Apoyé mí cara sobre una de mis manos y miré al profesor mientras explicaba las respuestas de los ejercicios que algunos de mis compañeros hicieron en el pizarrón.
—Bueno, ahora como ya habíamos planeado hace dos semanas atrás vamos a entregar las cartas por el día del amigo junto con el regalo—comentó el mayor.
Rodé los ojos y me di la vuelta para sacar de mí mochila la bolsa donde tenía el regalo y la carta.
Habíamos hecho un sorteo como de costumbre y para mí suerte me había tocado mí mejor amiga, por lo cual la pegué con el regalo.
Teníamos hasta un tope de plata para gastar y yo aproveché para comprarle una remera que ella quería y que desde que la había visto me había vuelto loca con dicha prenda.
El profesor empezó a hablar pero yo no le hice caso omiso a lo que estaba diciendo, mí compañero me codeó un poco y lo miré con el ceño fruncido.
—¿Quién te toco?—preguntó casi susurrando, sonreí un poco.
—Agus—respondí, el se mordió los labios intentando reprimir una sonrisa mientras negaba repetidas veces.
—No se vale, vos la conoces. A mí me tocó Leire y no crucé ni un hola con ella—acotó el morocho y no pude evitar soltar una carcajada al ver lo indignado que estaba—No te rías Acie.
—Sabes que te quiero Lauti—hablé riendo y me acerque para pasar un brazo por sus hombros atrayendolo hacia mí para darle un beso en la mejilla.
—Yo más enana—respondió este revolviendome el pelo.
Después de eso miramos al profesor el cual estaba empezando a llamar por los ordenes en los que estábamos sentados.
A comparación de mis compañeros yo era la que más se había esmerado a la hora de hacer el regalo, eran demasiado básicos cosa que me aburría bastante.
Una vez llego mí turno, me levanté y me dirigí hacia mí mejor amiga con una sonrisita. Esta abrió los ojos de par en par y se empezó a reír.
—¿De todas las personas que hay te tengo que tocar a vos sucia?—alardeó divertida haciendome soltar una gran carcajada. Agarró la bolsa y rápidamente abrió el envoltorio que tenia la remera, al verla me miró sin poder creerlo—Sos una capa, te amo.
Se levantó para abrazarme y yo mientras me reía por su reacción lo acepte gustosa y cuando se separó me volví a sentar en mí lugar.
Acto seguido se levantó mí compañero de mesa para entregarle la bolsa a su destinataria, la cual estaba entusiasmada al ver que le había tocado a Lautaro.
—Le gustas—hablé cuando se sentó al lado mío, este me miró con el ceño fruncido y antes de que pudiera contestar el profesor anuncio otro nombre.
—Paulo Dybala—acoto, sin importancia seguí hablando con mí compañero pero dejé de hacerlo cuando el ojiverde apareció en mí campo de visión.
—Tomá Acie—me extendió la bolsa en la cual estaba la carta, una rosa y un recipiente lleno de gomitas.
Los años pasan y por increíble que parezca sigo teniendo guardada esa carta Paulo...