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Laura Pov

Toda mi vida he sido una mujer sin ataduras, libre como el viento, acostándome con cualquier mujer que esté dispuesta a tener un momento de placer sin compromiso. No creía en el amor, tuve el ejemplo desde casa, mis padres solo simulaban ser la pareja perfecta, pero cada quien se revolcaba con cuanto hombre o mujer se les cruzara.

Para que atarme a alguien, depender de esa persona si tarde o temprano te engañará. Lo volví a vivir cuando mi amiga Rebecca fue traicionada, nunca escuchó mis consejos. No tienes que enamorarte, el amor es una mierda que solo te jode la vida, no trae nada bueno.
Yo no podía quejarme, he tenido muchas mujeres: heteros, bi, lesbianas, como dijo mi amiga, todo lo que se moviera y tuviera agujero disponible.
Aunque todo esto ha ido cambiando, no sé qué me pasa, no puedo dejar de pensar en una chica, es que no es cualquier chica, es LA chica, pelirroja, silueta perfecta, una sonrisa contagiosa y lo mejor de todo que es una fiera en la cama, desde la primera vez que tuve contacto en aquel bar, algo en mí se prendió, no solo era deseo era algo más que no sabía cómo explicarlo.

Sus besos me llevaban a la luna, sus caricias erizaban mi piel como ninguna, aún no puedo olvidar nuestra primera vez, y como olvidarla si al siguiente día se fue sin despedirse. Me enojé tanto y aunque, dije que fue porque la que se va siempre soy yo, no es así. Sentí una punzada que se hubiera ido sin despedirse, y solo dejando una triste nota.

Pero como los caminos de la vida son tan impredecibles la volví a ver, era la mejor amiga de mi Sarita, moría de emoción, podía acercarme y saber muchas cosas más. Me puse difícil al inicio, no podía mostrar debilidad ante ella, jamás soy así, pero cuando vi que a ella le daba igual, tuve que dar mi brazo a torcer.

Diablos, estoy mal, quedamos en que sólo seríamos amigas con derecho a roce, pero cada vez sus besos me saben a mas que deseo, me estremezco, hasta tiemblo cuando estoy con ella, no obstante, Nat no lo nota, sigue restregándome en la cara sus ligues de media noche y yo, por no quedarme menos, elijo una chica, la cual en poco tiempo la desecho porque no quiero otro cuerpo que no sea el de mi pelirroja.

Le di tantas vueltas en mi cabeza, hasta que acepté lo que me estaba pasando, comenzaba a sentir algo diferente, empezaba a crecer esa semillita que pensé que nunca podía florecer en mi ser, no podía ser más que amor, cada acelerón que sufría al verla aparecer, sus roces, todo ese torbellino que me provocaba solo tenía un nombre: amor.

Me propuse a conquistarla, sé que ella no quiere nada con nadie pero soy terca, no me rendiré. Mi pequeño problema se centraba en que no sabía qué hacer, nunca me tome la molestia de experimentar el inicio de un enamoramiento, no lo necesitaba. Tuve que pedir la ayuda de Sarita, no obstante no podía decir que era para mí, se burlaría si se entera, Lau la mujeriega, está enamorada, hice mis preguntas y salí victoriosa, ya tenía una idea de lo que haría.

Intento fallido. Nunca pensé que no escribir el remitente del detalle era necesario, sí, soy una idiota lo acepto. Pero me basta con saber que fueron de su agrado, fui feliz por eso.

Buscaba las maneras de estar cerca de ella, la invitaba a salir y me rechazaba que estaba haciendo mal, no quiso ir conmigo al camping, será que no le gusto ni siquiera un poquito, empiezo a perder las esperanzas, no sé porque se me ocurrió sentir, no, es que no se me ocurrió, solo pasó y ahora esta presión en el pecho duele, el escozor de mis ojos anuncian que lloraré. Laura Sáenz, llorando por una mujer, es lo último que pasaría, antes de que cayera la primera me la retiré. Yo no soy de llorar por los rincones, ni rogar por amores, si no me quiere cerca eso haré, es tiempo que vuelva la Lau de antes. Esas nenas deben estar esperándome.

Tomé mi chaqueta de cuero, y salí, hoy visitaría una discoteca no me gustan mucho esos lugares, pero ahí encontraría carne fresca.
No me tomó mucho tiempo llegar a ese lugar, el cual se encontraba abarrotado de personas en la entrada, por suerte soy amiga del dueño, una llamada y ya estaba dentro.
Las luces psicodélicas hacían lo suyo, marearme, la música estaba a reventar, empecé a moverme al ritmo de la canción de turno, para esto había venido, despejarme y conquistar.
Me movía sensualmente, esperando a que cayera alguna, y así fue; al poco tiempo ya tenía alguien detrás que me agarró la cintura para restregarse cínicamente, tome sus manos y seguí moviéndome, sentí como retiro mi cabello del costado derecho de mi oreja, dejando pequeños besos en el, mis movimientos se ralentizaron, las sensaciones que recorrían mi cuerpo no me permitían ejercer ninguna acción, solo seguir siendo mimada. De a poco empecé a girarme para saber de quien se trataba. Mis ojos se abrieron como platos, no podía creerlo, al frente mío estaba... Arantxa.

—¿Qué crees que haces?— grité para que se pudiera escuchar. Ella simplemente alzó sus hombros y desapareció.
Qué asco me tocó el diablo, tendré que bañarme con agua bendita. Pensé.

Fui por una bebida, debía quitarme el mal sabor de boca, pedí un trago; mientras esperaba por el, logré ver a Nat muy cariñosa con una tipa, claro, yo sufro y ella disfruta con cualquiera.

Me dieron mi tequila, sí, me pedí algo muy fuerte, lo tomé de un solo, ardió, pero no tanto como ver a mi pelirroja con aquella pejelagarta.
No sé si me acalore por el ambiente, por la bebida o por ver como se comía ese par al frente de mis narices. No aguanté más y fui al baño, debía refrescar mi rostro, antes de que terminara ardiendo completamente.
Llegué al lavabo, vertí un poco de agua en mis manos para disipar mi temperatura, vi salir una chica de los cubículos, se colocó al lado mío para lavarse las manos. No pude evitar admirar su belleza, unas piernas torneadas cubiertas por un vestido negro que dejaba muy poco a la imaginación, se dio cuenta que estaba comiéndomela con la mirada y me sonrió.

—Hola, ¿estas sola?— Preguntó, aquella joven en un tono de voz seductor.

—Hola, yo...— no pude terminar de hablar, porque una tercera voz interrumpió.

—Está conmigo — fue lo que dijo Nat, ubicándose al lado mío.
La tipa que no llegué a saber el nombre, mató con la mirada a mi pelirroja, pero se fue.

—¿Por qué hiciste eso?— recrimine

—Hacer qué, correr a esa zorra— replicó.

—No tenías derecho, tu estabas muy contenta con una tipa en la barra.

—Ahora me vigilas — soltó

— Claro que no, solo te vi, ya está.

—Si quieres, voy y te traigo a esa del puti vestido— espetó. Antes de tratar de salir del baño, algo que no permití porque la agarré del brazo.

—¿Por qué te comportas así?— pregunté

—¿Así, cómo?—respondió altanera

—Cómo si estuvieras celosa.
Se carcajeó en mi cara, ahora era su payasa.

—No me hagas reír, no somos nada— inquirió

La acerqué a mi cuerpo, era un poco baja comparada conmigo, tenía que agachar mi mirada para ver sus ojos.

—No somos nada, porque tú, no quieres— susurré. Tratando que me viera a los ojos, no podía ser que no se diera cuenta, estoy segura que mis ojos dicen más que mil palabras. Estuvimos unos instantes así, viéndonos, ya no escuchaba el ruido al mi alrededor, sólo los latidos de mi corazón; no aguante más, y me apoderé de sus labios, necesitaba sentirlos, ya había pasado bastante tiempo de nuestro último beso. Me rodeo con sus manos, yo la abrace, quería tenerla muy junta a mí. Empezamos a retroceder hasta que entramos en uno de los cubículos, cerró la puerta y la pegue a ella. Mis labios dejaron los suyos, para distribuir pequeños besitos por sus mejillas, pero Nat giro su cuerpo y ahora yo estaba contra la pared.

—Quiero acción, cariño— indicó, antes de besarme y hundir su lengua en mi cavidad bucal, sentía hormigueo por todo mi cuerpo. Alzo mi pierna con su mano, ubicando su rodilla en mí centro no pude evitar soltar un gemido. Metí mis manos por debajo de su blusita de tirantes color amarillo, acariciando su tersa piel hasta llegar a sus pequeñas bubis, las rodee con mis manos logrando que soltara un suspiro entre mis labios.

—Hoy serás mía— sentenció

—Todos los días— respondí. Sonreímos como un par de idiotas.

Lástima que tuvimos que parar, la llamada de Leonellys, la ex víbora, nos detuvo, tenía que ir por el carro de Rebecca, no me dio muchas explicaciones, solo que mi amiga estaba con Sarita, no sé qué mierda pasa, pero hoy no las interrumpiré, tal vez pase algo entre ellas... Además, yo tenía asuntos que atender.


Hoy la protagonista es Lau, la indomable que nunca se enamora.
¿Les gustaría que este par se queden juntas?

Espero disfruten este capítulo.
Gracias por cada voto y comentario, son lo mejor.

Nos vemos pronto

El amor no conoce de géneros (Historia Completa En Amazon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora