25; aconsejar

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Junté las cosas de la escuela y las coloque en mí mochila para emprenderme a la clase de cultura clásica, por suerte era viernes a última hora y era una asignatura ligera para acabar el día y sobre todo para empezar el fin de semana.

Llevé el cartapacios en mis manos y salí de mí clase de Alemán para dirigirme a la última, la cual era en 3C, la clase de Paulo y mí mejor amiga.

Entré y me senté el lado de Yara, estaba hablando con algunos compañeros de la clase, una vez dejé las cosas me acerque a ellos para unirme a la conversación pero fue en vano porque segundos después entró el castaño evitando esto.

—¡No vino Teresa, hora libre!—gritó y se acercó hasta su sitio para agarrar su mochila.

—¿Y no dejo tarea?—preguntó Leo mirando al ojiverde, el cual hizo una mueca de desprecio hacia aquel comentario.

—No sé, ¿igual para que preguntas si después no la haces?—declaró el castaño integrándose en el grupo donde estabamos y me miró—¿venís conmigo?

Alcé la ceja al ver que me había hablado por primera vez después de dos meses, desde que estaba con la novia me había dejado de hablar. Sabía que había sido por eso, la dos veces que se había puesto el anillo o que había estado en algo con alguien, dejaba de hablarme.

—Me voy con Yara—contesté y me acerque a mí sitio para agarrar mí mochila, que se encontraba encima de la mesa y la cargué en mis hombros.

—Dale Acie, necesito hablar con vos—pidió agarrándome del brazo, me giré un poco y lo miré con el ceño fruncido al ver el tono que había utilizado.

—Bueno, dale—finalicé ganándome una sonrisa de oreja a oreja por su parte, me tironeó del brazo y pasó uno de sus brazos por mis hombros.

—Te extrañé—habló dándome un beso en la cabeza mientras caminabamos hasta el patio para poder hablar más cómodos y sin que nadie nos escuchará.

Buscamos un banco para sentarnos un poco alejados, y apoyamos las mochilas en el suelo. Me senté y el castaño apoyo su cabeza sobre mis piernas.

—¿Que pasó?—pregunté, lo conocía y sabía que necesitaba algo porque Paulo no cualquier día se comportaba así.

—Tuve problemas con Laura—respondió y me miró directamente a los ojos—Por vos.

—¿Por mí?—interrogué incrédula con los ojos abiertos de par en par, asintió—¿Por?

—Vio la conversación que tuvimos antes de irte a Buenos Aires, y flashó cualquiera, onda vos y yo somos amigos nada más—respondió con total desinterés, sentí mí garganta secarse por escuchar aquellas palabras e intente tranquilizarme un poco para que cuando hablara no se me cayera ninguna lágrima—¿Me podes aconsejar? La quiero posta.

—No sé si te das cuenta que paso hace más de tres meses esa conversación y vos en ese momento no estabas con ella. No entiendo porque se pone celosa—respondí con bastante asco.

—Ya sé pero no le gusta la relación que tengo con vos—determinó y se pasó una mano por el pelo.

—¿De que relación habla? Vos desde que empezaste con ella no me hablas Paulo—me quejé y le hice un gesto para que se levantará porque no quería seguir hablando con el de eso. Agarré mí mochila y antes de irme, lo volví a mirar—Mi único consejo es que la dejés.

Hubiera preferido mil veces que no la hubieses dejado Paulo porque no sabía que la siguiente que iba a salir lastimada iba a ser yo...

tan bien ; paulo dybalaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora