Capítulo 13:

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Nicholas acompañó mi desolado silencio y se dedicó a brindar leves caricias en mi espalda mientras yo procuraba cesar el llanto.

Luego de unos minutos, mi respiración ahoga, producto al lloriqueo, fue recuperando su ritmo normal y aunque estaba preparada para ponerme en marcha a casa, preferí quedarme unos segundos más acomodada en su cálido pecho. Los latidos de su corazón formaban una serena melodía, que de alguna extraña manera, me irradiaba alegría.

—Te quiero —Susurré con la voz en un hilo, para luego dejar escapar un suspiro enamorado.

Deslicé mis manos desde su cuello, por sus hombros hasta su pecho, así pude alejarlo suavemente de mí y mirarlo a los ojos. Quería que notara lo sincera que estaba siendo.

—Y tú sabes que yo a ti —Sonrió recorriendo todo mi rostro con sus profundos y misteriosos ojos marrones.

Sonreí y cerré los ojos, como si supiera cual sería el próximo movimiento de Nicholas.

Sentí su mano en mi mentón y lo inclinó cuidadosamente hacia arriba. Me daba cuenta de que no había valido la pena haber regulado mi respiración cuando sentí su aliento dulzón chocar con armonía sobre mi rostro y en un fugaz instante, sus labios rozaron afectuosamente los míos. Luego de casi provocarme un paro cardiaco con sus tortuosos roces, sentí como finalmente me besaba con sumo afecto. Tan delicado y dulce como solo él sabía hacerlo. Con tanto ardor y pasión, y sin perder la ternura, pues no era un beso eufórico. Para nada.

Todo esto me era excesivamente fascinante. Nunca imaginé que un beso tan simple, pudiese ser tan poderoso. Con sencillez, Nicholas lograba levantar mis pies del cielo y hacerme girar, envuelta en ese sentimiento increíble y tan difícil de alcanzar, llamado “Amor”

Estaba ensimismada en dar lo mejor de mí, en cada movimiento, en cada inocente caricia y por muy ingenuo que fuera el beso, el calor se apoderaba rápidamente de mis mejillas. Por la misma razón, un espasmo fuerte y brusco se apoderó de mi cuerpo al sentir una corriente fría de aire rozar levemente con la piel de mi rostro. Causándome instantáneamente escalofríos.

Me alejé de Nicholas con rapidez y a la vez, intentando no cometer algún movimiento brusco.

— ¿Sentiste eso? —Dije en un susurro casi inaudible y con la vista desviada a un punto inexistente.

— ¿Qué cosa? —Preguntó confuso, mientras sus dedos seguían acariciando dulcemente mi rostro.

Me quedé en silencio y traté de hallar miles de explicaciones, más las puertas estaban cerradas, al igual que las ventanas y ni una pizca de aire rondaba por la sala, menos una tan fría como la que había rozado mi rostro.

No quería aparentar ser una esquizofrénica, pero podía jurar que todo esto se trataba de Joseph.

— ¿Podemos irnos? —Murmuré con serios escalofríos recorriendo todo mi cuerpo y antes de que Nicholas cuestionara mi extraño comportamiento, caminé hasta la puerta para evacuar la casa.

Me extrañó el hecho de que Nicholas no pronunciara ni una sola palabra durante un largo recorrido de vuelta a casa, más debía saber que Nicholas no era la clase de persona que se entrometía en la vida de otros y creo que luego de un buen rato, el silencio comenzaba a molestarme.

—Estás muy callado ¿Sucede algo? —En este caso era yo quien husmeaba en la vida de otros.

—Para nada —Sonrió y noté que estaba siendo sincero—. Estoy admirando tu perfil, es todo —Se encogió de hombros, sin abandonar la amistosa sonrisa que llevaba pegada en los labios y escondió, con naturalidad, sus manos en los bolsillos. A pesar de que tenía un elevado grado de confianza con Nicholas, sentí como la sangre se acumulaba en mis mejillas y no pude evitar sonreír cabizbaja, sabiendo que comentarios así de simples, no daban el mismo resultado con otros chicos. Una vez más, sentí como su mano buscaba disimuladamente la mía y no protesté cuando sus dedos se entrelazaron con los míos. No nos dimos cuenta cuando ya nos encontrábamos ingresando al elevador que nos dejaría en nuestro piso y yo no me di cuenta cuando sus manos se habían apropiado de mi cintura y me empujaban notoriamente contra una pared. —Nicholas… ¿Qué haces? —Carcajeé enredando mis dedos en su corta cabellera en el instante en que sus esponjosos labios iban dando mullidos besos sobre la piel de mi cuello. —Disfrutando el último momento a solas —Pude percibir como curvaba una sonrisa mortífera sobre la zona y luego volvía a capturarla para hacerme estremecer. Quedaban unos cuantos pisos para que la suave melodía del timbre avisara nuestra llegada, por lo que acaté a los que Nick había dicho “Disfrutar del último momento del día a solas” Podía darme cuenta de que Nicholas tenía bien guardado su lado salvaje y lograba que me sintiera importante cada vez que emergía de él.

In Another Life IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora