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Sara Pov

Después de esa maravillosa noche, llegué a la oficina de muy buen humor, recordaba el beso y me emocionaba; fue mi primer beso con una mujer, y me gustó.

Pero mi sonrisa se fue cuando vi a Rebecca, ahora regresaba muy sonriente, de seguro la pasó muy bien con esa tipa.

Me saludó y fui cortante, no debería serlo, pero qué más da, no podía contenerme.

Trabajé y trabajé sin prestar atención a nadie, solo a los mensajes que me enviaba Alexa de vez en cuando, me gusta que su tiempo libre lo pase conmigo, es muy atenta.

Se me pasaron tan rápido las horas que ni me fije que había terminado mi jornada laboral.

Estaba en una esquina esperando un taxi, pero de pronto escuché la bocina de un auto. No podía ser, ahí estaba... mi jefa

—Sube, Sara te llevo a tu casa— ofreció.

—No, gracias. Esperaré un taxi— no quería ir con ella, me molesta lo de ayer, aunque no tenga razón alguna.

—¿Estás enojada conmigo?— preguntó, retirándose las gafas que llevaba. Maldición, sus ojos.

—Claro que no— trate de sonar segura.

—Entonces sube— volvió a pedir. Solo bastó ver a sus ojos fijamente, y no tuve opción, accedí a ir con ella. El poder de su mirada.

Iba sin emitir palabra, aunque tenía unas ganas irremediables por saber que pasó ayer con Leonellys.

—Estuvo complicado el juicio— de alguna manera debía averiguarlo.

—Un poco, pero cuando mostramos todas las pruebas, además de las confesiones, todo jugó a nuestro favor. El fallo nos favoreció.

—Qué alegría. Seguro esas abogadas botaron espuma — la miré para reírme con ella por lo que había dicho, pero no sonrió.

—La bruja de Arantxa lo hizo, en cambio, Leo nos felicitó — no podía creerlo, sonreía al nombrar a esa tipa y le había dicho Leo. No me quedan dudas, pasó algo entre las dos.

—Tratando de reivindicarse esa abogada.

—Sí. A ti te tengo confianza, además, te conté lo que me había hecho en el pasado, pues imagina que todo fue un error— alce mi ceja ¿Un error? Las vio desnudas y es un error, ya le lavó el cerebro.

No dije nada, esperé a que contara lo que había pasado

Mierda, diablos... Son lo único que tenía en la mente, al escuchar la historia.

Nunca fue engañada bueno por su novia no. Arantxa es una escoria, cómo se atrevió a separarlas.

—Impactante. Se terminaron por un error, que fuerte— no podía articular mis ideas claras.

—De no ser así, tal vez estaría casada con esa abogada— añadí

—Posiblemente, pero no se dio. La vida me tenía preparado otro rumbo y otras personas.

—Encontró a su esposa— hablé desilusionada. Yo sí que llegué tarde a su vida, no había oportunidad alguna, si mi jefa se separara de su esposa de seguro iría con Leo, me duele admitirlo, pero es la verdad.

Solo asintió, y continuamos el camino en silencio.

A lo lejos vi el edificio donde se encuentra mi departamento, estábamos llegando. Vi en la entrada a Nat, que raro, ella tiene llaves de mi casa.

Baje del carro de mi jefa, no espere a que ella lo hiciera también.

—Y eso, por qué no entraste — pregunté.

El amor no conoce de géneros (Historia Completa En Amazon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora