, está con una sonrisa asintió y no hice más que abrazarla aunque estuviera toda transpirada.
—¿Y vos con el innombrable? ¿Ya te vino a pedir perdón con carita de perro mojado otra vez?—interrogó cuando nos separamos y terminamos de subir las escaleras.
Como si hubiera sido invocado por el diablo, el castaño apareció y se acercó hasta mí. Agus me miró y le hice una seña para que me dejara hablar con el.
—Yo te...
—Ni se te ocurra explicarme nada—interrumpí—Creo que con el mensaje de voz que me mandaste ayer me quedó bien claro, que la querés a ella, que a mí únicamente me utilizaste para coger cosa que no conseguiste y me alegro de eso porque me hubiera arrepentido.
—Acie, estaba en pedo y yo no queri...
—¿Vos no querías que Paulo? ¿Lastimarme? Encima lo mejor es que me venís con el argumento de que estabas en pedo y que cuando estás ebrio no sabes lo que decís. ¿Sos joda chabón?—paré en seco—Si no querías que me enterase no hubieras publicado esas historias con ella, ni diciendo por ahí que vos nunca tuviste, ni ibas a tener nada conmigo por el simple hecho de que somos amigos desde que tenemos diez años y que nada más lo hacías para joder.
—Rubinni...
—¿Vos te pensabas que no me iba a enganchar con vos? ¿Que no me ibas a volver a gustar? Me enseñaste a quererme Paulo, después de todo lo que había pasado yo en hockey con mis compañeras, me hiciste saber lo que valia y por eso me empezaste a gustar de nuevo, porque conseguiste hacer algo que nadie pudo—largué un poco más tranquila—Me tenías comiendo de tu mano y vos te aprovechaste de eso porque pensabas que yo te iba a perdonar todas las cagadas que te mandabas y que pasará lo que pasará yo iba a estar siempre para vos, pero me cansé Paulo...
—¿Me podes dejar hablar?
—No, ahora me toca a mí hablar—reté con un hilo en la voz—Me cansé de siempre perdonarte, de ser yo la que está siempre para vos. Un montón de gente me avisó desde la primera vez que me lastimaste que te soltará porque vos no valías la pena, pero yo seguí insistiendo porque sabía que muy en el fondo estaba ese Paulo de años atrás. El que me apoyo y aconsejo siempre y lo extraño—dije la última frase con lágrimas en los ojos.
Después de unos segundos reaccionó y se quiso acercar a mí para darme un abrazo, lo cual impedí poniendo una mano en pecho y negando con la cabeza mientras las lágrimas comenzaban a descender por mis mejillas de manera desenfrenada.
—Hasta acá llegue Paulo, creo que lo mejor para ambos pero sobre todo para mí, es que dejemos esto que no teniamos.
Vos no querías agarrarme pero tampoco querías soltarme Paulo, y yo de verdad quería irme...