Corre.

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Ya está. Ese era el final. Harry James Potter, el niño que sobrevivió, había muerto. Allí, a los pies de Lord Voldemort.

El Señor Tenebroso reía. Estaba feliz. Por fin tenía todo el poder, ahora nada ni nadie le detendrían. Miró al adolescente muerto con una sonrisa triunfante en la cara, y después dirigió aquella perversa mirada a la gran multitud que le miraba. Su sonrisa se amplió más cuando pudo ver el dolor en los rostros de aquellas personas que querían al Potter.

Molly Weasley no tuvo la fuerza ni la resistencia suficiente para sostener a su hija menor, Ginny, la cual salió gritando, con los ojos llorosos, a agacharse al lado del cadáver del hombre que amaba.

- ¿Harry? Harry... - susurró la pelirroja entre sollozos, mientras acariciaba un mechón negro azabache de Harry - No, por favor...

Rompió a llorar sobre el pecho de Harry Potter. Lo había perdido para siempre.

- ¡Atención! - rugió Voldemort, todavía con la sonrisa en la cara - Seré claro. Todos aquellos que no os habéis unido a mí, o simplemente lo habéis hecho por obligación - miró al traumatizado Draco Malfoy - ,tenéis la oportunidad de uniros ahora. Seguiréis con vuestras vidas, pero no podréis mantener contacto con muggles ni sangre sucia. Creo que sobra decir que todos los que estén en mi contra y todos los hijos de muggles (roba varitas) seréis torturados. No intentéis huir. Tenemos listas con todos vuestros nombres.

Al oír aquello, se hizo el silencio. Ginny volvió junto a su familia, mientras Ron acariciaba el pelo de Hermione. Ambos llorando.

- Ron - murmuró Hermione, que parecía dispuesta en romper en un llanto en cualquier momento.
- ¿Sí? - respondió este, abrazándola con fuerza.
- Me van a matar, voy a morir.

Ron tragó saliva. Sabía que aquello era cierto, buscarían a Hermione hasta encontrarla y hacerla sufrir. Torturarla hasta la muerte.

- No - mintió el pelirrojo.

Hermione tenía ganas de romper a llorar. Habían perdido a Harry, y si no hacía algo pronto, ella correría la misma suerte. Fue entonces cuando se le ocurrió.

- Ron - dijo con firmeza. Poniéndose en frente de él, agarrándole de los hombros - Tengo que huir. Es egoísta, pero no quiero morir. Tú estarás bien con tu familia, sois sangre pura... Lo siento.

El pelirrojo sonrió con tristeza y asintió. Amaba a Hermione Granger. Acercó sus labios a los de ella, pero esta lo esquivó, dándole un beso en la mejilla. Después, le sonrió y se despidió de toda la familia Weasley, además de conseguir convencer a Molly de su huida.

- Corre  - dijo Ginny, antes de que Hermione corriera hacia el Bosque Prohibido.

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- Cielo - susurró Narcissa Malfoy a su hijo. Estaba tendida en el suelo. Voldemort había asesinado a marido, y le había clavado un cuchillo a ella , con la excusa de de que así Draco Malfoy sería un mortífago excelente.
- Madre... Madre aguanta - sollozaba el rubio.
- No puedo, Draco - sonrió ella con tristeza - Huye, cariño, huye y refúgiate de este monstruo.
- Madre no, no te dejaré aquí - dijo Draco - Ya he perdido a padre.
- Nos recordarás siempre - susurró ella sin energía, acariciando la mejilla de su hijo.

Así falleció Narcissa Malfoy. Admirando aquel ser que había creado junto a Lucius. Draco Malfoy. Su hijo. Qué orgullosa estaba de su hijo. Era guapo, guapísimo, decidido y fuerte. Sonrió a su niño y cerró los ojos para siempre, después de murmurar un "Corre".

- ¡Madre! - gimió Draco - ¡Madre, no! - gritó rompiendo a llorar.

Había perdido a sus padres en a penas una hora. Era todo tan surrealista. Después de esta media hora llorando, decidió obedecer a su madre. Miró alrededor y huyó, en dirección al Bosque Prohibido.

Solos tú y yo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora