Rebeca Pov
Solo quería que termine este maldito día, no daba más, tantas reuniones, salidas al juzgado, pronto moriría. Deseaba tener una conversación tranquila con Sarita pero se me hacía imposible por el momento.
Después de la vergüenza que pase con sus padres, no sé si ella quisiera tener algo conmigo.
Cuando por fin terminé con todo mis menesteres, regresé a la oficina con la esperanza de encontrarla, lastimosamente no fue así. Sentí una presión en el pecho, no podía ser posible que aún no podamos dialogar de los que nos está pasando.
No pensaba regresar a su casa, tuve suficiente ayer con sus padres.
Volví a salir de la oficina y me llevé una sorpresa cuando vi a Leonellys, apoyada en su auto.
—Hola, ¿qué haces aquí?—pregunté, cuando la tuve al frente
—Como no contestaba el teléfono, quise venir a verte para invitarte a salir, como amigas claro está—mencionó.
—Estoy un poco cansada, pero no te haré el desaire, si ya estás aquí.
—Me parece muy bien. ¿Te llevo?
—No. Traje mi auto, yo te sigo
—Está bien
Ella subió a su auto, yo al mío y la seguía de cerca, mientras conducía no podía dejar de pensar en mi chica ojos color cielo. No entiendo porque me vuelvo una cobarde cuando se trata de ella, pierdo todo el valor.
Me percaté de que Leo empezó amenorar la velocidad, hasta que se estacionó al costado de un restaurante, hice lo mismo y baje del auto al igual que ella.
—Conociéndote de seguro ni cenas todavía—recriminó, Leo
—Pues no
—Lo sabía. Entremos para alimentarte—menciono, riéndose. No me quedo más que reírme, su sentido del humor no lo ha perdido.
Nos ubicamos en una mesa central, hasta que llego el mesero. Pedí algo ligero, no quería que después me cayera mal la comida.
—Has tenido un día agitado. Tu cara no puede mentirme—habló, me conoce muy bien
—Sí, gajes del oficio, ya sabes también eres abogada.
—Lo sé. Te iba a preguntar sobre cómo van las cosas en tu matrimonio, pero lo haré después de comer, no quiero que te caiga mal la comida
—Haces bien—dije simplemente
Pronto apareció el mesero con nuestros respectivos pedidos y cenamos en silencio.
Pasaron varios minutos en los cuales nos dedicamos a comer, nos mirábamos y sonreíamos, por momentos volvía a recordar cómo era nuestra relación en la Universidad, salidas al cine, al restaurante, a cualquier parque que encontrábamos, éramos tan felices con tan poco. Una pena que no hayamos podido continuar.
—Ahora que terminamos, podemos hablar
—Estómago lleno, corazón contento—respondí
—Pensé que habías olvidado aquella frase—sonrió. Esa frase siempre la decía ella después de comer.
—Es una frase imposible de olvidar—respondí.
—Que bien. ¿Cómo van las cosas con Valería?—soltó
—Pienso iniciar los trámites de divorcio—confesé
—Si necesitas ayudas, sabes que cuentas conmigo

ESTÁS LEYENDO
El amor no conoce de géneros (Historia Completa En Amazon)
ChickLitEl amor no se debe condicionar por tu género. Todos merecemos ser felices sin importar con quien lo seamos. Rebecca una abogada exitosa y comprometida, conoce a la chica de ojos color cielo, de la cual siente una atracción irreparable. Sara, recié...